Aestas alturas todo el mundo es plenamente consciente de que el tiempo tiene una incidencia muy directa en el devenir del sector. Del futuro, pero, sobre todo, del presente. Sabemos que, salvo extrañas excepciones, tendremos un verano caluroso, y eso nos ayuda a definir las estrategias de muchos meses. El problema son los inviernos. Aquí las cosas cambian un poco. Las previsiones son mucho más complejas y es prácticamente imposible saber, hasta bien entrado el otoño, si nos espera una campaña invernal buena, regular o mala. El invierno 2017/2018 está siendo bueno. Muy bueno. Ha hecho frío y, sobre todo, ha nevado mucho. Salvo un cambio radical de tiempo, la temporada invernal se alargará más allá de Semana Santa. Y esto, en un sector donde outdoor y deportes de nieve tienen un peso importante (en unidades y, sobre todo, en volumen), es determinante en el global del año. Y en los ánimos del sector en general. En la temporada de invierno hay dos universos sobre el que se centran todas las miradas. Por un lado todo lo relacionado con los deportes de nieve, especialmente el material duro; por otro lado, y también estrechamente vinculado con estos deportes, aunque en un plano más global y no sólo técnico, el textil invierno (donde el Outdoor también tiene un peso importante). El calzado se vende bien durante todo el año, pero el textil outdoor cuesta venderlo en meses de calor, y es en invierno cuando esta categoría se juega gran parte de su éxito o fracaso. Y encima no depende de él sino de factores externos, como la economía y, sobre todo, el tiempo. El frío ha dinamizado el sell-out de las colecciones invernales. Y eso, lógicamente, ha animado al sector. Los inviernos cálidos de hace 6 ó 7 años, y de los que costó tantísimo sobreponerse, ya son historia. Nadie nos asegura que no vuelva a pasar lo mismo, pero estas ultimas temporadas y, sobre todo, este frío y nevado invierno, han servido para volver a ganar ritmo en el sellout y, lógicamente, en el sell-in. Si se vende, se compra. EL ESQUÍ, REDIMENSIONADO, APROVECHA LA NIEVE Llevamos tiempo diciéndolo: el esquí es, probablemente, uno de los sectores que más ha cambiado en la última década. Y el cambio fue forzado. Y muy duro. El espectacular revés que sufrió durante los inviernos cálidos de los que hablábamos antes puso en jaque al segmento. Al borde del jaque mate. En España y en toda Europa el descalabro fue histórico. Sin nieve no hay ventas, y sin ventas hay mucho miedo. Y cierres. Por suerte, y a pesar de los daños colaterales, al final el esquí fue capaz de aprender la lección y darse cuenta de que, durante muchos años, las cosas se veían mucho mejor de lo que en realidad eran. La industria se redimensionó y empezó a trabajar de una forma mucho más racional tanto en la fabricación como en las programaciones. Muchas tiendas se quedaron en el camino, alguna de ellas histórica, pero las que aguantaron el terremoto redefinieron sus estrategias. Y también las marcas lo hicieron, apostando por una producción más acorde con la realidad del mercado. Este cambió sirvió para estabilizar un segmento que, por volumen, es vital para el sector. ¿Volveremos a tener inviernos cálidos? Seguro que sí, pero la lección está más que aprendida. Cuando las ventas cayeron en picado se pusieron en evidencia los fallos del sistema. Fallos que marcas y tiendas han corregido. Cuando se hacen previsiones mucho más racionales y comedidas, el batacazo se asume con bastante menos dramatismo. En esta nueva filosofía del esquí, el primer paso fue entender que el potencial que muchos auguraban al esquí no era tal. El techo en practicantes está muy cerca, y aunque el auge de nuevas modalidades –impulsado por las marcas- ha servido para dinamizar las ventas, las cifras de practicantes habituales apenas han variado. Ir a esquiar sigue siendo uno de los deportes más caros de practicar, tanto por el material necesario como por el elevado coste que conlleva el desplazamiento (hoteles, restauración, forfaits…). Y con este panorama, que muy poco tiene que ver con marcas y tiendas, las posibilidades de experimentar un fuerte Con o sin nieve, la realidad es que, por mucho que las marcas se esfuercen en innovar y, sobre todo, en potenciar determinadas modalidades –especialmente las que atraen a un target joven- el margen de crecimiento del esquí, en practicantes y en ventas, es bastante limitado. I N V I E R N O El frío cambia los ánimos TS 58
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