TradeSport 262 - Febrero 2018

El invierno 2017/2018 está siendo bueno. Muy bueno. Ha hecho frío y, sobre todo, ha nevado mucho. Salvo un cambio radical de tiempo, la temporada invernal se alargará más allá de Semana Santa. Y esto, en un sector donde outdoor y deportes de nieve tienen un peso importante (en unidades y, sobre todo, en volumen), es determinante en el global del año. Y en los ánimos del sector en general... TS 59 boom de esquiadores son bastante remotas. Aunque nieve lo que no está escrito. Con o sin nieve, la realidad es que, por mucho que las marcas se esfuercen en innovar y, sobre todo, en potenciar determinadas modalidades –especialmente las que atraen a un target joven- el margen de crecimiento del esquí, en practicantes y en ventas, es bastante limitado. Es muy difícil captar nuevos esquiadores. Por suerte, los que hay, son muy fieles, y con un poder adquisitivo medio-alto o alto. Esquían sí o sí –sobre todo los que tienen segundas residencias cerca de las estaciones- y suelen renovar el material con cierta asiduidad. Además, es uno de los pocos deportes, seguramente el único, que suele pasar de generación en generación y que, cuando se aprende, difícilmente se abandona. Se venderá más o se venderá menos, pero el target está allí. Si el tiempo acompaña y la economía no nos pone más palos en las ruedas, las ventas, tanto de material duro como de textil, suelen ser muy buenas. Y el sector se beneficia de ello. Esta estabilidad que define el esquí en practicantes y ventas también está muy consolidada a nivel de tiendas, sobre todo después de los cierres que hubo en esos inviernos catastróficos. Si hace apenas una década y media o dos las tiendas de esquí se contaban por decenas, ahora el panorama es muy diferente, con una cifra relativamente baja de comercios especializados. Ellos (muchos ubicados en las estaciones), las grandes cadenas que aún apuestan por el esquí y el boom del alquiler, son quienes controlan las ventas. Y a diferencia de otros deportes como running o el bike, las posibilidades de que esta red de comercios especializados crezca son mínimas. Porque el pastel ya está muy repartido y, sobre todo, porque en los últimos años se ha demostrado que, pese a que la especialización es una fórmula de éxito, en determinados segmentos tan dependientes de la climatología, es mucho mejor diversificar. TEXTIL: PUNTO DE INFLEXIÓN El textil, en su globalidad, fue la categoría que peor llevó la crisis. También fue, lógicamente, una de las que más sufrieron los inviernos cálidos. El espectacular batacazo sufrido por estos dos reveses se pudo mitigar, a nivel global, por el fuerte crecimiento del textil técnico, especialmente en deportes como el running, el bike o, incluso, algunas modalidades Outdoor. Este año, con el frío, el textil invierno ha vuelto a ganar terreno. Es cierto que Back Friday o rebajas no ayudan a mantener márgenes, pero viniendo de dónde veníamos, las ventas solo pueden considerarse buenas. O muy buenas. El clima ha acompañado muchoy eso, obviamente, facilita las cosas. Los stocks acumulados van bajando y algunas tiendas están cerrando una excelente campaña de sell-out. La venta de textil es un buen termómetro para saber el estado del sector y este año las cosas han ido bastante bien. Como en el material duro, ha habido unas programaciones más racionales y, además, las marcas se han mostrado un poco más flexibles en las reposiciones, y eso, para el balance final, es determinante. Y como hemos dicho antes, cuando el textil funciona, el sector suele crecer. APROVECHAR EL MOMENTO Si ya es difícil saber qué pasará con el tiempo a corto plazo, imaginen a largo. Quizás cuando lean este artículo hemos pasado una semana calurosa que ha fundido la nieve y todo vuelven a ser lamentos, pero por ahora, disfrutemos del presente. Y el presente es bueno. Crisis superada (a priori) y tiempo favorable. Además, seguramente por experiencia, el sector ve las cosas con mucho menos dramatismo que hace dos o tres años. Seguramente el haber tocado fondo ayuda mucho. Eso y tener claro que las cosas van como van porque la climatología es la que es. Y contra eso no se puede luchar. Depender de la meteorología y, también, de si el ciclo económico es o no favorable tiene sus riesgos. Muchos. Y el sector puede dar fe de ello después de los inviernos cálidos de 2006 y 2007, de los que costó años recuperarse. Por no hablar de la crisis. Y claro, cuando superas esos baches, un invierno suave es un problema menor. El año pasado el invierno se alargó lo suficiente como para que muchas tiendas –y marcas- acabaran satisfechas con las ventas. Y este invierno el balance será bueno. Por mucho que se tuerzan las cosas en estas últimas semanas, con un consumo recuperado y con un consumidor que está saciando las ganas de pisar nieve y montaña en invierno, el balance será sí o sí positivo. A nivel global, claro, porque por barrios siempre habrá quien se queje. De lo que sea. De que vendan más los del online que los del off; de Decathlon, de las marcas… Eso no va a cambiar no que hiele. Quejarse es una costumbre muy del sector. Aunque las cosas vayan bien.

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