TS 63 son una clara demostración de las ventajas que aporta fabricarse uno mismo las palas. AHORA… ¿O NUNCA? Toca dar un paso. Sí o sí. Y no será fácil. La internacionalización, por ejemplo, se antoja como una quimera. Los pocos pasos que se han dado no han servido para mucho. Ni han tenido el apoyo que cabría esperar de quienes más les interesa salir de nuestras fronteras. Y al final, podemos hablar de marcas, de comercio especializado, de competencia o de deslealtades, pero lo que es obvio es que el futuro del pádel pasa, sí o sí, por ganar mercados. Aquí, en nuestro país, cambiar las cosas será muy difícil. Al menos a corto plazo. Reducir la cifra de marcas es muy complicado, y para muchas marcas las posibilidades de no ver sus planes frenados pasa por salir de España. 200 marcas y, siendo optimistas, apenas dos o tres mercados donde se juega, dejan claro que por muy buen ritmo que tenga el pádel en nuestro país, o empieza a abrir nuevos mercados o tiene un futuro bastante negro, sobre todo para el 90% de las marcas. Si no es capaz de ganar protagonismo en otros países, morirá de éxito. Y entonces la selección natural –y la “piratería”- serán mucho más crueles de lo que ya son. En marzo de 2014, ahora hace dos años, se puso en marcha la Comisión Española de la Industria del Pádel, impulsada por Afydad, la Asociación Española de Fabricantes y Distribuidores. Con más de 20 marcas de material, constructores de pista o instalaciones deportivas, el objetivo de esta comisión es doble: por un lado buscar fórmulas para potenciar este deporte más allá de nuestras fronteras, y por el otro, reordenar el mercado nacional y buscar soluciones para poner fin a la sobreoferta y a determinadas prácticas de distribución. Sin embargo, hasta la fecha, los objetivos no se han cumplido, sobre todo el de la internacionalización. Cuando se ha intentado exportar este deporte al centro de Europa o a países con una fuerte tradición de tenis se ha fracasado. Y el Padel Village de ISPO es un buen ejemplo de ello. Y no hay culpables y no culpables, pero aunque sólo sea por interés personal, las marcas deberían apoyar –más- cualquier iniciativa que ayude a este deporte a ganar mercados. Si no se consigue, el futuro es la madurez. Y la guerra de precios. Al menos hasta que mueran el 70% de las marcas... (el 30% restante no se salvarán de sufrir algún daño). Después, con el mercado reordenado, estabilidad. Que tampoco es un mal futuro. El volumen que mueve el pádel es muy importante y, como el tenis, puede sobrevivir en esa estabilidad si la cifra de competidores es razonable. Respecto al comercio, el pádel seguirá siendo un deporte con mucha presencia en el canal. El 50,84% de las tiendas (con una media de más de 4 marcas) ya trabaja este universo y la lógica impone que, más allá de las grandes superficies y de algunos multideporte multiespecialistas que se han volcado en esta modalidad (y que controlan una cuota importante del pastel), sean las tiendas especialistas –físicas y sobre todo online- quienes vayan ganando terreno. El ritmo de aperturas, como en el running, se frenará considerablemente, y la lucha será entre estos especialistas, Decathlon, El Corte Inglés, algunas otras cadenas que están trabajando bien el pádel y los multideporte que se han volcado en el pádel. Que son muchos. El futuro tiene dos caminos (ambos muy complicados), y el pádel tiene que elegir, ya, cual prefiere. Toca dar un paso. Sí o sí. Y no será fácil. La internacionalización, por ejemplo, se antoja como una quimera. Los pocos pasos que se han dado no han servido para mucho. Ni han tenido el apoyo que cabría esperar de quienes más les interesa salir de nuestras fronteras. Y al final, podemos hablar de marcas, de comercio especializado, de competencia o de deslealtades, pero lo que es obvio es que el futuro del pádel pasa, sí o sí, por ganar mercados.
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