TradeSport 218 - Febrero 2014

E S Q U Í Desde que en 2006 el segmento se viera fuertemente sacudido por la falta de nieve y por las altas temperaturas invernales, su historia está llena de altibajos (más bajos que altos) y pese a que en algún invierno parecía que las cosas empezaban a estabilizarse, no ha sido hasta finales de 2013 que el mundo de la nieve ha empezado a dibujar algunas sonrisas, sobre todo entre los detallistas (probablemente los que más lo necesitaban). La crisis, obviamente, ha condicionado mucho las cosas, y en un ciclo económico favorable, probablemente estaríamos hablando de un año espectacular, pero viniendo de donde veníamos, los resultados de esta temporada están siendo, simplemente, buenos. Y muy esperados. Tanto para el material duro como, también, para el textil. Las tiendas aún tienen bastante stock de años anteriores, y lo están liquidando a buen ritmo, pero también está habiendo muchas reposiciones, algo impensable hace apenas tres o cuatro años (y bastante previsible teniendo en cuenta la cautela con la que muchos detallistas llevan años haciendo las programaciones). Desde el revés que supuso ese invierno caluroso de 2006, marcas y tiendas son mucho más racionales a la hora de fabricar y comprar. Volviendo a los comienzos de esta temporada, noviembre empezó muy bien. Con nieve y con frio. Y se llegó a la Purísima con muy buenas condiciones. Algunas estaciones abrieron, incluso, antes de que llegase diciembre. Y con nieve. Las tiendas empezaron a vender, y el ritmo, pese a la situación económica, ha sido bastante bueno, sobre todo en zonas estratégicas como Sierra Nevada, Andorra, Vall d’Aran o varias estaciones de los Pirineos. Las tiendas, lógicamente, respiran. Llevaban años sufriendo, y aunque a trompicones, seguían aguantando –muchas veces, o siempre, a costa del margen-, pero necesitaban como agua de mayo un año como este. Nieve y frío se han aliado con el segmento. Un segmento que empezó a recuperarse en el mismo instante en que se dio cuenta de que jamás lograría igualar las cifras de hace una década. Si algo demostró la crisis del 2006 es que el esquí ha estado muchos años –y quizás aun lo está- sobredimiensionado. O mejor dicho, exageradamente sobredimiensionado. Hasta el 2005 el segmento estuvo marcado por la sobreproducción de unos y por las compras excesivas de otros, y cuando las ventas cayeron en picado, se pusieron en evidencia los fallos del sistema. Marcas y tiendas parecen haber aprendido la lección. Los primeros producen de una manera mucho más racional y ajustada a la demanda y los segundos compran con mucha más cautela y asumen muchos menos riesgos. CERCA DEL TECHO El esquí es un segmento importante. Y su peso, en el global del sector, hay que tenerlo muy en cuenta. El problema es que es un deporte demasiado maduro. Y lo es, además, desde hace tiempo. No en vano, la cifra de practicantes apenas ha sufrido grandes cambios en los últimos años. Han surgido nuevas modalidades que han tenido un papel clave a la hora de dar oxígeno a las marcas, pero la verdad es que el boom que se esperaba hace un par de décadas se ha quedado en nada. La sobredimensión de la que hablábamos antes tienen mucho que ver con el optimismo desmesurado del que en su día pecó todo el segmento, creyendo que el esquí podría “sufrir” una explosión como la que en su día se dio en el bike, con las bicicletas de montaña, o la que ahora esta experimentando el running. Pero nada que ver. Es cierto que se ha dejado atrás –un poco- la imagen de deporte elitista, pero no nos engañemos, aunque se haya mejorado considerablemente todo lo que tiene que ver con el alquiler, y a pesar de las muchas ofertas que hacen los touroperadores y las estaciones, ir a esquiar sigue siendo uno de los deportes más caros de practicar, tanto por el material necesario como por el coste que conlleva el desplazamiento (hoteles, restauración, forfaits…). Y con este panorama, que muy poco tiene que ver con marcas y tiendas, las posibilidades de experimentar un fuerte boom de esquiado- ¿Cambio de ciclo? Después de varios años, muchos, el esquí parece haber entrado en una tregua. Han sido meses y meses de travesía en el desierto –nunca mejor dicho- pero ha bastado una climatología propicia (mucha nieve a mediados de noviembre y frío) para cambiar los ánimos de un segmento que hace tiempo estaba absorto en el más absoluto pesimismo. Desde que en 2006 el segmento se viera fuertemente sacudido por la falta de nieve y por las altas temperaturas invernales, su historia está llena de altibajos (más bajos que altos) y pese a que en algún invierno parecía que las cosas empezaban a estabilizarse, no ha sido hasta finales de 2013 que el mundo de la nieve ha empezado a dibujar algunas sonrisas

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