y pese a la crisis, esta categoría es, con mucha diferencia, la que genera más volumen en el sector deportivo. Las cifras se mueven alrededor del 80% y la fuerza de esta tendencia es tal, que no sólo se ha impuesto en lo que podríamos llamar ropa de calle –lo que muchos llaman apresuradamente moda deportiva-, sino que también ha servido como fuente de inspiración en las estrategias de muchas marcas atléticas, que desde hace algunos años vienen apostando muy fuerte por potenciar el estilo y el diseño de sus prendas más técnicas. Sin renunciar a la funcionalidad que les es propia, marcas del mundo outdoor, del tenis, del fitness y de casi todos los segmentos atléticos se han dado cuenta que el look de una prenda tiene cada vez mayor importancia en las decisiones de compra de los consumidores y, sobre todo, han visto como cada vez hay más consumidores que buscan textil y calzado técnico para el día a día independientemente de que luego lo utilicen para hacer deporte. Las marcas, obviamente, lo saben, y año tras año se esfuerzan para potenciar el concepto moda de sus líneas atléticas. Pero dejando de lado la parte más atlética del sector, aunque muchos se empeñen en ir sacando palabras anglosajonas, la moda deportiva no es más que ropa de calle con look deportivo. Obviamente habrá muchas diferencias entre marcas y, también, entre canales, pero unos y otros, lo que venden, es ropa para vestir el día a día con un estilo deportivo. A veces este estilo está muy definido –sobre todo en el caso de las marcas deportivas- y en otros se intenta disimular pese a que haya influencias más que evidentes. Cada mundo juega a su manera, y mientras que para unos es bueno que les vinculen a la moda, para otros no lo es que les relacionen con el deporte. Ley de vida… y una manía de la moda que cansa bastante. Que la moda quiera conservar su parcela es hasta cierto punto comprensible. Los prejuicios que tiene hacia el deporte siguen siendo considerables, y aunque en estos últimos años este canal se haya animado a apostar por determinadas marcas de nuestro sector –o mejor dicho, por las líneas fashion de estas marcas-, la moda siempre ha dejado claro que una cosa es el sportwear y otra el estilo deportivo. Aun así, no parece de recibo renegar –porque no nos engañemos, lo sigue haciendo- del deporte, cuando se está “bebiendo” de él para inspirarse. Con este panorama, y teniendo en cuenta, además, la coyuntura económica actual, es imposible pedirle al comercio que renuncie a seguir apostando tan fuerte por la mal llamada moda deportiva. Es más, seguramente lo que deberíamos hacer es buscar es fórmulas para poder explotar mejor esta vía de negocio y aprovechar las ventajas que, como precursores –al menos en esencia- tenemos. Es cierto, y engañarnos seria ingenuo, que la moda va un paso por delante de nosotros. Su capacidad de maniobra es infinitamente mayor que la nuestra; su “estatus”, incluso, está por encima, y pese a partir con cierta desventaja, ha sabido explotar el look deportivo bastante mejor que el deporte. La única diferencia es que a lo que el deporte llama sportwear, ellos lo llaman lifestyle, seguramente para no verse con la obligación de establecer un vínculo directo con el deporte… Así, con la inevitable comparación que siempre se hará entre moda y deporte, lo mejor que puede hacer el sector es intentar aprovechar sus armas y, sobre todo, saber muy bien cuál es su papel y cuál es la oferta objetiva que puede tener en el canal. Porque a diferencia de lo que muchos detallistas creen, apostando por las colecciones más urbanas de las marcas deportivas también se puede rentabilizar un comercio. El canal tiene un abanico suficientemente amplio como para no estar obsesionados en incorporar marcas más del mundo de la moda. Si lo que se quiere es eso, lo mejor es no mezclar conceptos y abrir una tienda de moda… que es lo que han hecho muchos detallistas deportivos cuando se han dado cuenta de que lo peor que podían hacer era mezclar moda y deporte. Tal y como están las cosas actualmente, pedirle al comercio multideporte que renuncie a la moda es abusrdo. Es más, lo que deberíamos hacer es buscar fórmulas para poder explotar mejor esta vía de negocio y aprovechar las ventajas que, como “teóricos” precursores tenemos. El sportwear tiene recorrido y una marca deportiva puede crecer también en el canal, sin necesidad de intentar aventuras en el mundo de la moda. Las posibilidades que, en este sentido, tienen deportes como el outdoor o el fitness y, especialmente, todo el mundo del X-wear y el retro running, son lo suficientemente atractivas como para que determinadas marcas que por mucho que lo intenten no entrarán en el canal moda, puedan explotar, en su entorno natural, el sportwear. TS 55
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