TradeSport 211 - Junio 2013

de ver España como un país tercermundista en el que establecer parte de su producción. El turismo fue ganando fuerza y España empezó a darse a conocer al mundo. Su capacidad de desarrollo fue creciendo poco a poco y con ello su poder de internacionalización. Algunas empresas nacionales comenzaron a ganar terreno en Europa y en el resto del mundo y España poco a poco fue equilibrando la balanza entre exportaciones y importaciones. Fueren necesarios muchos años. Décadas. Pero hoy en día, la lista de marcas y de nombres españoles que están en boca de todo el mundo es espectacular. Los productos españoles son una referencia mundial, y al mismo ritmo que la sociedad española se ha modernizado, las empresas se han ido adaptando a la realidad europea y mundial, hasta el punto que hoy en día, en la mayoría de sectores, hay marcas españolas que pueden garantizar productos tan o más buenos que los de cualquier potencia mundial. Esta fuerza que ha adquirido la industria española ha permitido –y permite- a las empresas nacionales afrontar su internacionalización con más garantías de las que tenía no hace muchos años. Confianza, know how y, sobre todo, una calidad más que contrastada. Ese ha sido el secreto para ganar presencia, no sólo en los países donde tradicionalmente España ha exportado (especialmente en nuestros vecino Francia, Italia o algunas economías del sur de América), sino, también –o, sobre todo- en nuevos mercados emergentes, como China, India o Europa del Este. ESPAÑA GANA PESO EN EL DEPORTE ¿Y el deporte? La historia de la marcas deportivas españolas en lo que respecta a su internacionalización ha sido, más o menos, la misma. Al principio, el Made in Spain era una losa difícil de arrastrar. La imagen que se tenía de ella no era muy diferente a la que ahora se tiene de algunos productos chinos. Calidad baja a un precio bajo. No importa demasiado si llevaban razón o no –en muchos casos, no-, pero era la imagen que se tenía y eso era lo que contaba. Pero poco a poco, sobre todo desde el momento en el que las marcas españolas comenzaron a ganar presencia en las grandes ferias internacionales, este concepto empezó a cambiar, y aunque las balanzas comerciales aún demuestran que las importaciones están muy por encima de las exportaciones (las duplican en volumen), el cambio se ha dejado notar, y el equilibrio es mucho menos preocupante que hace dos décadas. Además, el crecimiento de las exportaciones está muy por encima del de las importaciones, estancadas desde hace años. Uno de los grandes problemas que durante años ha frenado el crecimiento de las marcas nacionales, aquí y, también, fuera, es la obsesión casi enfermiza del consumidor español por idolatrar todo lo extranjero y renegar del producto nacional. El “patriotismo empresarial” que impera en países como Alemania o Francia –basta ver qué marcas son las más vendidas- es imperceptible en nuestro país. Seguramente forma parte de nuestra personalidad, pero no hay duda de que durante años ha sido un lastre. Y digo ha sido, porque los datos que manejamos sobre las ventas de material deportivo en nuestro país constatan, de un tiempo ha esta parte, que muchas marcas nacionales copan las primeras posiciones en varios segmentos. Lo nacional empieza a tener “cache” aquí, dentro de nuestras fronteras, y obviamente eso es un primer paso para ganar terreno fuera. Si no consigues que los tuyos crean en ti, difícilmente conseguirás que los demás lo hagan (y además no tendrás una base financiera sólida para afrontar el crecimiento internacional). Dicho esto, parece obvio que en esta última década, sobre todo, las marcas nacionales se han puesto a la altura de las grandes multinacionales. En calidad de materiales, en diseño y, también, en imagen. Además, la madurez que ha alcanzado algún segmento y la crisis han obligado a las empresas a buscar nuevas vías de crecimiento, siendo la internacioCon la galopante –e interminable- crisis que atravesamos, el mercado nacional está herido de gravedad y la única alternativa que tienen las empresas para sobrevivir es reforzar su política de internacionalización. Y no es precisamente fácil, porque después de muchos años de crecimiento, el varapalo económico ha frenado en seco las aspiraciones de muchas empresas, que han visto como sus ingresos caían y, por lo tanto, también caían sus posibilidades de salir de nuestras fronteras. Una paradoja preocupante: hay que salir sí o sí porque le mercado nacional está muerto, pero no hay dinero para hacerlo. Las marcas españolas están ganando cuota en mercados emergentes. Mercados en los que casi todas las marcas parten de cero y en lo que el factor marca no tiene el peso que tiene en mercados más maduros. En estos países, además, los éxitos de los deportistas españoles son un buen aval para las marcas nacionales. TS 69

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