TradeSport 242 - Abril 2016

PAU FRANCH, Redacción La historia de la participación femenina en el mundo del deporte es un espejo en el que observar la presencia de las mujeres en la propia sociedad. El deporte, como muchos otros ámbitos cotidianos puede explicarse como un microcosmos donde se reflejan los principales rasgos de las sociedades. En este sentido, si analizamos el papel de las mujeres a lo largo de los siglos en el mundo del deporte podremos obtener de manera más o menos honesta la evolución y el papel que han tenido las mujeres en nuestras sociedades. En la antigua Grecia, el deporte era una actividad reservada generalmente a los hombres, aristócratas y físicamente perfectos. En consecuencia, las Olimpiadas que se celebraban en aquella sociedad antigua estaban reservadas únicamente a los hombres griegos y libres. Las mujeres, evidentemente, no podían participar en los Juegos, ni tampoco asistir a los estadios para presenciar los espectáculos. El mundo del deporte evidenciaba de manera simple pero real el papel que tenía aquella sociedad para el sexo femenino. Siglos más tarde, y con la organización de los primeros Juegos Olímpicos modernos en Atenas 1896, la participación de las mujeres en el mundo del deporte continuaba siendo mísera y detestable. En aquella edición ninguna mujer participo del espectáculo deportivo. Sí que lo hicieron unas pocas en las Olimpiadas de París de 1900, aunque de forma no oficial. Y no fue hasta 1920, en los Juegos de Amberes que pudieron hacerlo de modo oficial. Desde entonces, la participación de las mujeres en el mundo del deporte y en particular en los Juegos Olímpicos ha ido evolucionando hasta alcanzar prácticamente la igualdad respecto al hombre. En los Juegos de Londres 2012, las mujeres participantes significaban ya el 45% de los deportistas totales. El incremento de las mujeres en el mundo del deporte y en los Juegos Olímpicos a lo largo del siglo XX refleja el avance, la lucha y la obtención de muchos de los derechos básicos que las propias mujeres han ido consiguiendo con los años. BRECHA EXAGERADA la presencia de las mujeres en el mundo del deporte sigue estando lejos de la de los hombres. Hoy en día, las mujeres aún arrastran el pensamiento machista global que impera en las sociedades modernas y que las aleja de la práctica del deporte. En España, por ejemplo, en datos del Anuario de Estadísticas Deportivas del 2015, realizado por la Subdirección General de Estadística y Estudios de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el número de deportistas masculinos de alto nivel dobla prácticamente al de mujeres, y si nos fijamos en datos más concretos, el número de licencias federadas masculinas es cuatro veces mayor que el de mujeres. La desigualdad en el mundo del deporte no solo incumbe a los deportistas sino también a todo lo que los rodea. El 46,5% de los hombres han asistido en el último año a un evento o espectáculo deportivo en datos de 2015, mientras que tan solo el 28,2% de las mujeres lo han hecho. La diferencia es aún mayor si nos fijamos en el porcentaje de personas que se han informado acerca del deporte por prensa o medios audiovisuales al menos una vez al año: un 77,6% en caso de los hombres y un 46,5% en el de las mujeres. En referencia a los empleos vinculados al deporte el género masculino también supera al femenino. En el año 2014, un total de 102.000 hombres trabajaban en el sector deportivo en España Una lucha constante por la igualdad MUJER Y DEPORTE El incremento de las mujeres en el mundo del deporte y en los Juegos Olímpicos a lo largo del siglo XX refleja el avance, la lucha y la obtención de muchos de los derechos básicos que las propias mujeres han ido consiguiendo con el paso de los años La desigualdad entre hombres y mujeres en el mundo del deporte es un hecho, como lo es también en nuestra sociedad. Los esfuerzos que se han hecho des de los gobiernos, las federaciones y diferentes colectivos feministas para lidiar con esta brecha han servido para reducirla, pero no para liquidarla TS 26 Kathy Switzer fue la primera mujer en correr una maratón (Boston, 1967) con dorsal, prueba que estaba destinada exclusivamente a los deportistas varones. Los comisarios intentaron echarla, pero otros corredores lo impidieron.

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