TradeSport 267 - Julio-Agosto 2018

a fondo 64 TRIATLÓN po relativamente rápido, las pruebas empezaron a multiplicarse por toda la península. Y se colgaba el cartel de completo a las pocas horas de abrirse inscripciones. Ahora las cosas han cambiado un poco -básicamente por temas burocráticos- pero el intenso -intensísimo- calendario nacional sigue siendo un perfecto reflejo de la buena salud de la que goza este deporte a pesar de los reajustes que se hayan podido dar a nivel de practicantes… y en la oferta. Lo triste es que las administraciones se aprovechen de ello para hacer caja. Que es un deporte accesible ha quedado bastante claro. Al fin y al cabo uno suele luchar contra sus límites y no contra los demás. Otro tema más complejo es si se trata de una modalidad asequible. Y aquí la cosa no está tan clara. Una equipación más o menos decente no baja de los 1200-1500 euros (calzado, bici, neopreno…). Además, son muchos los que, a medida que van mejorando sus tiempos, renuevan su material –a mejor- de manera que estamos ante un deporte que, tanto a corto como a medio y largo plazo, es caro. Por si fuera poco, la gran razón de ser de esta modalidad, es decir, las pruebas, no son precisamente baratas, con lo que la inversión, si se quieren hacer varias pruebas al año, puede dispararse algunos cientos de euros –o miles si se hacen largas distancias nacionales e internacionales- contando la inscripción y el desplazamiento. DARWINISMO COMERCIAL A más de uno le dará la sensación de que el triatlón ha caído en picado por el simple hecho de que en los últimos años se han cerrado muchas tiendas. Y aunque el comercio suele ser un buen termómetro para conocer el estado de un sector, en el caso del triatlón, como está pasando con el bike, el problema es que en su día las tiendas especializadas crecieron muy por encima de lo deseado. De lo que marca la demanda.Y claro, tarde o temprano las cosas vuelven a su sitio. Y eso implica cierres. Muchos. Ha pasado con el triatlón y está pasando con el running, el bike o el pádel. Así pues, y como era más que previsible, uno de los grandes batacazos dentro del mundo del triatlón -probablemente el único- se ha dado a nivel de tiendas. El crecimiento en practicantes también se tradujo, lógicamente, en un boom de las ventas. La demanda era buena, pero se exageró el potencial. Y mucho. Los que llevaban años trabajando esta modalidad ya avisaron en su día de que la burbuja estallaría más pronto que tarde.Y acabaron dando en el clavo. El triatlón tenía recorrido, pero no tanto como algunos pensaron. En un tiempo récord, la oferta multiplicó la demanda, y cuando esto se da en marcas y productos, el problema es relativo, pero si se da en tiendas, las cosas se complican bastante.Y así pasó. En apenas tres o cuatro años se multiplicaron las tiendas especializadas en triatlón. Algunas, incluso, estaban ubicadas en zonas donde no tenía ningún sentido abrir una tienda de estas características. Como en el running, algunos fieles practicantes de triatlón apostaron por lanzarse a la aventura de abrir un comercio especializado, pero lo hicieron creyendo que era fácil. Con mucha pasión, pero con poco sentido común.Y sin tener la más mínima idea de las dificultades que conlleva gestionar un comercio. A más de uno le dará la sensación de que el triatlón ha caído en picado por el simple hecho de que en los últimos años se han cerrado muchas tiendas. Y aunque el comercio suele ser un buen termómetro para conocer el estado de un sector, en el caso del triatlón, como está pasando con el bike, el problema es que en su día las tiendas especializadas crecieron muy por encima de lo deseado.

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