TradeSport 205 - Diciembre 2012

Estamos frente a las navidades más tristes que se recuerdan, y no es por la “amenaza maya”, sino porque continuamos inmersos en un entorno poco motivante para el consumo, fruto de la situación económica y de las duras medidas abordadas por las diferentes administraciones que nos gobiernan. A pesar de todo, volveremos a contar con clientes que acudan a las tiendas de deporte a realizar encargos para Santa Claus y los Reyes Magos. Sin embargo, es probable que estos regalos no sean ni tan numerosos ni tan cuantiosos como en anteriores ocasiones. La caída de las ventas que se viene produciendo mes tras mes, trimestre tras trimestre, en los últimos años, está provocando situaciones difíciles en muchos operadores independientemente de su tamaño y su posición en la cadena de distribución y esto, en ocasiones, está desembocando en decisiones y actuaciones complicadas para el sector. Y esta es una circunstancia que en estos momentos, el propio sector, difícilmente se puede permitir. La distribución deportiva, configurada por una gran atomización de pequeños y medianos empresarios que llevan sufriendo en sus carnes, no ya la coyuntura económica, sino las dificultades que atraviesa el sector desde antes que comenzara la crisis, puede verse en estos momentos en serias dificultades si se comienzan a tomar decisiones desmesuradas. Todos conocemos operadores del sector, ya sean marcas, distribuidores o tiendas, que en el último lustro se han visto obligados a salir del sector, y esto es un grave problema para todos, ya que elimina diversidad y capacidad de elección en todos los eslabones de la cadena y reduce el sector, posibilitando la homogeneización del mismo; la desaparición de los diferentes matices de colores. Es indudable que cada empresa, cada operador en el marco que le permite la ley, puede llevar a cabo las acciones que estime oportunas. Y la ley cada vez es más amplía, pues asistimos a una continúa desregulación del comercio, donde podemos ver que incluso se ha acabado con los períodos de rebajas, por no citar el impulso que desde el gobierno central se está desarrollando de la liberalización horaria incluso en aquellas autonomías en que esta liberalización no se ha llevado a cabo. Sin embargo, creo que la coyuntura actual exige un plus de responsabilidad, pues la gravedad que pueden provocar decisiones desafortunadas pueden ser de grandes magnitudes. Por ejemplo, las tiendas llevan tiempo quejándose amargamente de la implantación de outlets, no por su concepto, sino por la reducción o eliminación de la temporalidad propia de un producto o colección que programan previamente y que, antes de que acabe su período normal de venta, se encuentra incluido en un tipo de venta especial, como si el producto en cuestión estuviese devaluado u obsoleto. Por esta circunstancia, y a pesar de residir en Madrid, me sorprenden algunas políticas comerciales de las últimas semanas en las que se incluyen productos con larga temporalidad como las equipaciones oficiales de equipos de futbol con unos precios propios de outlet o de temporadas pasadas, como me sorprende también la aniquilación de la tienda por parte de algunos proveedores o marcas de equipaciones deportivas, o el endurecimiento de las condiciones de acceso a descuentos en las compras y programaciones de las tiendas. Vuelvo a recalcar la legalidad de estas y otras acciones comerciales, pero me pregunto si estas prácticas cabrían dentro de un código ético del sector, si los beneficios que producen justifican los problemas y perjuicios que ocasionan y si la universalización de estas decisiones en el sector sería fructífera para el mismo. Probablemente haya en el sector un grupo demasiado numeroso de personas y operadores que considera que pueden vivir al margen del resto, pero entre los miles de empresas que desarrollan su labor en la distribución deportiva es probable que no haya más de una decena que esté “por encima del bien y del mal”, si es que verdaderamente lo están. El resto, como en todos los organismos que forman parte de un ecosistema, son interdependientes, y la desaparición de cualquiera de ellos provocará cambios para el resto, casi siempre desagradables. Es cierto que los ecosistemas están vivos y en continuo movimiento, pero es difícil encontrar ecosistemas que actúen contra sí mismos, por lo que desde aquí, a las puertas de comenzar un nuevo año que todos los analistas vuelven a predecir como complicado en cuanto a lo económico, les invito a actuar con mesura y encuadrar sus acciones dentro de lo que podríamos llamar buenas practicas. Probablemente, de este modo, sean más fáciles de alcanzar los mejores deseos que desde aquí les envío para el nuevo año. Ecosistemas autodestructivos ARTÍCULO DEL MES Carlos Grande Secretario general de ANDAD TS 24 La caída de las ventas está provocando situaciones difíciles en muchos operadores independientemente de su tamaño y su posición en la cadena de distribución y esto, en ocasiones, está desembocando en decisiones y actuaciones complicadas para el sector. Algunas acciones comerciales son perfectamente legales, pero me pregunto si cabrían dentro de un código ético del sector, si los beneficios que producen justifican los problemas y perjuicios que ocasionan y si la universalización de estas decisiones sería fructífera para el sector.

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