TradeSport 271 - Diciembre 2018

a fondo 34 FÚTBOL su fuerza queda patente con la cuota conjunta que tienen, superior al 80% en unidades y valor (porcentajes muy superiores a los logrados en los últimos 5 años y síntoma inequívoco de que, con la crisis, el comercio ha apostado por estas dos marcas como valor seguro).Y este poder tan bipolarizado, en un mercado tan maduro, se traduce en una dura guerra entre ambas marcas para robarle cuota a su contrincante. Solo así se explican las barbaridades que se pagan por jugadores, clubes y selecciones… aunque si lo hacen será porque les aportará importantes beneficios. Más allá de esta guerra, y aunque la monopolización del mercado por parte de las dos grandes da poco margen de recorrido a la “competencia”, en una segunda liga se libran batallas tan o más interesantes para convertirse o consolidarse en el último escalón del podio. En nuestro país esta guerra la libran marcas como Joma, Puma, Lotto, Munich, Mizuno o Kelme. Marcas que están haciendo muchos esfuerzos para arañar parte de la cuota de mercado que controlan las grandes apostando por la tecnología y por el diseño y, en la medida de lo posible, intentando que sus estrategias de patrocinio y esponsorización sean lo más efectivas posibles. Algunas tienen a grandes estrellas o a equipos líderes en nómina, y eso, para la imagen de marca, es muy importante. Otras, apuestan por estrategias más vinculadas al diseño o,simplemente, a la construcción de marca. Los resultados, para unas y otras, son bastante buenos, manteniendo una cuota bastante estable desde hace años y logrando, en algunos casos –y en determinados periodos- crecimientos considerables.Y como mejor ejemplo, Joma. EL FÚTBOL SALA: HERMANO… NO TAN PEQUEÑO No tiene, ni mucho menos, las mismas ventas que el fútbol en categorías como las réplicas (su presencia en los medios es testimonial y el deporte profesional tiene pocos seguidores), las equipaciones (hay muchos menos equipos) o los complementos, pero en lo que respecta a las botas, sus cifras son cada vez más parecidas a las del fútbol y en 2017, por ejemplo, superó los 915.000 pares vendidos (por el 1,08 millones del fútbol). Es cierto, como señalan algunos detallistas, que muchos de los pares que se venden bajo el paraguas del fútbol sala sean, al final, calzado de calle, pero para las marcas eso no cuenta. Ni para las tiendas. Son ventas. Ventas que, por cierto, se han conseguido sin tratarse de un deporte mediático, de manera que el mérito es doble. El debate de porque el fútbol sala es tan poco mediático a pesar de mover estas cifras de practicantes y, sobre todos, pese a que España es una potencia mundial, es un misterio. Seguramente el fútbol se lo come todo y deja poco protagonismo, al menos mediático, a cualquiera de sus “semejantes”. Pero lo dicho, lo importante para el sector es que la gente juega… y compra. ¿Y qué compra? Pues como en el fútbol el dominio de las dos grandes es aplastante, sobre todo porque se aprovechan de su fuerza de marca para liderar este segmento (y, en gran parte, gracias a las ventas “junior” de los modelos de las grandes estrella). Sin embargo, su cuota conjunta ronda “sólo” el 50%, y las razones de esta diferencia hay que buscarlas, sobre todo, en el excelente trabajo que llevan años haciendo tres marcas nacionales Todo el mundo sabe perfectamente que, a nivel de ventas, es un deporte estable, con pocos cambios que, cuando se dan, suelen ser a mejor y coincidiendo con los años pares, años de Mundial y Eurocopa. Otro tema es quien manda en este basto universo: y los datos son contundentes: el monopolio de las ventas lo tienen dos marcas, que controlan más del 75% de las ventas en unidades y en valor (siendo optimistas). T

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