TradeSport 218 - Febrero 2014

TS 48 F E R I A S La tercera jornada, como siempre, fue el principio del fin, aunque se suele trabajar mejor que en los dos primeros días porque el ambiente está menos “cargado”. La gente de las marcas –la que puede- aprovecha para darse una vuelta por el salón y conocer las novedades de sus competidores o para reunirse con su propio equipo. Más “networking” que ventas, pero necesario. En cuanto al miércoles, día de trámite. La feria bastante vacía, poco negocio y otro día perfecto para que los expositores den una vuelta y empiezan a hacer balance de un año que, como en la última edición, puede y debe calificarse de muy bueno. Es obvio que la fiesta va por barrios y unos se han ido de ISPO más contentos que otros, pero sobre valoraciones individuales pueden leer las revistas de cualquiera de nuestros colegas. Visto desde fuera, y después de muchos años paseando –y trabajando- por los pasillos de ISPO, la sensación es que las marcas nacionales pueden estar muy satisfechas de esta edición. Muchas de ellas – todas, me temo- tienen muy claro que la única manera de superar el bache en el que se encuentra nuestro país –y nuestro sectores pasar página, mirar hacia adelante y “conquistar” otros mercados. En cuanto a los detallistas, podríamos decir que se ha dado un cambio importante en la tendencia de los últimos años. Algo que, por cierto, no era difícil. A ISPO han ido los de siempre, que no son muchos, pero este año también han pisado el salón algunos detallistas que hacía tiempo que no visitaban ISPO y, sobre todo, nuevos empresarios que saben muy bien que a Múnich hay que ir sí o sí. Los brotes verdes siguen siendo casi imperceptibles, pero un buen invierno es suficiente para despertar y cambiar los ánimos de gran parte del sector. Después de un año fallido, la edición de este año de ISPO contó con un a área dedicada al Padel. Alrededor de una pista acristalada se instalaron hasta 7 marcas de palas y aunque todavía hay que pulir muchos detalles, las sensaciones entre los expositores fueron bastante buenas. Quizás más por el potencial que por el transcurso de este año, pero la confianza en esta apuesta de ISPO sigue intacta y todos los participantes han mostrado su interés en seguir potenciando esta zona. ISPO es, a día de hoy, la mejor plataforma para que el pádel salga de España. Un paso que todo el mundo sabe que hay que dar sí o sí. Algo más de 100 marcas de palas. Y siendo optimistas, apenas dos o tres mercados donde se juega. Con este panorama, por muy buen ritmo que tenga el pádel en nuestro país, o empieza a abrir nuevos mercados o tiene un futuro bastante negro, sobre todo para el 90% de las marcas. La selección natural es más lenta de lo que muchos pensaban (mueren marcas, claro, pero cada semana surgen otras nuevas), y aunque las grandes tienen su hueco, y lo defienden con fuerza, cada vez que aparece una nueva marca, por muy poco que venda, son ventas que pierde otra marca. Y no nos engañemos, a corto o medio plazo el pádel dejará de ganar practicantes, y si no hemos ganado nuevos mercados, la guerra entre marcas puede ser todavía menos “ética” de lo que ya es. Algunas marcas estuvieron más tiempo explicando en qué consistía este juego que en intentar cerrar algún acuerdo con empresas foráneas o clubes. Pero eso es inevitable. Un primer paso. Y afortunadamente la pista facilitaba las cosas. Intentar explicar este deporte sin poder enseñarlo es complicado; pero si tienes una pista delante, con algunos de los mejores jugadores del WPT, las cosas son más simples. Unos pueden comprobar lo fácil que es empezar a jugar y otros, haciendo números, se pueden dar cuenta de lo “fácil” que es montar una pista y rentabilizarla. Y esa era la intención. Porque no nos engañemos, para poder vender palas, primero tiene que haber pistas… y jugadores. Las marcas que asistieron a ISPO, por suerte, lo tenían muy claro y acudieron a Munich conscientes de que cerrarían pocos acuerdos. O ninguno. Pero ese no era el objetivo. Había que estar, sólo eso. A FUTURO Ha sido complicado que ISPO apostase por el Pádel, pero lo ha hecho. Y gran parte del mérito –o todo- ha sido de Afydad, que lleva tiempo dejándose la piel para que el salón bávaro tirase para adelante esta apuesta. Una apuesta que no sólo se limita a este año. Hasta 2015 el salón se ha comprometido a apoyar esta área, consciente de que un solo año era absurdo. Porque es complicado sacar partido a una apuesta así en una sola edición y, sobre todo, porque hay que dar margen para corregir detalles y conseguir que quien ha apoyado esta iniciativa pueda sacarle partido. ¿Detalles a pulir? Varios. Cuidar un poco más la pista (moqueta), intentar colocar unas pequeñas gradas alrededor (para que el público se pare), dejar jugar –más- a los visitantes para que se den cuenta de que es un deporte fácil y divertido, crear un mejor ambiente cuando en la pista hay algunos de los mejores jugadores del mundo y, sobre todo, traer a ISPO a los principales clubes de Alemania o Francia (y de otros países) para que vean qué es el pádel y qué puede aportarles si apuestan por él. El pádel tiene que apostar sí o sí por iniciativas como esta. No hay alternativa. Si no lo hace; si no buscan fórmulas para cruzar los pirineos, su techo está a la vuelta de la esquina. Este año ha habido un cambio de tendencia. A ISPO han ido los de siempre, que no son muchos, pero este año también han pisado el salón algunos detallistas que hacía tiempo que no visitaban ISPO y, sobre todo, nuevos empresarios que saben muy bien que a Múnich hay que ir sí o sí. El pádel (se) convence

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