empeñen en defender los políticos del gobierno, frenó en seco la evolución del segmento poniendo en peligro la continuidad de muchas instalaciones y, sobre todo, los puestos de trabajo de miles de profesionales. Y por otro lado, el cambio radical que han experimentado tanto los gimnasios como las modalidades que en ellos se imparten. Empecemos por el IVA. La verdad es que tampoco hay mucho que decir. Pasar del 8& al 21% fue, simplemente, una sinrazón. Sinrazón que, además, se dio en el peor momento posible, cuando los gimnasios ya estaba sufriendo una fuerte caída de los socios por culpa de la crisis. ¿Por qué se hizo? Difícil de entender. Seguramente Rajoy y compañía vieron el potencial de este mundo y decidieron aprovecharse de ello. Mejor pensar eso que creer que quienes nos gobiernan defienden que la actividad deportiva es un lujo –al que se le aplica el IVA del lujo- en vez de verlo como un hábito saludable que, si en vez de frenarlo, se potencia, puede suponer mucho ahorro a las arcas del Estado. Supongo que su decisión dice mucho del apoyo que la administración hace al deporte no profesional y a la salud en general (pese al agujero que hay en la seguridad social). Es esperpéntico que sea más alto el IVA de hacer deporte que el de ir a verlo. Para el Gobierno el deporte es espectáculo y no salud. Y así nos va. ¿Es posible hacer un frente común para intentar presionar a las administraciones para que pongan fin a esta medida y se vuelva al 8%? Parece complejo. Desde la FNEID y otras asociaciones se intenta. Y con cierta contundencia. Pero nada. Hace tiempo que se anuncia una reforma fiscal y podría ser que el IVA volviera a reducirse, pero nada invita a ser optimistas. La mejor opción, seguramente, es buscar alternativas para equilibrar la subida. Alternativas como las que desde la fatal decisión del ejecutivo, propone la FNEID y entre las que destaca una bonificación del 50% en la cuota íntegra del Impuesto sobre Sociedades a empresas de instalaciones deportivas privadas por la prestación de servicios relacionados con la práctica del deporte o un plan de exenciones, desgravaciones fiscales para aquellas empresas que invierten en programas de salud y bienestar para sus trabajadores, o que los ciudadanos inscritos en un gimnasio o centro deportivo puedan desgravar en su declaración de la renta parte del importe anual satisfecho por las cuotas correspondientes. Lo ideal sería lograr lo que han conseguido los noruegos, cuyo IVA en deporte es del 0% porque su gobierno considera que hacer deporte es necesario, pero probablemente el sector se conformaría con un caso como el alemán, donde el impuesto también es de los más altos (al 20%), pero hacer deporte desgrava. Razones para defender, ya no la vuelta al 8% sino, al menos, medidas de compensación, las hay. Y muchas, comenzando por la sanidad. El deporte no es un lujo, es salud. Cada euro invertido en deporte implica un ahorro en sanidad de tres euros. Y eso, en un país donde el 42% de la gente no hace deporte y donde la obesidad tiene índices tan alarmantes, es vital para mantener el estado del bienestar. En cuanto al segundo gran punto de inflexión, es decir, la trasformación radical de los gimnasios y el boom de muchas modalidades, basta con decir que es una consecuencia lógica de la nueva cultura del bienestar que se lleva construyendo desde finales de los 90 y que vincula el deporte a la salud y no sólo al físico. Los viejos gimnasios donde la musculación acaparaba todo el protagonismo son parte del pasado y poco a poco los gimnasios se han ido convirtiendo en centros de salud. Las actividades se han multiplicado exponencialmente y el fitness, en su definición más clásica, no tardó en ser devorado por el nuevo mundo del wellness, cuyo gran “secreto” era aunar salud y deporte y promover la práctica deportiva como condición indispensable para estar bien emocionalmente. Y en este contexto, repetimos, los gimnasios tuvieron mucho que ver: las instalaciones se han modernizado con las últimas tecnologías en maquinaria y con una variedad muy Lo que hace una década conocíamos como fitness ha desaparecido por completo. Tanto el qué, como el cómo, el dónde o el cuándo. Ahora, bajo el paraguas del Wellness, ese fitness se ha atomizado en un sinfín de actividades vinculadas al bienestar físico –y psíquico-. La parte más vinculada al deporte de este universo fitness, es decir, todo lo que tiene que ver con la práctica deportiva, desde marcas hasta gimnasios, ha experimentado dos grandes cambios en esta última década. Por un lado, obviamente, la traicionera subida del IVA, y por el otro lado, el cambio radical que han experimentado tanto los gimnasios como las modalidades que en ellos se imparten. TS 67
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