ESPECIAL FITNESS Todo el mundo habla, en los últimos años, del running y el bike como motores del sector. Y llevan razón. Estas dos disciplinas son las que han equilibrado las fuertes pérdidas que se han experimentado en la vertiente más vinculada al sportwear y las que, con permiso del outdoor, han dinamizado –por fin- la venta de material atlético. Pero más allá de estas dos o tres disciplinas hay un universo que también ha tenido gran parte de culpa del relativamente buen momento que vive el deporte y de su habilidad para sortear una crisis que podría haber sido mucho más cruel. Hablamos del wellness. Este “renovada” categoría, que tiene mucho (o todo) del fitness y, también, muy vinculada a la salud, ha experimentado un cambio radical en los últimos años, especialmente desde que empezase la crisis. Cuando la economía va mal, por razones complejas de explicar, la salud suele gana protagonismo. Y así ha sido. El problema es que justo cuando este mundo empezaba a despegar y se disponía a explotar su gran potencial, al gobierno le dio por subir el IVA. Y el crecimiento perdió su fuerza. Pero de eso ya hablaremos más adelante. De lo que llamábamos fitness hace apenas una década hemos pasado a un universo mucho más amplio que, bajo el paraguas del Wellness, engloba un sinfín de actividades vinculadas al bienestar físico –y psíquico-. Actividades de gimnasio y, también, al aire libre o en centros especializados de salud. Para el deporte, algunos apenas tiene trascendencia, pero a nivel global “construyen” un sector con una identidad propia, fuerte, y preparado para seguir ganando peso. Un sector que, repetimos, ha cambiado radicalmente en apenas una década. DOS CAMBIOS IMPORTANTES En los últimos quince años se han dado dos grandes puntos de inflexión en este mundo. El primero, como hemos dicho, cuando el fitness se reconvirtió en wellness y comenzó una nueva época dorada; el segundo, cuando al Gobierno se le ocurrió subir el IVA de los gimnasios 13 puntos y frenó en seco la evolución del segmento, poniendo en peligro la continuidad de muchas instalaciones y, sobre todo, los puestos de trabajo de miles de profesionales. El primer cambio importante se dio a finales de los 90 y, sobre todo, en los primeros años de este siglo. Después de un repunte en los 80, el fitness, que en esa época era poco más que aeróbic y pesas, volvió a perder fuelle. Mucho músculo y poca salud, seguramente. Pero poco a poco, seguramente por “culpa” de un ritmo de vida cada vez más frenético, fue construyéndose una nueva cultura del bienestar en la que se vinculaba todo este tipo de actividades a la salud y no al físico. Las actividades se multiplicaban exponencialmente año tras año, al mismo ritmo, insistimos, en que los gimnasios dejaban atrás su imagen excesivamente masculina. El fitness, en su definición más clásica, quedo obsoleto, engullido por el nuevo mundo del wellness, cuyo gran “secreto” era aunar salud y deporte y “promover” la práctica deportiva como condición indispensable para estar bien emocionalmente. Y en este contexto, repetimos, los gimnaProgresión frenada; potencial intacto TS 60
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