TradeSport 208 - Marzo 2013

Durante algunos años el Home-fitness mantuvo una buena progresión. La salud, lo hemos dicho en el anterior artículo dedicado el fitness, ha ganado mucho protagonismo y eso ha incidido directamente en las ventas de este tipo de productos. Ventas que, también, han crecido “gracias” a las bajas que han sufrido muchos centros deportivos y que han animado a algunos operadores especializados en la parte profesional a apostar, también, por los aparatos domésticos. Hasta que la crisis llegó a nuestro mercado, el fitness vivió una época relativamente buena. Los gimnasios crecían –en cantidad, calidad, facturación y clientes- y, paralelamente, se daba un importante auge del Home-fitness. Las razones de este crecimiento de los aparatos domésticos eran varias, desde la falta de tiempo o de gimnasios en la zona hasta, simplemente, la predilección por hacer deporte en casa, sin horarios, sin tener que desplazarse, sin gente y sin cuotas (muchos de estos aparatos pueden rentabilizarse en menos de dos años). Es probable, incluso, que durante las primeras embestidas de la crisis , y ante la dificultad de pagar cuotas de gimnasio, más de uno apostase por alguna gama baja o media de bicicletas estáticas, elípticas, cintas para correr, máquinas de remo o cualquiera de las cada vez más modernas –y accesibles- máquinas de fitness. El problema es que, tras 4 o 5 años de crisis, el consumidor o no tiene dinero ni para esas gamas bajas o medias (que ya controlan grandes cadenas con sus marcas propias) o no quiere arriesgarse a gastarse dinero en algo que, quizás, no acabe utilizando tanto como cree. La realidad, después de hablar con varias marcas, es que el mundo del home-fitness ha sufrido un duro revés en los últimos meses. Los más optimistas hablan de una caída del 15% mientras que en el otro lado de la balanza hay quien habla de más de un 30%. Ventajas, a este tipo de aparatos, no le faltan. Ni argumentos de venta. Los aparatos que venden la mayoría de marcas suelen ser muy completos. Algo más simples (y sobre todo más compactos) que los que podemos encontrar en los gimnasios, pero con prestaciones suficientes como para que no echemos de menos nada. Para el usuario, lógicamente, ofrecen la posibilidad de entrenarse en cualquier momento del día, sin depender de si hay clases o no –algo bastante habitual en determinadas modalidades que se practican en los gimnasios-, sin desplazarse y sin tener que preocuparse de las condiciones meteorológicas –es cierto que eso, el gimnasio, también los “soluciona”-. Además, la gran mayoría de estos aparatos también permite llevar acabo un control minucioso de la actividad, con programas de entrenamiento y estadísticas muy completas. ¿Desventajas? A priori dos: el precio y el espacio, pero en ambos casos las marcas están haciendo un muy buen trabajo. El precio, pese a las importantes mejoras, no era un obstáculo real hasta hace poco porque, como hemos dicho, si su uso es habitual y se ha adquirido como alternativa al gimnasio, se acaba amortizando con relativa rapidez. En cuanto al espacio, las maquinas más nuevas, además de ser muy valiosas desde el punto de vista técnico, han sido proyectadas con el fin de ahorrar espacio, teniendo en cuenta la necesidad de conciliar las propias necesidades con los metros cuadrados de la vivienda. Volviendo a los precios que, como hemos dicho, son hoy por hoy el principal freno de este segmento, éstos pueden oscilar entre los 500-700 euros de un aparato básico – gama media- hasta los 12.000 de un gimnasio completamente equipado. Eso sí, hay que tener en cuenta que estos precios pueden variar enormemente en función de las diferentes gamas de productos, ya que se pueden encontrar máquinas de primer precio –Decathlon, por ejemplo- hasta otras con todo tipo de lujos (TV integrada, IPOD, conexión a Internet…) en las que el precio, lógicamente, se dispara. ¿Es mucho 500 euros por una elíptica, por ejemplo? Con una economía fuerte, seguramente no, pero con el contexto que nos rodea, es un precio que asusta a más de uno. Y eso se ha dejado notar. Pero no todo han sido malas noticias en estos últimos meses. Partiendo de la base de que el potencial existe y que es la crisis HOME-FITNESS Hasta que la crisis llegó a nuestro mercado, el fitness vivió una época relativamente buena. Los gimnasios crecían –en cantidad, calidad, facturación y clientes- y, paralelamente, se daba un importante auge del Home-fitness. A expensas de la crisis El Home-fitness siempre ha representado un volumen importante dentro de la facturación total del fitness. Su fuerza no es la de la gama profesional, pero para muchas marcas es el eje sobre el que giran todas sus estrategias y, obviamente, cuando esta categoría sufre, las marcas se resienten. La subida del IVA, lógicamente, no tiene apenas incidencia en la vertiente doméstica de los aparatos de fitness, pero hay otro factor que ha alterado tanto o más el comportamiento de este universo: la crisis. TS 80

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