TS 32 El proceso de extensión de las ciudades, de hacerse más grandes hacia fuera, ha llevado en muchos casos a que en la periferia se instalen espacios comerciales, enormes en algún caso, que quieren concentrar en un único punto una amplia oferta de establecimientos de venta de cualquier producto, mercado, servicio, etc. Con él, se expandieron al mismo tiempo nuevos modelos de negocio principalmente franquicias, que aprovechaban esta proliferación de “centros comerciales” como modelo de crecimiento paralelo. Esta expansión “vació” en algunos casos los centros de las ciudades, los barrios, porque la gente se desplazaba hasta estos templos del consumo atraídos por sus construcciones y porque allí “había de todo”. ¿Qué pasó con el comercio habitual? ¿Cómo abordó este hecho? Con todo ello además, las conductas de compra se modificaron: un punto centralizado y distribuido a su vez en la oferta. Las tiendas, nuestro comercio, fueron nuestras expertas en su mercado particular. Acudíamos a ellas para conocer novedades, tendencias, conocer y “tocar” lo del día, lo fresco, aquello que nos traía aquel agricultor, aquel carnicero, aquella persona que se encargaba de distribuir todo aquello en el momento adecuado. Si se necesitaba algo, identificábamos claramente dónde acudir y a quién preguntar. Si éramos fieles, y la tienda y sus responsables lo sabían, nos permitían hasta llevarnos a casa un producto, probarlo y devolverlo si no interesaba, o pagarlo al día siguiente. Era mi tienda de toda la vida. Formaba parte de mi vida. Era difícil no enumerar los establecimientos a los que se acudía. Era todo un valor. Lo digital nos permite acceder rápidamente a un ingente volumen de información de todo tipo. Estamos actualizados al segundo, o encontrando información o llegándonos mensajes en cualquier momento acerca de cualquier tema. Lo digital ha hecho que además “voces anónimas personalizadas“, con sus espacios digitales, muestren, opinen, ayuden, expresen sus vivencias personales y profesionales, que nos llegan con mayor atención que la que las propias marcas nos dan, también y en ocasiones, casi a la misma velocidad. Personas y marcas se sitúan al mismo nivel. Opiniones e información, se sitúan casi de forma indiferenciada. ¿Quién es hoy nuestra experta / nuestro experto a la hora de adquirir un producto / servicio? Esta difícil pregunta tiene también difíciles respuestas, porque están llenas de matices. Marcas, personas, espacios de venta, comercios juegan roles casi iguales y al mismo tiempo, no discernimos cuál de ellos prevalece sobre cual. Lo que sí es cierto es que el comercio entendido más allá del espacio físico, necesita una repensada importante. Porque su antaño papel no tiene nada que ver con el rol que puede y debe jugar hoy. Las personas y las marcas (no todas, evidentemente) están variando comportamientos por lo que es al propio comercio a quien le toca ahora más que nunca adaptarse a ello. Y en esa adaptación ser capaz de jugar un nuevo sentido desconocido hasta ahora. El retail es uno de los sectores, precisamente, que mayor transformación está sufriendo. La tecnología ayuda e incorpora nuevas y sorprendentes posibilidades a los espacios físicos. La fidelización (en algunos casos) surge más como mecanismo de defensa que como oportunidad de experiencia de usuaria/o. Pero en realidad el retail debe entender que lo que le hace cambiar es cómo las personas están evolucionando en sus actitudes. La tienda dejó de ser ese espacio de novedad. El espacio físico se ha convertido en un espacio de relación entre clientes, dependientes y servicios alrededor de productos. El expertise a la hora de comprar está más cerca de comprender necesidades que no en “colocar” novedades de producto. Lo digital ha adelantado en muchas ocasiones la fase de discriminación de las ofertas existentes y la pregunta ahora es “por qué he de adquirir este producto en una tienda y no on-line“. Y esa pregunta debiera ser motivo suficiente para replantearse qué papel ha de jugar el espacio comercial. Nos pasa con la ropa, con los coches, con la alimentación, nos pasa con producto imperecedero e incluso ya con el perecedero. Si yo accedo a información que me permita conocer más el producto, ¿qué me ofrece la tienda? Es en las fronteras entre diferentes personas, es en las fronteras entre los diferentes contextos, es en las fronteras entre lo off y lo on, donde el retail tiene toda su oportunidad. Espacios afines, experiencias relacionadas con las personas, donde las personas no sientan que tienen la necesidad de comprar, sino la oportunidad de seguir “aprendiendo” y de seguir construyendo y reafirmando su propia personalidad. Es ahí donde se construyen vínculos. En la experiencia. El hecho es que los grandes centros comerciales están perdiendo peso. Puede ser la crisis económica que afecta a la capacidad de compra. Puede ser. O también que en este templo de consumo, hemos dejado de ser personas para convertirnos en “un número de personas que han entrado en mi establecimiento“. Puede también. Puede ser que internet y el e-commerce dejen de ser una amenaza para convertirse en una oportunidad y en una fortaleza en las relaciones con nuestros clientes. Seguro. El caso es que el futuro del comercio está más relacionado con las experiencias vividas y no tanto en los productos que se venden. Y ahí sí que queda mucho por hacer. Afortunadamente. Artículo publicado por Juanjo Brizuela en www.equiliqua.net Lo importante es la experiencia de compra El comercio entendido más allá del espacio físico, necesita una repensada importante. Porque su antaño papel no tiene nada que ver con el rol que puede y debe jugar hoy. Las personas y las marcas (no todas, evidentemente) están variando comportamientos por lo que es al propio comercio a quien le toca ahora más que nunca adaptarse a ello. Y en esa adaptación ser capaz de jugar un nuevo sentido desconocido hasta ahora. El futuro del comercio está más relacionado con las experiencias vividas y no tanto en los productos que se venden. Y ahí sí que queda mucho por hacer. Afortunadamente. ARTÍCULO DEL MES
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