TradeSport 228 - Enero 2015

TS 93 Hacía falta encadenas dos años más o menos buenos. Mucha falta. Desde que en 2006 el segmento se viera fuertemente sacudido por la falta de nieve y por las altas temperaturas invernales, su historia está llena de altibajos (más bajos que altos) y pese a que en algún invierno parecía que las cosas empezaban a estabilizarse, no fue hasta finales de 2013 que el mundo de la nieve empezó a mostrarse relativamente optimista. El invierno en 2014 quizás no empezó como muchos esperaban, pero poco a poco el frío y la nieve (más lo primero que lo segundo) han empezado a atraer a los esquiadores a las pistas. Ganas no faltan. La crisis, obviamente, ha condicionado mucho las cosas, y en un ciclo económico favorable, probablemente estaríamos hablando de un buen año, pero viniendo de donde veníamos, los resultados de la última temporada y los que se antojan en esta son más que suficientes para contentar a un segmento ávido de buenas noticias. Tanto en material duro como, también, en el textil. Las tiendas aún tienen bastante stock de años anteriores, y ahora sí que lo están liquidando a buen ritmo, pero en el pasado invierno también hubo muchas reposiciones, algo impensable hace apenas tres o cuatro años… aunque bastante previsible teniendo en cuenta la cautela con la que muchos detallistas llevan años haciendo las programaciones. Quizás el gran logro del esquí, de marcas y tiendas, haya sido aceptar –quizás un poco tarde- que las cifras de hace una década no eran representativas. Si algo demostró la crisis del 2006 es que el esquí ha estado muchos años sobredimiensionado. O mejor dicho, exageradamente sobredimiensionado. Sobreproducción de unos y compras excesivas de otros, y cuando las ventas cayeron en picado, se pusieron en evidencia los fallos del sistema. Marcas y tiendas parecen haber aprendido la lección. Los primeros producen de una manera mucho más racional y ajustada a la demanda y los segundos compran con mucha más cautela y asumen muchos menos riesgos. MADURO… Y SÓLIDO El esquí es un segmento importante. Y su peso, en el global del sector, hay que tenerlo muy en cuenta. Ahora bien, hay que tener claro que, a día de hoy, su margen de crecimiento es bastante limitado. Cuando un mercado está tan maduro y, además, hay tanta competitividad entre marcas, una de las grandes armas para sobrevivir y para seguir creciendo es la tecnología. El segmento de los deportes de nieve es uno de los que más invierte en I+D, especialmente en material duro. Año tras año las marcas mejoran su oferta, tanto en amplitud –adaptándose a todo tipo de esquiadores-, como en funcionalidad y tecnicidad. Ganar adeptos en running y bike es relativamente fácil. Hacerlo en esquí es complicado. Las marcas llevan años buscando soluciones para ganar adeptos, pero casi todas se quedan en nada. Big Foot, Snow Blade y una larga lista de “inventos” pasan de moda rápido. La alternativa, es dar una vuelta de tuerca a los esquí e intentar que quienes ya esquíen prueben –compren- otro tipo de esquís. Y los resultados, en este sentido, no han sido malos. Primero fue el Carving, que marcó un punto de inflexión en ventas –no en practicantes- y ahora se consolida el Rocker y otras innovaciones en el diseño de los esquís, apostando por la polivalencia. Pero es difícil. Es una cuestión de cultura. Y desde hace años, la cifra de practicantes apenas ha cambiado y el boom que se esperaba hace un par de décadas se ha quedado en nada. El esquí no es el bike ni el running. Aunque la imagen elitista que tenía hace algunas décadas ha quedado atrás, ir a esquiar sigue siendo uno de los deportes más caros de practicar, tanto por el material necesario como por el coste que conlleva el desplazamiento. Y con este panorama, que muy poco tiene que ver con marcas y tiendas, las posibilidades de experimentar un fuerte boom de esquiadores son bastante remotas. Casi tanto como las posibilidades de robar esquiadores a franceses, italianos, suizos o austríacos. DEPENDENCIA Pocos deportes tienen tan poco control sobre su futuro como el esquí. Sobre todo a corto plazo. Podemos poner la mano en el fuego y decir que jamás recuperará las cifras de hace 10 ó 15 años, pero es prácticamente imposible saber qué pasará con este deporte dentro de 12 meses porque el éxito o el fracaso de una campaña depende, en gran parte, del tiempo que haga en noviembre-diciembre y de cuanto se alargue el frio –y la nieve-. Y así viven tiendas y marcas, con una espada de Democles encima de la cabeza. Y aun así, y esa es la grandeza del esquí, es uno de los segmentos con más innovación del sector. Incluso en la desdicha, las marcas apostaron muy fuerte por el I+D como salvavidas, y eso dice mucho del segmento. Y, sin duda, es una garantía para que otros baches que se puede encontrar este universo sean más sorteables. De momento, ISPO refleja muy bien el optimismo de este universo tan importante para el sector... ESPECIAL ESQUÍ Ante las dificultades de ganar practicantes, que marcas y tiendas mejoren sus ventas depende mucho de su capacidad para impulsar -y vender- nuevas tipologías de esquí. Algunos intentos han fracasado, otros, como el Rocker, parece que se imponen con fuerza Recuperando sensaciones Después de varios años el esquí parece haber recuperado el optimismo. Han sido meses de travesía en el desierto pero ha bastado una climatología propicia y, sobre todo, una sensación de “cambio de ciclo” para cambiar los ánimos de un segmento que hace tiempo estaba absorto en el más absoluto pesimismo. E ISPO es un claro reflejo del cambio...

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