TradeSport 250 - Enero 2017

del pádel (que “roba” algunos jugadores potenciales y, sobre todo, instalaciones e inversiones); y también es bastante improbable que pierda fieles. Es un deporte con mucha tradición y con jugadores que, aunque puedan apostar también por el pádel, difícilmente dejarán el tenis. Si nos centramos en las ventas, el resumen es exactamente el mismo: máxima estabilidad. Aunque ahora mismo la mayoría de tiendas multideporte y, también, especializadas, están volcando muchos esfuerzos en el pádel, el tenis sigue siendo un deporte con mucha presencia y con una buena rotación durante todo el año. Las variaciones interanuales en los últimos años son poco destacables, lo que reafirma la idea de que probablemente estemos ante uno de los deportes más maduros del sector. Como en otros muchos deportes que están en plena madurez o la rozan, el futuro de las marcas pasará por arañar cuota a sus competidores. Practicantes apenas se van a ganar, así que será la lucha entre marcas, con la tecnología como eje de las estrategias, la que definirá el futuro de las marcas. Y todo ello teniendo en cuenta que el tenis es un deporte donde la marca, especialmente de las raquetas, tiene mucho peso. En cuanto al pádel, mucho que decir. Entre otras cosas porque hace dos décadas no existía en España. Pese a su espectacular crecimiento, el pádel sigue teniendo un futuro esperanzador. Las cifras invitan al optimismo, es obvio, pero los castillos pueden desvanecerse de golpe si no se superan algunas de las barreras que tiene este deporte, especialmente su escasísima práctica más allá de España, Argentina y algún que otro país, y la exagerada lista de marcas que hay en el mercado: más de 250 actualmente. Comencemos por el segundo de los “escollos”, es decir, la sobreoferta. Que hoy por hoy haya en el mercado más de 250 marcas de palas es, simplemente, esperpéntico. Algunos dirán que la mayoría tienen ventas residuales, es cierto, pero esas ventas residuales, sumadas, acaban pasando factura a las grandes de este segmento, las que llevan años luchando por levantarlo, que invierten y que son, en definitiva, quienes dinamizan este mundo. Que están en el pádel para ganar dinero, claro, pero se implican en este deporte más allá de lo que pueda ser una moda. Evidentemente que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio, pero en el camino habrá daños colaterales. Es demasiado fácil lanzar una marca. Y la ley de mercado es contundente en esto: a más marcas, más trampas. La historia del pádel es una historia de crecimiento. De practicantes y de oferta. A veces lógica y necesaria, a veces exagerada y dañina. Su crecimiento relativamente repentino conllevó un espectacular desembarco de las grandes marcas del tenis en este segmento. Todas, sin excepción –unas más rápido que otras- desarrollaron colecciones de pádel, y el segmento quedó dividido entre las marcas especializadas únicamente en pádel y aquellas cuya oferta cubría todo el segmento de los deportes de raqueta. Hasta aquí todo bien. Y lógico. El problema es que no tardaron en sumarse a la lista varias decenas de marcas sin tradición y que, con una política comercial dudosa –por ser suaves- reventaron el mercado e impidieron estructurarlo mínimamente para poder avanzar con ciertas garantías de trasparencia. Que haya 250 marcas o más implica, sí o sí, una guerra sucia –entre estas marcas minoritarias y, también, con la participación de alguna no tan pequeña- que acaba afectando a todo el segmento. Y al final las cifras son tan contundentes como preocupantes: el pádel es el deporte con mayor índice de promociones . En cuanto a ganar mercados, la cosa es muy simple: podemos hablar de marcas, de comercio especializado, de competencia o de deslealtades, pero lo que es obvio es que el futuro del pádel pasa, sí o sí, por la internacionalización. Por muy bien que vaya el pádel en España, o empieza a abrir nuevos mercados o en pocos meses toca techo. Es una encrucijada muy fácil de entender: el TS 35 Estabilidad. Esa es, sin duda, la palabra que mejor define el estado del segmento fútbol. Ni crisis, ni moda, ni deportes que disparan sus índices de práctica: nada ha logrado desestabilizar al fútbol. Sigue, sin alteraciones destacables, a velocidad de crucero. Y ni a corto, ni a medio ni a largo plazo, nada va a cambiar.

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