TradeSport 274 - Marzo 2019

En lo últimos años el tenis apenas ha experimentado importantes cambios. Y eso es bueno (o muy bueno). El segmento ha asumido su rol, y sus dimensiones, y mantiene un ritmo estable a pesar del protagonismo que le roba el pádel. Tiene su base de fieles y vive de ellos sin demasiados sobresaltos. Intercambio de golpes a fondo 40 ESPECIAL TENIS La gran suerte del tenis, pese a todos los reveses que ha recibido desde que el pádel empezara a sobresalir, es que conoce muy bien sus límites. Los ha tenido que conocer. Las marcas saben perfectamente que su margen de crecimiento es muy limitado y actúan acorde con esta visión. Se ha perdido mucho protagonismo en pro del pádel, es cierto, pero se ha conseguido construir un mercado muy definido, ordenado… y “legal”. Un mercado donde no es precisamente fácil entrar. O no tanto como el del pádel. La resistencia del tenis hay que buscarla, básicamente, en sus fieles. En su capacidad para mantener una base sólida y, sobre todo, en la cultura de club, que ayuda a mantener vivo este deporte entre los más pequeños. Es un deporte con mucha tradición en nuestro país, desde hace años, y aunque es relativamente caro –más por las instalaciones que por el material- ha construido una cultura que mantiene un volumen importante de practicantes. Además, gracias a los éxitos de los tenistas españoles ha ganado un peso mediático del que pocos deportes pueden presumir (y que el pádel ni tiene ni tendrá en muchos años) y eso, siempre, es una ayuda para construir escuela. Como el esquí, el boom que muchos le auguraban en su día al tenis no se ha dado, ni se dará ahora que el pádel está tan de moda, pero difícilmente perderá más terreno del que ha perdido en los últimos años. Ni lo ganará. Porque el gran “problema” del tenis es que si uno no ha jugado de pequeño, difícilmente se animará a probarlo a según qué edades. No es un deporte fácil de aprender y son muy pocos los que se inician en este deporte cuando son adultos. Sobre todo, si hay una alternativa más accesible y asequible como el pádel. En este contexto, el futuro es muy predecible: estabilidad absoluta. Crecer es prácticamente imposible, tanto por su dificultad como por el empuje del pádel (que “roba” algunos jugadores potenciales y, sobre todo, instalaciones e inversiones); y también es bastante improbable que pierda fieles. Equilibrio absoluto. Bendito equilibrio que ya querrían muchos segmentos. VENTAS PLANAS Si nos centramos en las ventas, el resumen es exactamente el mismo: máxima estabilidad. Aunque ahora mismo la mayoría de tiendas multideporte y, también, especializadas, están volcando muchos esfuerzos en el pádel, el tenis sigue siendo un deporte con bastante presencia en tienda (1 de cada 5) y con buena rotación durante todo el año. El gran grueso de las ventas de raquetas, más de un 55% en unidades y de un 70% en valor, se llevan a cabo en comercios especialistas y multiproducto. El resto se lo reparten grandes superficies, pro-shop, Internet y, sobre todo, Decathlon, que casi una cuarta arte de las más de 325.000 raquetas que se venden cada año. La “resistencia” del tenis hay que buscarla, básicamente, en sus fieles: en su capacidad para mantener una base sólida y, sobre todo, una cultura de club.

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