TradeSport 200 - Junio 2012

TS 100 Hace poco más de una década la moda comenzó a cambiar su punto de vista sobre el deporte. En la calle empezaba a imponerse un look menos formal y las marcas deportivas ganaban cuota en el vestir cotidiano. La moda, lógicamente, se dio cuenta de estos cambios y, también, de la fuerza que adquirían determinados movimientos culturales –o contraculturales- urbanos. Y como era de esperar, se volcó en ellos, convirtiéndolos en una tendencia pero, eso sí, llevándolo todo a su terreno. Con esta tendencia arrasando en la calle, lo que tocaba era buscarle nombres que la hagan más atractiva a ojos del consumidor y que además sirvieran para marcar territorio. O canales. Lo que empezó conociéndose como Moda deportiva, -ropa informal, para el día a día, con un claro look deportivo-, transformó rápidamente en sportwear, sportstyle, lifestyle o sportlife style. Las diferencias entre algunos de ellos eran casi imperceptibles y aunque si es cierto que el origen de la marca era bastante aclarador, la frontera que trazaron unos y otros entre estos términos es casi siempre muy difusa. Unos se empeñan en ser moda y otros, al contrario, intentan romper cualquier vínculo con el deporte. Esta dualidad, y el auge de la moda deportiva, han marcado el ritmo y el devenir del sector en los últimos años. Para bien y, sobre todo, para mal. Que durante mucho tiempo la oferta del comercio multideporte se centrase básicamente en el sportwear no dice mucho a nuestro favor. Hay formatos de tienda que han llegado a tener más del 80% de su oferta centrada en el sportwear. Y tiempo atrás habían sido tiendas de deporte. De material técnico. Pero cuando las cosas comenzaron a torcerse, porque la práctica bajó y los especialistas empezaron a emerger, la solución más fácil que encontraron fue apostar por la moda. Las marcas la explotaban con bastante acierto y la demanda no paraba de crecer. Algunos años buenos justificaban, para muchos, estos cambios. Pero ahora las cosas han cambiado. Y mucho. La crisis ha sacado a relucir muchos de nuestros males. Los de ahora y los que arrastramos hace años, y cuando las cosas han comenzado a ir mal, y el consumo ha caído en picado, el deporte, como la moda, se ha pegado un fuerte batacazo. No son los productos atléticos los que casi se regalan en las tiendas: es el llamado sportwear. Con la entrada de la moda en el mundo de la moda deportiva las cosas han cambiado considerablemente y el deporte ha dejado de tener una de las ventajas que siempre tuvo frente a parte de su competencia en otros canales: la marca. Ahora, quien busca moda deportiva con cierta exclusividad – hay cadenas de moda juvenil que tienen colecciones sport, pero que no destacan precisamente por su exclusividad- tiene dos opciones: marcas deportivas (y no hay muchas) o marcas vinculadas al mundo de la moda (la variedad es considerable). Este dilema entre una opción y otra dependerá de los gustos del consumidor, y apenas supone un problema. El problema lo tienen los detallistas deportivos, que a parte de ver como estas marcas no quieren entrar en el canal, deben luchar contra tiendas –y ejemplos no faltan- dónde a parte de las marcas más deseadas de textil y calzado moda, también hay líneas sport de algunas marcas deportivas. Es decir, la moda no ha querido entrar en el canal deporte y el deporte si ha querido entrar en el canal moda. Y eso es un problema, porque una vez más, nos pone en desventaja. La moda ha dado unos buenos años al sector, pero por culpa de ella, ahora se está sufriendo. La gente ahorra, y una de las primeras cosas en las que reduce gasto es en la ropa. Muchas tiendas están sufriendo importantes recortes en su facturación por culpa de las colecciones menos vinculadas a la práctica. Es más, lo atlético no sólo está aguantando el tipo sino que, además, está creciendo. Las tiendas que no han renunciado a sus orígenes, están aguantando el chaparrón gracias, sobre todo, al material atléticos, mientras que quienes han llenado sus comercios de moda, dejando de lado el material deportivo, lo están pasando mal porque no tienen margen –ni productopara equilibrar las pérdidas. El problema es que las estrategias de muchas tiendas multideporte de dejar de lado lo atlético ha reforzado al comercio especializado y ahora es muy complejo volver a ganarse al deportista, acostumbrado, desde hace algunos años, a comprar en una tienda especializada. ¿Solución? Básicamente definir una identidad y, en base a ella, definir la oferta. Se puede apostar por un deporte, por varios –si se tiene espacio y capacidad- e, incluso, por la moda deportiva, pero el modelo de tienda “de todo un poco” está completamente desfasado. Y eso, la moda, lo ha sabido ver hace tiempo. AL FIN Y AL CABO, ES DEPORTE Los gurús del marketing y los empresarios de la moda pueden llamarle como quieran. Ponerle los nombres que más les convenzan y, si hace falta, atribuirse cualquier merito de su auge, pero la realidad, al final, es que todas estas tendencias, desde el sportwear más puro –el de las marcas deportivas-, hasta el look sport más exclusivo, convergen en un mismo punto. O mejor dicho, en un mismo origen: el deporte. Y no hay razón alguna para que la moda recele del deporte. Nunca les va a hacer sombra. Pude que algunas marcas de nuestro sector hagan el camino de la calle a la pasarela. Puede que, incluso, sean bienvenida en el fantástico universo de la moda más fashion, pero, también para el deporte, la moda siempre será moda y el deporte siempre será el deporte. Nadie puede ni debe renunciar a sus Una envidia poco sana Muchos comercios multideporte se dejaron seducir por los cantos de sirena de la moda y ahora que ésta ha perdido fuerza están sufriendo. Y volver a los “orígenes” es casi imposible porque el comercio especializado ha ganado mucho terreno ESPECIAL 200 MODA DEPORTIVA

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