Caminar veinte minutos a pie cada día podría ser suficiente para reducir el riesgo de muerte prematura. Lo afirma un estudio publicado en la revista «American Journal of Clinical Nutrition», donde se concluye que el ejercicio físico tiene más importancia que la obesidad en la prevención de la enfermedad cardiovascular, en particular, y de la muerte por cualquier causa, en general. Ni es el primer estudio con este tipo de conclusiones, ni tampoco será el último. A pesar de los muchos estudios e informes que afirman con rotundidad los beneficios que la actividad física aporta a las personas, y por extensión a la sociedad, el impacto que estos tienen en la legislación y atención de nuestros gobernantes es prácticamente nulo. Como en tantas otras facetas, nuestros gobernantes hacen oídos sordos, olvidando los beneficios sociales y la repercusión provechosa para las arcas del Estado. Probablemente esto sea debido a los ciclos cuatrienales que marca la política, ese período les anula para tomar decisiones que dan su fruto a medio o a largo plazo. Estoy convencido de que el diseño de un plan global desde la escuela a las poblaciones adultas, en el que se implique a los sanitarios de atención primaria y se facilite el acceso a la práctica deportiva, daría como consecuencia un escenario bien distinto, como ya se ha demostrado en alguna experiencia piloto, donde se ha mejorado, no sólo la salud de la población, sino que se han reducido drásticamente las visitas al médico, el consumo de medicamentos y el tratamiento de enfermedades crónicas, dotando de una mayor y saludable longevidad a los ciudadanos. Un amigo (políticamente incorrecto) me ha indicado en los últimos tiempos que el deporte es un factor de riesgo para un cuantioso negocio, y por lo tanto, no es necesario ni aconsejable prestarle más atención que la indispensable. Según él, si nuestra población tuviera más práctica deportiva atacaríamos directamente a los que hacen grandes negocios con la sanidad, provocando una reducción cuantiosa de la ingesta de medicamentos a que está sometida la población, ya sea para combatir enfermedades crónicas ligadas al sedentarismo, como para luchar contra otros tipos de enfermedades de carácter psicológico. Además, una mayor actividad física podría alargar la vida de los ciudadanos provocando un riesgo de quiebra de los sistemas de pensiones públicos y privados, como ya ha advertido el FMI. Por todas estas circunstancias, mi amigo me insiste en que el objetivo es no prestar demasiada atención a la práctica de deporte, no vaya a ser que se “enganchen” los ciudadanos. En su opinión, es mucho más interesante para una economía del primer mundo contar con una población sedentaria y obesa de cara a desarrollar líneas de actividad económica potentes, para lo cual cuentan con la inestimable ayuda de los lobbies sanitarios y farmacéuticos siempre dispuestos a fomentar la ¿riqueza? y el ¿bienestar? del país. A pesar de las certezas científicas, y del pequeño esfuerzo económico que supondría, a medio plazo, la promoción de la actividad física, comparado con los ingentes gastos sanitarios, no existe un compromiso en este sentido. Y si alguien tiene alguna duda, que lea la Directiva europea del IVA y observe en donde se fijan los tipos reducidos. Por cierto, los eventos deportivos si cuentan con IVA reducido, sin embargo resulta curioso que esté exento de esa ayuda el material específico para uso deportivo (raquetas, bicicletas, pelotas, esquís, crampones, etc.). La directiva europea del IVA, y nuestra Ley nacional, es condescendiente con el deporte de competición, para el que plantea exenciones, IVA reducido, además de las ya conocidas deudas con Hacienda del deporte rey, etc., y sin embargo parece implacable con la actividad física y el deporte de base, sosteniendo un IVA del 21% para artículos específicamente dedicados a la práctica deportiva, a la salud en definitiva, así como al crecimiento, desarrollo y socialización de nuestros hijos. Nuestros líderes no se distinguen creando iniciativas para que miles de niños practiquen deporte, facilitando la existencia de clubs modestos de barrio e instalaciones acordes a este objetivo, les resulta más rentable la foto con el deportista de élite, el ganador del Tour, el de Roland Garros, los de la Champions League o la inauguración de un recinto deportivo (mucho mejor si es de relumbrón), para lo cual no se escatiman medios propagandísticos. En mi opinión, creo que como sociedad estamos perdiendo una oportunidad para mejorar la vida de los ciudadanos, acercándoles a una práctica deportiva adecuada a su condición y edad, y en su lugar se promociona la visita a la farmacia. Diciendo esto, quiero resaltar que resulta complicado cambiar esta rutina si como sector no nos organizamos para intentar ejercer alguna presión sobre nuestros gobernantes y si no tenemos un objetivo común cuyos únicos beneficiarios somos nosotros. ARTÍCULO DEL MES Carlos Grande Secretario general de ASECODE TS 28 A pesar de las certezas científicas, y del pequeño esfuerzo económico que supondría, a medio plazo, la promoción de la actividad física, no existe un compromiso en este sentido. Y si alguien tiene alguna duda, que lea la Directiva europea del IVA y observe en donde se fijan los tipos reducidos. ¿ Y si resultase que el deporte es un factor de riesgo para un cuantioso negocio, y por lo tanto, no es necesario ni aconsejable prestarle más atención que la indispensable? Farmacia versus Deporte
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