la mujer y con el aerobic como actividad estrella. Pero algo cambio. Probablemente a un nivel más global. La salud ganó protagonismo. Estar fuerte dejó de ser importante y lo pasó a ser estar en forma. Una buena salud física para poder tener una buena salud emocional. Y el entorno, bastante hostil, impuso con cierta contundencia una nueva cultura del bienestar.Y en este contexto los gimnasios reaccionaron.Y de forma tan espectacular como ágil. Las instalaciones se modernizaron con las últimas tecnologías en maquinaria y con una variedad muy amplia de actividades.Y, lo más importante, empezaron a poner al cliente en el eje de sus estrategias. En oferta, en servicios, en precios y en horarios. Y con este cambio todo el universo del wellness ha ganado practicantes a un ritmo bastante bueno, especialmente, como hemos dicho antes, en targets que hasta hace apenas 10 ó 15 años eran muy reacios a pisar un gimnasio. Ahora, en plena consolidación de la Bajo el paraguas del Wellness, el fitness se ha atomizado en un sinfín de actividades vinculadas al bienestar físico y emocional. Pocos cambios en el fitness. Y eso siempre es bueno. Este universo, que hoy en día vive bajo el paraguas del wellness, sigue su crecimiento progresivo. Sin repuntes a destacar, pero avanza a muy buen ritmo. Y eso, con una crisis como la que hemos atravesado, y con unas administraciones que han querido sacar provecho al auge de los gimnasios, tiene mucho mérito. Muchísimo. El fitness sigue creciendo porque ha sabido evolucionar. Y mucho. Deportes como el pádel, el bike o el run han crecido en practicantes, pero no han sufrido transformaciones tan radicales como la del fitness. En apenas una década ha cambiado casi todo. Sobre todo, los gimnasios. En forma y contenido. El fitness es uno de los universos más dinámicos del deporte y eso se deja notar en su constante evolución, sobre todo, en nuevas actividades y nuevos modelos de negocio. ¿Cuándo empezó este cambio? Pues bastante antes de la crisis económica el universo del fitness ya atravesó su propia crisis de identidad. Era imprescindible un salto cualitativo y cuantitativo porque el segmento se había quedado demasiado estancado. Y encasillado. Demasiado enfocado a la musculación y a la mujer. Pero entonces llego el wellness. Y lo cambió todo. Una palabra, una filosofía, y el fitness cambia el chip. Dentro de esta burbuja del bienestar, el fitness inició un cambio radical apoyándose en un nuevo culto a la salud que se imponía a la misma velocidad que la crisis. Un culto al la salud y el bienestar donde el fitness representa la vertiente más atlética; la parte más vinculada al deporte, a los gimnasios. Y esta parte ha sido, en estos últimos años, uno de los muchos salvavidas a los que se ha agarrado el sector para mantenerse en pie durante la crisis. Como el running o el bike, el fitness ha sido vital para sobrellevar la crisis y, también, para que el deporte ganase nuevos adeptos, especialmente en targets que siempre habían sido complicados para el sector. Así, bajo el paraguas del Wellness, el fitness se ha atomizado en un sinfín de actividades vinculadas al bienestar físico –y psíquico-. Actividades de gimnasio y, también, al aire libre o en centros especializados de salud. Para el deporte, algunos apenas tienen trascendencia, pero a nivel global “construyen” un sector con una identidad propia y fuerte. LOS GIMNASIOS MARCAN EL CAMINO Dejando de lado los problemas que conllevó -y sigue conllevando- la subida totalmente injusta del IVA, es obvio que el gran punto de inflexión del fitness hay que buscarlo en los gimnasios y su espectacular evolución. Hace apenas dos décadas, los gimnasios eran centros de musculación. Pesas, máquinas para ganar músculo, alguna actividad dirigida… y poco más. Algunos apostaban por un modelo claramente enfocado a 71
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