TradeSport 268 - Septiembre 2018

a fondo 50 RUNNING como opción de ocio asequible. Y el running, con permiso del bike, ha sido la modalidad que más adeptos ha sumado. El crecimiento, en los primeros años, fue espectacular. En practicantes y en ventas. Y también en tiendas. El problema es que es muy difícil, casi imposible, mantener un ritmo alto durante toda la carrera, sobre todo en distancias largas. Y como era previsible, el crecimiento se ralentizó. Las ventas, obviamente, han caído. Siguen siendo mucho mejores que las de hace unos años, antes de la crisis, pero probablemente las consecuencias de un frenazo o, incluso, de un retroceso, hayan sido mucho peores por el sobredimensionamiento del mercado y por las expectativas (exageradas) puestas en esta modalidad. Lo que el running necesita ahora es mantener un ritmo de crucero. Y seguir sumando adeptos. Desde un punto de vista puramente pragmático, más corredores significa más clientes potenciales. Y a nuestro favor juega la adicción que provoca este deporte, capaz de ir sumando corredores habituales. La duda, ahora, es saber si este target es capaz de sostener una industria que en la última década ha crecido exponencialmente sin preocuparse, demasiado, del futuro a medio y largo plazo. El verdadero reto empieza ahora, cuando, sin la complicidad de la crisis, unos y otros tienen que ayudar a este deporte a seguir creciendo. El running, como el sector en general, ha ganado fuerza sin esforzarse demasiado, pero ahora tocará trabajar para mantener el ritmo y, aunque sea más lentamente, intentar que siga creciendo.Y sin crisis, las cosas no serán fáciles. GESTIONAR EL ÉXITO El sector no ha destacado, nunca, por su capacidad para gestionar sus éxitos. Y ha tenido unos cuantos. Quizás por miedo o quizás por necesidad, siempre que algo ha destacado, en la bonanza o en la crisis, la solución del sector ha sido explotarlo cuanto más rápido mejor. Explotarlo y quemarlo. Hace apenas una década el running era un deporte más. Un deporte al que muchos le daban la espalda. Había bastante gente que corría, pero no la suficiente como para que la especialización ganara terreno al multideporte. Pero de repente la crisis lo cambió todo.Y en unos meses se pasó de llamar locos a quienes corrían por las ciudades a mirar con cierto halo de superioridad a quien no lo hacía. Correr estaba de moda. Y claro, el sector reaccionó. Bueno, para ser justos, reaccionaron las tiendas. Las marcas llevan años trabajando muy bien esta categoría, tanto en marketing como, sobre todo, en I+D, y aunque evidentemente las grandes han cambiado sus estrategias con el auge de práctica, y han llegado a nuestro mercado muchas -muchísimas- nuevas marcas, ha sido la tienda la que más ha cambiado con el boom de este deporte. Durante meses, o años, la demanda era muy buena y la oferta, además de serlo también, era bastante “razonable”. Pero apuntarse a un boom como el del running es relativamente fácil. O eso creían muchos. Y en muy poco tiempo la red de comercios especializados en running se disparó. Exageradamente. Y muchas veces bajo la gestión de gente que no tenía la más remota idea de llevar una tienda y que creían que con la pasión Lo que el running necesita ahora es mantener un ritmo de crucero. Desde un punto de vista puramente pragmático, más corredores significa más clientes potenciales. Y a nuestro favor juega la adicción que provoca este deporte, capaz de ir sumando corredores habituales. La duda es saber si este target es capaz de sostener una industria que en la última década ha crecido exponencialmente sin preocuparse, demasiado, del futuro a medio y largo plazo.

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