TS 39 Es el deporte rey. Y eso pesa. Mucho. Nada, absolutamente nada, ni la crisis del comercio ni la económica, han logrado cambiar en exceso el comportamiento de este deporte, regular y previsible hasta la saciedad y que sólo tiene algún sobresalto –y bueno- cuando, en años pares, la Eurocopa o el Mundial dan un empujón a las ventas. Sobre todo si España no se estrella a la primera, como en el último Mundial de Brasil. La estabilidad, sobre todo en medio de las inundaciones, es buena. El fútbol, lógicamente, no crece como el running o el bike, pero tampoco retrocede. Y si lo hace es un paso atrás imperceptible. Y ese poder lo tiene, básicamente, porque es el que mayor cobertura tiene en las tiendas (el running aprieta) y, también, el que mejor rotación tiene. Y seguramente en ello tiene mucho que ver que sea el deporte más practicado en nuestro país y tener, por ende, una base sólida que asegura un mínimo que oxigena, de sobras, al resto del sector. Además, a estas alturas, es bastante obvio que el fútbol se ha convertido en un negocio. Un negocio con mucha gente interesada en que la máquina siga funcionando sí o sí.Y eso, aunque a muchos no les guste, es un gran aval, el mejor, para tiendas y, sobre todo, para marcas. Sólo así se justifica, en parte, las estratosféricas inversiones que se hacen en este deporte. SIGUE SIENDO EL REY… Lo es desde hace muchos años y lo será muchos más. Es el deporte rey, el que entretiene a las masas. El que mueve, con muchísima diferencia, más dinero. Dentro y, sobre todo, fuera del sector. Es, como hemos dicho, un negocio que mueve millones. Billones. Y aunque entre derechos de televisión, patrocinios, sueldos de las estrellas y venta de entradas, la venta de material deportivo tiene un peso relativo, es el deporte que, durante muchos años, ha mantenido viva a la tienda… y a muchas marcas. No hay que olvidar que en los últimos años el fútbol está concentrando entre un 8% y un 10% del total de las ventas del sector. La venta de calzado, por ejemplo, ronda lo dos millones de pares anuales –entre fútbol y fútbol sala- , y a eso hay que sumarle las réplicas, las equipaciones y una larga lista de complementos. La elevada facturación de este deporte, más allá del volumen importante que tienen las réplicas, se explica, simplemente, analizando la gente que lo practica. Y no hablamos sólo de las más de 800.000 licencias que hay –y que, sin duda, ya dan una idea bastante clara de cómo pueden ir las ventas- sino, sobre todo, por los miles y miles de españoles que juegan liguillas amateurs (algunas estimaciones apuntan a que más de 3 millones de personas podrían estar jugado a fútbol cada semana) a los que hay que sumar, lógicamente, los centenares de miles de niños que, jueguen o no, quieren las botas que llevan sus ídolos. Sólo con estos datos, ya queda bastante claro que estamos ante un segmento que, además de ser fuerte, tiene un volumen de ventas que, difícilmente, irá a la baja. La base es muy fuerte y, aunque es cierto que hay una franja de edad, cuando los jóvenes acaban su etapa escolar, en la que el fútbol pierde mucho fuelle, especialmente en la venta de botas, la cantera siempre será sólida y asegurará muy buenas ventas a este segmento. Y además hay que tener en cuenta que el fútbol es, también, uno de los deportes que más dinero mueve entre los no practicantes. Con este panorama lo que es lógico es que el fútbol, además de ser un deporte con tanto peso dentro del global del sector, sea también un deporte muy estable. Estable y con poca probabilidades de que las cosas vayan a peor. Ha tenido y tendrá altibajos, pero nada importante, ni para bien ni para mal. FUTBOL: PODEROSO CABALLERO… Si nos centramos en el fútbol (11 o 7), y dejamos de lado todo lo que no tenga que ver con el material deportivo, el mejor resumen que puede hacerse para definir la situación es que dos marcas, adidas y Nike, monopolizan abrumadoramente este segmento. El marketing tiene un peso brutal en el mundo del fútbol y es hasta cierto punto lógico que quien más invierte, más consigue. La fuerza de ambas marcas, iconos indiscutibles del fútbol y las que más invierten en este deporte –en todos los aspectos, desde I+D hasta patrocinio- queda patente con la cuota conjunta que tienen, superior al 80% en unidades y valor (porcentajes muy superiores a los logrados en los últimos 5 años y síntoma inequívoco de que, con la crisis, el comercio apuesta por estas dos marcas como valor seguro). Y este poder tan bipolarizado, en un mercado tan maduro, se traduce en una dura –a veces cruel- guerra entre ambas marcas para robar algún punto de cuota a su archienemiga. Solo así se explican las barbaridades que se pagan por jugadores, clubes y selecciones y, sobre todo, por robar los iconos de su contrincante. Pagarle 940 millones de euros al Manchester United en 10 años puede parecer una locura, pero si adidas lo ha hecho para robarle a Nike su principal símbolo en Inglaterra, será porque está convencida de que ello le aportará importantes beneficios. Más allá de esta guerra, y aunque la monopolización del mercado por parte de las dos grandes da poco margen de recorrido a la “competencia”, en una segunda liga se liESPECIAL FÚTBOL Nada, absolutamente nada, ni la crisis del comercio ni la económica, han logrado cambiar en exceso el comportamiento de este deporte, regular y previsible hasta la saciedad y que sólo tiene algún sobresalto –y bueno- cuando, en años pares, la Eurocopa o el Mundial dan un empujón a las ventas. Un mundo aparte Ajeno a todo lo que suceda a su alrededor. Así es el fútbol. Y así avanza. Porque avanza. A veces mucho y casi siempre un poco, pero avanza. Puede caer una tormenta tropical o arrasarnos un tsunami económico y el fútbol sigue allí, impasible, completamente al margen de los reveses que nos pueda dar el consumo.
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