La moda sigue marcando la pauta. Y lo más alarmante es que, si bien antes lo hacía en todo lo que tenía que ver con la moda deportiva, hace unos años -no muchos- también se dio cuenta de que podía sacar tajada al textil técnico. Y esta gente cuanto ve oportunidades, se tira de cabeza a por ellas. 33 moda deportiva, se apresuraba a marcar distancias. Son, aunque muchos intenten hacer ver lo contrario, mundos muy diferentes. Y la relación que tiene la mujer con los canales moda y deporte también es muy diferente. A uno, al primero, le ama. Y le ama porque le cuida. Al otro, al nuestro, acude por necesidad.Y poco más. Buscar culpables nunca sirve para nada, pero en cualquier caso lo que sí es justo es sacar gran parte de esa responsabilidad a las marcas. En lo técnico el trabajo ha sido muy bueno. Lo suficiente como para haberse ganado a la mujer. Y no sólo por necesidad imperativa. Las marcas han adaptado sus colecciones a las necesidades y gustos de la mujer y eso, ellas, lo han sabido valorar. En calzado, en textil, en material duro y en prácticamente todas las categorías. La respuesta del comercio especialista, además, ha sido muy buena. El problema es que en todo lo que tiene que ver con el sportwear las cosas son diferentes. Muy diferentes. Algunas marcas –no muchas, seamos realistas- siguen apostando fuerte por las líneas femeninas y hacen un muy buen trabajo. El problema es que el comercio apenas confía en este tipo de colecciones. El look excesivamente masculino de muchas tiendas es un freno para la mujer y la competencia de las cadenas de moda debilita aún más la demanda. Es un pez que se muerde la cola: la mujer no entra en la tienda de deportes a comprar moda deportiva porque no le gusta la tienda; y la tienda no cambia sus estrategias porque,viendo la demanda, cree que no merece la pena. ¿Quién debe dar el primer paso? Parece obvio que,con las alternativas que tiene, no debe ser la mujer. Pero tampoco la tienda es la gran culpable de todo. Es un problema de demanda, y tal y como están las cosas, pedirle a la tienda que apueste por este target más allá de lo estrictamente necesario es un atrevimiento. En cualquier caso, y dejando de lado posibles culpables. Lo que el sector debe entender de una vez por todas, respecto a la mujer y respecto a muchos otros segmentos, es que moda y deporte juegan en ligas distintas. Y aunque podemos discutir sobre gustos y tacto, al final, en la raíz del problema, hay una manera de trabajar muy distinta. La agilidad de la moda, sobre todo de sus grandes cadenas tipo Zara, H&M o Mango, les da capacidad para ganarnos en aspectos tan importantes como la capacidad de adaptarse a nuevas tendencias, la renovación de las colecciones, la rapidez en reponer producto con demanda y, sobre todo, el precio. Y evidentemente, que se ahorren el asfixiante sistema de programaciones a 6 meses vista les da una ventaja competitiva brutal, sobre todo para fidelizar a la mujer y para explotar nuevas vías de negocio… como el deporte. Nos guste o no, no podemos competir con las armas que tiene el canal moda. No podemos luchar ni en precio, ni en oferta, ni en servicio, ni en rotación, ni en agilidad… En nada. Ni siquiera en marca. La batalla de la moda deportiva la hemos perdido porque no tenemos capacidad de competir con las grandes cadenas de moda juvenil ni con la moda más exclusiva. Con los primeros jugamos con muchas desventajas: precio, oferta, tendencias, renovación de las prendas, modernidad, diseño...; con los segundos básicamente se trata de
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