TradeSport 244 - Junio 2016

ESPECIAL TRIATLÓN El triatlón coge aire. Después de unos años de fuerte crecimiento (venía de muy abajo), el oleaje que parecía acompañar a este deporte parece haberse calmado. Lo que en un principio podía parecer una moda, acabó convirtiéndose en una tendencia que reforzó la identidad de un deporte que, aunque sigue siendo minoritario, ha conseguido construir una base muy sólida, tanto de practicantes como, también, de oferta. Y con el tiempo, con las cosas más calmadas, lo que deja la tormenta es un deporte consolidado, mucho más fuerte que hace una década, pero seguramente con mucho menos potencial del que se le auguraba cuando empezó su espectacular auge (uno de los más importantes de los últimos años porcentualmente hablando). Sigue creciendo en practicantes –en este último año lo ha hecho mucho en federados- y sus volúmenes de venta siguen siendo muy buenos, pero camina a un ritmo mucho más lógico y, tras la previsible selección natural (la oferta se disparó muy por encima de la demanda), se está asentando en el sector como un segmento fuerte, estable y capaz de generar bastante dinamismo en el universo del triatlón y, también, en el del bike, el running o la natación. ACCESIBILIDAD Y AUTOSUPERACIÓN: LA BASE DEL CRECIMIENTO Cuando un deporte experimenta un fuerte crecimiento en practicantes y, por ende, en ventas (nunca suele pasar lo inverso) lo primero que debemos intentar analizar es el por qué. Y probablemente la primera razón que nos venga a la cabeza cuando pensamos en el triatlón sea que esta modalidad engloba a dos de las disciplinas que más han crecido en los últimos años (running y bike). Y con eso ya está casi todo dicho, porque ambas modalidades han “derivado” a muchos de sus practicantes al triatlón, sobre todo desde el running. Correr se ha convertido en una rutina necesaria para muchos españoles y un paso lógico, para la mayoría, ha sido probar con el triatlón. Seguramente el running tenga mucho más que ver con un tema de salud y bienestar que el triatlón, pero también tiene mucho de reto. Además, aunque a muchos les pueda parecer que el triatlón es una disciplina muy exigente y sólo al alcance de grandes deportistas, una de las razones que ha propiciado su auge ha sido su accesibilidad. El triatlón no es sólo un Ironman, y no hace falta ser un superhombre para convertirse en un finisher . Cualquiera que tenga un mínimo de preparación física puede afrontar sin problemas algunas de las distancias más cortas (supersprint, sprint e, incluso, Olímpica). Y de esto saben mucho los organizadores de proveas amateurs, que han jugado muy bien sus cartas y han aprovechado a la perfección las posibilidades que ofrece este deporte en cuanto a distancias. Estas pruebas populares son el mejor termómetro para saber cómo marcha un deporte a nivel de practicantes. Y en el caso de triatlón, en un tiempo relativamente rápido, las pruebas empezaron a multiplicarse por todo la península y, además, se colgaba el cartel de completo a las pocas horas de abrirse inscripciones. Y así sigue ocurriendo hoy en día, reflejo de la buena salud de la que goza este deporte a pesar de los reajustes que se hayan podido dar en la oferta. Otro motivo importante del boom de este deporte tiene que ver mucho con la superación personal. Para casi todo el mundo, sobre todo los que empiezan, un triatlón es un reto. Aunque sea la distancia más corta. Además, como pasa en deportes como el running, la media de edad de los triatletas suele ser relativamente alta, entre los 30 y los 45. Quizás la crisis de los 40 o quizás edades donde uno es más exigente consigo mismo, necesita desestresarse del trabajo y empieza a plantarse retos. Eso, y que deportes como el running o el bike son individuales y su práctica no depende de si se puede coincidir o no con otros. Accesible lo es, ha quedado claro. Porque al fin y al cabo uno suele luchar contra sus límites y no contra los demás. Otro tema más complejo es si se trata de una modalidad asequible. Y aquí la cosa no está tan clara. Una equipación más o menos decente no baja de los 1200-1500 euros (calzado, bici, neopreno…). Además, son muchos los que, a medida que van mejorando sus tiempos, renuevan su material –a mejor- de manera que estamos ante un deporte que, tanto a corto como a medio y largo plazo, es caro. Por si fuera poco, la gran razón de ser de esta modalidad, es decir, las pruebas, son cada vez más caras, con lo que la inversión, si se quieren hacer varias pruebas al año, puede dispararse algunos cientos de euros –o miles si se hacen largas distancias nacionales e internacionales- contando la inscripción y el desplazamiento. No es extraño, en este sentido que, aunque haya excepciones, el triatleta suela tener un poder adquisitivo alto. Lo que en un principio podía parecer una moda, acabó convirtiéndose en una tendencia que reforzó la identidad de un deporte que, aunque sigue siendo minoritario, ha conseguido construir una base muy sólida, tanto de practicantes como, también, de oferta. TS 33 Recuperando la normalidad El triatlón debe aguantar el ritmo de crucero que tiene hoy en día. Sin esperar grandes cambios, sin buscar otro boom. Mantenerse con lo que tiene, que es mucho, y seguir explotando aquello que lo hace fuerte. Hay margen para seguir ganando terreno, pero si nos empeñamos en exprimir demasiado este potencial, puede que estemos más cerca que lejos de la madurez.

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