MODA DEPORTIVA TS 58 Hace poco más de una década la moda comenzó a cambiar su punto de vista sobre el deporte. En la calle empezaba a imponerse un look menos formal y las marcas deportivas ganaban cuota en el vestir cotidiano. La moda, lógicamente, se dio cuenta de estos cambios y, también, de la fuerza que adquirían determinados movimientos culturales –o contraculturales- urbanos. Y como era de esperar, se volcó en ellos, convirtiéndolos en una tendencia pero, eso sí, llevándolo todo a su terreno. Con esta tendencia arrasando en la calle, lo que tocaba era buscarle nombres que la hagan más atractiva a ojos del consumidor y que además sirvieran para marcar territorio. O canales. Lo que empezó conociéndose como Moda deportiva, -ropa informal, para el día a día, con un claro look deportivo-, transformó rápidamente en sportwear, sportstyle, lifestyle o sportlife style. Las diferencias entre algunos de ellos eran casi imperceptibles y aunque si es cierto que el origen de la marca era bastante aclarador, la frontera que trazaron unos y otros entre estos términos es casi siempre muy difusa. Unos se empeñan en ser moda y otros, al contrario, intentaban romper cualquier vínculo con el deporte. Esta dualidad, y el auge de la moda deportiva, marcaron el ritmo y el devenir del sector durante muchos años. Para bien y, sobre todo, para mal. Que durante mucho tiempo la oferta del comercio multideporte se centrase básicamente en el sportwear no dice mucho a nuestro favor. Hay formatos de tienda que en su día –y no hace mucho- llegaron a tener más del 80% de su oferta centrada en el sportwear. Tiendas que, tiempo atrás, habían sido tiendas de deporte. De material técnico. Pero cuando las cosas comenzaron a torcerse, porque la práctica bajó y los especialistas empezaron a emerger, la solución más fácil que encontraron fue apostar por la moda. Las marcas la explotaban con bastante acierto y la demanda no paraba de crecer. Algunos años buenos justificaban, para muchos, estos cambios. Pero con la crisis las cosas cambiaron. Y mucho. El revés económico sacó a relucir muchos de nuestros males. Los de ahora y los que arrastramos hace años, y cuando las cosas empezaron a ir mal, y el consumo cayó en picado, todo lo que rezumaba a moda se ha pegó un fuerte batacazo. No fueron nunca los productos atléticos los que casi se regalaban –y se regalan- en las tiendas: es el llamado sportwear. Con la entrada de la moda en el mundo de la moda deportiva las cosas cambiaron bastante y el deporte dejó de tener una de las ventajas que siempre tuvo frente a parte de su competencia en otros canales: la marca. Ahora, quien busca moda deportiva con cierta exclusividad –hay cadenas de moda juvenil que tienen colecciones sport, pero que no destacan precisamente por su exclusividad- tiene dos opciones: marcas deportivas (y no hay muchas) o marcas vinculadas al mundo de la moda (la variedad es considerable). Este dilema entre una opción y otra depende de los gustos del consumidor, y apenas supone un problema. El problema lo tienen los detallistas deportivos, que aparte de ver cómo estas marcas no quieren entrar en el canal, deben luchar contra tiendas –y ejemplos no faltan- dónde aparte de las marcas más deseadas de textil y calzado moda, también hay líneas sport de algunas marcas deportivas. Es decir, la moda no ha querido entrar en el canal deporte y el deporte si ha querido entrar en el canal moda.Y eso es un problema, porque una vez más, nos pone en desventaja. La moda ha dado unos buenos años al sector, pero por culpa de ella, también se ha sufrido mucho. La gente ahorra, y una de las primeras cosas en las que reduce gasto es en la ropa. En estos últimos años muchas tiendas han sufrido importantes recortes en su facturación por culpa de las colecciones menos vinculadas a la práctica. Es más, lo Una moda peligrosa Las estrategias de muchas tiendas multideporte de dejar de lado lo atlético sirvió, entre muchas otras cosas, para reforzar y consolidar el comercio especializado y ahora es muy complejo volver a ganarse al deportista
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