TradeSport 200 - Junio 2012

La unión nunca ha sido el fuerte de este sector. Al contrario; si hay algo que nos ha caracterizado durante muchos años ha sido, precisamente, la manía de muchos por librar batallas a título individual y dar la espalda –incluso boicotear- a cualquier iniciativa que persiguiera el sumar intereses para el bien común. Fabricantes y distribuidores, poco a poco, han logrado construir una asociación fuerte que defiende sus intereses ante las Administraciones y que se esfuerza en dar a sus socios las mejores herramientas para competir en un mundo tan complejo como el actual, sobre todo a la hora de salir de nuestras fronteras. No es fácil y se necesitan muchos más apoyos, pero la base es buena y el camino muy esperanzador. En el lado del comercio las cosas cambian considerablemente. Estamos en 2012 y aunque a más de uno le sorprenda, sobre todo en el extranjero (en mercados más maduros), el comercio deportivo español no tiene todavía una asociación representativa que vele por sus intereses. Intentos ha habido muchos, pero todos fallidos. No ha servido de mucho el empeño que han puesto alguno porque siempre ha habido alguien que se ha preocupado de frenar cualquier iniciativa, bien conscientemente, bien no dando su necesario apoyo para que la asociación tirara adelante. Hace ahora 17 años, en marzo de 1995, y aprovechando el “I Congreso de Gestión Detallista de Artículos deportivos” se sentaron las bases para crear una asociación de detallistas. La FEDAS (la Federación Europea de Asociaciones de Comercio deportivo) puso sobre la mesa las principales ventajas que conlleva este tipo de uniones. Y lo hizo ante los responsables de las principales asociaciones de compra, que representaban a más de 700 tiendas. La idea, entonces, era crear un grupo de Asociaciones “autonómicas” (o Comisiones) que se englobarían dentro de una Asociación Nacional, cuyo objetivo prioritario sería defender los intereses del comercio frente a las autoridades, las instituciones y, también, frente a los proveedores. Las intenciones eran muy buenas y había voluntad para, de una vez por todas, crear una Asociación de detallistas. Bastaron unas pocas reuniones para gestar la creación de ANDAD (nombre con el que se bautizó la Asociación), que en el momento de constituirse tenía más de 900 socios potenciales (los socios de los grupos impulsores del proyecto). Estas tiendas, a pesar de pertenecer casi todas a grupos de compra, debían asociarse a título individual e independiente porque la idea era que los grupos no tuvieran protagonismo en ANDAD. Y seguramente ese fue el gran problema. En los primeros meses el ritmo de adscripciones fue muy bueno. En poco tiempo se llegó al centenar de tiendas, la mayoría muy representativas, y todo hacía pensar que la asociación se consolidaría en pocos meses. Pero entonces las cosas se torcieron. Algunos de sus principales valedores, quienes realmente habían puesto su empeño y su tiempo en que esta asociación tomara cuerpo, dejaron las empresas en las que trabajaban y, lógicamente, tuvieron que dejar sus cargos en la Asociación (cargos que, además, eran los más relevantes). La voluntad de quienes les siguieron no fue la misma y algunos empezaron a poner palos a la ruedas al proyecto. Los grupos no veían con tan buenos ojos que su poder fuera secundario y poco a poco ANDAD fue perdiendo fuerza. Para darle un nuevo empujón se decidió trasladar su sede a Madrid y que fuera la ATDM, la Asociación de Tiendas de Deporte de Madrid, quien retomase el proyecto, pero la oportunidad ya había pasado. Comenzó una nueva época dorada para el sector, superada la crisis de mediados de los 90, y como suele ocurrir, el comercio se despreocupó por completo de la Asociación. Las cosas iban bien y no había mucho de lo que preocuparse. O eso parecía. Los pocos frentes abiertos se afrontaban individualmente, y como la venta era relativamente fácil y la competencia no era muy fuerte, muchos no veían necesario pertenecer a una asociación nacional. La gente, y ese es un mal que sufre el sector desde hace mucho, no muestra ningún interés en el grupo cuando sus resultados van al alza. Eso sí, cuando empieza a ver nubarrones, se apresura a correr para buscar un buen refugio. En casa de otros si hace falta. Y como era de esperar, la bonanza no duró eternamente. Creció la competencia, especialmente con Decathlon, y el comercio, sin unión, no pudo hacer nada, salvo mirar cómo el gigante azul se expandía a un ritmo vertiginoso. Los nuevos canales de venta también supusieron un fuerte revés para el comercio, que empezó a darse cuenta de que había entrado en una nueva etapa en la que quedarse tras el mostrador era poco más que un suicidio. Y la puntilla final la ha dado la crisis. El consumo ha caído en picado, las tiendas físicas no venden y, encima, tienen que ver cómo sus proveedores apuestan por otros canales. Ante un escenario tan dramático, porque lo es, el comercio deportivo parece que ha reaccionado. En los últimos meses se han dado varios movimientos para aunar esfuerzos y meter presión a los proveedores y a las administraciones. El comercio especializado, en segmentos como el outdoor o el bike, ha dado algunos pasos para construir algún tipo de asociación, y en un plano más global, se ha puesto una nueva piedra para crear una Asociación Nacional de Tiendas de Deporte. Tras varias reuniones mantenidas durante la última edición de Sports Unlimited, una amplia representación de detallistas deportivos acordaron ejecutar los trámites necesarios para la constitución de una asociación nacional. Como hizo en su día ANDAD, la asociación, que operará bajo las siglas ANCODE (Asociación Nacional del Comercio Deportivo) ha dejado muy claro que su principal objetivo es consolidarse como el principal interlocutor de las tiendas de deporte ante las administraciones, ante la patronal de fabricantes y distribuidores –AFYDAD- y ante cualquier empresa vinculada al sector, para defender los intereses de sus asociados y dar voz a las quejas, inquietudes y dudas de éstos. Es complejo saber hasta dónde llegará este enésimo intento para consolidar una asociación de tiendas, pero no será fácil que prospere si no se integran en ella los principales operadores del comercio. Algunos ya lo están, es cierto, pero como en todo, si no se cuenta con el apoyo de los grandes, es muy difícil tirar para adelante un proyecto de estas características. Un proyecto que hace 20 años, hace 10 y, sobre todo ahora, es fundamental para el sector. Estamos en 2012 y aunque a más de uno le sorprenda, sobre todo en el extranjero (en mercados más maduros), el comercio deportivo español no tiene todavía una asociación representativa que vele por sus intereses. Intentos ha habido muchos, pero todos fallidos. A ver qué pasa con el último... Andar en grupo TS 32 ESPECIAL 200 C O M E R C I O

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