TradeSport 240 - Febrero 2016

ESPECIAL INVIERNO El tiempo es caprichoso y puede que cuando lean este artículo el frío polar haya llegado a nuestra zona y, además, haya llovido. Eso, poco probable, sería muy bueno para las marcas y las tiendas. Aunque siendo realistas, ya es un poco tarde para salvar la temporada. Y más con la semana santa a la vuelta de la esquina. El invierno 2015/2016 ha sido malo. No hay mucho más que decir. Sin frío y sin lluvia las posibilidades de que las cosas no se tuerzan son muy remotas. Y si a eso le añadimos una crisis que se supera, pero no del todo, hay poco margen para el optimismo. Y menos aún en textil. El calzado, especialmente en determinadas modalidades, aguanta el tipo e, incluso, dinamiza las ventas, pero la ropa, demasiado dependiente del tiempo, lo está pasando mal. En la temporada de invierno hay dos universos sobre el que se centran todas las miradas. Por un lado todo lo relacionado con los deportes de nieve, especialmente el material duro; por otro lado, y también estrechamente vinculado con estos deportes, aunque en un plano más global y no sólo técnico, el textil invierno (donde el Outdoor también tiene un peso importante). El calzado se vende bien durante todo el año, pero el textil outdoor cuesta venderlo en meses de calor, y es en invierno cuando esta categoría se juega gran parte de su éxito o fracaso. Y para bien o para mal –últimamente sólo para mal-, son dos mundos que dependen básicamente de la climatología: su hay frío, hay ventas; si el invierno es cálido, hay lamentos. EL ESQUÍ SE DIMENSIONA El esquí ha cambiado mucho en la última década. El espectacular revés que sufrió durante los dos inviernos cálido de hace unos años puso en jaque al segmento y aunque hubo cierto riesgo de quiebras, al final el esquí fue capaz de aprender la lección y darse cuenta de que, durante muchos años, las cosas se veían mucho mejor de lo que en realidad eran. La industria se redimensiono y empezó a trabajar de una forma mucho más racional tanto en la fabricación como en las programaciones. Ahora, sin nieve ni frío, el hecho de que muchas marcas y tiendas hayan redefinido sus estrategias y hayan apostado por la producción o la programación más acorde con la realidad del mercado, ha estabilizado bastante un segmento que, por volumen, es vital para el sector. Y eso quedó claro en ISPO, donde a pesar de que las condiciones meteorológicas han sido nefastas en toda Europa, el segmento estaba bastante animado, confiado en el futuro. Es difícil caer hasta donde se cayó hace años, y ahora los reveses se encajan mejor. Cuando las ventas cayeron en picado se pusieron en evidencia los fallos del sistema. Fallos que marcas y tiendas parecen haber corregido. Obviamente la temporada está perdida y pocas marcas confían en poder rascar algo a estas alturas, pero cuando se hacen previsiones mucho más racionales y comedidas, el batacazo se asume con bastante menos dramatismo. “El año que viene será mejor”… En esta nueva filosofía del esquí, el primer paso fue entender que el potencial que muchos auguraban al esquí no era tal. El techo en practicantes está muy cerca, y aunque el auge de nuevas modalidades – impulsado por las marcas- ha servido para dinamizar las ventas, las cifras de practicantes habituales apenas han variado. Ir a esquiar sigue siendo uno de los deportes más caros de practicar, tanto por el material necesario como por el coste que conlleva el desplazamiento (hoteles, restauración, forfaits…). Y con este panorama, que muy poco tiene que ver con marcas y tiendas, las posibilidades de experimentar un fuerte boom de esquiadores son bastante remotas. Sobre todo si no hay nieve. Con o sin nieve, la realidad es que, por mucho que las marcas se esfuercen en innovar y, sobre todo, en potenciar determinadas modalidades –especialmente las que atraen a un target joven y a las mujeres- el margen de crecimiento del esquí, en practicantes y en ventas, es bastante limitado. Es muy difícil captar nuevos esquiadores. Por suerte, los que hay, son muy fieles, y con un poder adquisitivo medioalto o alto. Esquían sí o sí –sobre todo los que tienen segundas residencias cerca de las estaciones- y suelen renovar el material con cierta asiduidad. Además, es uno de los pocos deportes, seguramente el único, que suele pasar de generación en generación y que, cuando se aprende, difícilmente se abandona. Se venderá más o se venderá menos, pero el target está allí. Esta estabilidad que define el esquí en practicantes y ventas también está muy consolidada a nivel de tiendas. Por sus caA finales de verano las primeras noticias sobre una posible salida de la crisis hicieron correr cierto optimismo por el sector, pero cómo la experiencia es un grado, faltaba un detalle importante: saber a qué invierno nos enfrentaríamos. Y la realidad no ha sido precisamente buena para el sector. El sector siempre ha visto el vaso medio vacío y con la crisis los lamentos trágicos se multiplicaron exponencialmente. Ahora, sin embargo, las reacciones son bastante diferentes. Quizás por resignación, quizás por experiencia, el sector ve las cosas con mucho menos dramatismo que hace dos o tres años. Seguramente el haber tocado fondo ayuda mucho. Sin noticias del frío TS 57

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