ting, sobre todo si las comparamos con los grandes gigantes mundiales. Su gran valor añadido, es el producto. La oferta nacional ha experimentado un fuerte crecimiento en cuanto a calidad. Puede que sólo fuera un problema de imagen, pero hasta no hace mucho, el producto español se asociaba con demasiada facilidad a lo barato y a la mala calidad. La cosa, ahora, ha cambiado. En prácticamente todos los segmentos –en unos con más fuerza que otros- hay marcas nacionales que son pioneras en innovación y tecnicidad (ejemplos como el pádel, el fútbol sala o el outdoor son muy representativos). Con mucho esfuerzo y trabajo, las marcas nacionales han ayudado a que la percepción de los europeos respecto a la calidad de los productos españoles haya cambiado mucho en los últimos 20 años y las diferencias que existen entre la imagen que, en este aspecto, dan países como Estados Unidos o Alemania, no es muy distinta a la de España. Además, no hay que olvidar que muchas marcas españolas, pese a su más que contrastada calidad, son marcas de primer precio capaces de generar demanda y, sobre todo, capaces de aportar margen al detallista, un aspecto que muchos países tienen en cuenta a la hora de importar. Tampoco hay que olvidar el protagonismo que han tenido, en todo este “renacimiento” del Made in Spain, el deporte profesional. Alonso, Nadal, Gasol, el Barça, la selección nacional de Fútbol y de Baloncesto y un larguísimo etcétera han puesto a España en el punto de mira de todo el mundo. Y si a estos nombres añadimos otras personalidades del mundo de la cultura que se han convertido en iconos a nivel mundial, como Adrià, Custo o Javier Bardem, no es extraño que, por fin, cada vez haya menos gente que piense que España es un país tercermundista del Norte de África o de Centroamérica. NUEVA GESTIÓN, NUEVOS LÍMITES Los cambios que se han dado a nivel comercial, muchos de ellos motivados por las nuevas herramientas de gestión, de comercialización y de comunicación, y las mejoras en las infraestructuras (tráfico terrestre, marítimo y aéreo) también han sido importantes para que las exportaciones hayan crecido. No hay que olvidar, además, que España juega un papel clave en el comercio mundial por su ubicación, sobre todo en el comercio marítimo. Su red de infraestructuras –especialmente puertos y aeropuertos- ha evolucionado de manera considerable en las últimas tres décadas y hay pocos países en el mundo con los que no existan conexiones directas. Sin duda, la creación de la UE (la desfronterización facilitó el movimiento de mercancías y acabó con los trámites burocráticos y operativos) y la nueva idiosincrasia del comercio mundial han supuesto nuevas oportunidades para las marcas españolas. En cuanto al destino de nuestras exportaciones, los países con los que tradicionalmente mejores relaciones comerciales ha tenido y tiene España a nivel global son los que están más próximos a nuestras fronteras: Francia, Italia, Portugal y Alemania. Tras estos cuatro países se sitúan países como Reino Unido, Estados Unidos u Holanda. Japón, Marruecos, México, China o Canadá también se sitúan entre las 25 primeras posiciones. Esta clasificación global no coincide en su totalidad con la realidad de las marcas nacionales, que eminentemente están ganando cuota en mercados emergentes y centrando gran parte de sus estrategias de expansión en posicionarse con fuerza en estos nuevos mercados. Además, hay que tener en cuenta que, en estos mercados emergentes, casi todas las marcas, sea cual sea su origen, parten con la misma ventaja. Todos parten de cero y el factor marca, en muchos casos, no tiene el peso que tiene en mercados más maduros. Así, es probable que a corto y medio plazo los países del continente sudamericano –los de habla hispana y, también, Brasil- ganen peso, igual que nuevos mercados como China o la India, economías muy potentes que tradicionalmente no se han percibido como mercados clave pese a su volumen de población, y que ahora, con un papel determinante en el comercio mundial, están “despertando” a pasos agigantados. Países donde, además, y gracias sobre todo a los éxitos de los deportistas españoles, España tiene muy buena imagen. Las marcas nacionales lo saben perfectamente y están volcando muchos esfuerzos en estos mercados, conscientes de que es importante posicionarse antes de que sea demasiado tarde. Hay que aprovechar las ventajas que conlleva una demanda creciente y una clase media cada vez más fuerte que aún está definiendo su patrón de consumo. Como siempre, quien salga primero, tiene más ventaja. El Made in Spain ha dejado de ser un latiguillo peyorativo. Ahora es todo lo contrario. Es un orgullo de pertenencia, una garantía de calidad. España, poco a poco, gana peso en el mundo entero –a nivel económico-político no, obviamente- y la gente sabe dónde está España y qué hace. Sabe que es playa, fiesta, gastronomía, cultura… pero que también sabe que es mucho más. España ha demostrado que tiene capacidad para hacer las cosas muy bien y, sobre todo, para exportarlas a todo el mundo. La calidad, el esfuerzo y el empeño no tienen fronteras. Y para muchas marcas españolas, su futuro tiene que ser el mundo. El deporte profesional ha tenido un papel clave en la construcción de la nueva imagen de España. Alonso, Nadal, Gasol, el Barça, la selección nacional de Fútbol y de Baloncesto y un larguísimo etcétera han puesto a nuestro país en el punto de mira de todo el mundo. Y con admiración. TS 50 ESPECIAL 200 INTERNACIONALIZACIÓN
RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx