TradeSport 196 - Febrero 2012

siado simplista- ha frenado todavía más la ligerísima recuperación del año 2009 – teniendo en cuenta de donde se venía- y ha abierto los ojos a los pocos que aún creían que se podría volver a las cifras de hace una década. Si algo demostró la crisis de 2006 es que el esquí ha estado muchos años –y quizás aún lo estásobredimensionado. O mejor dicho, exageradamente sobredimensionado. La oferta superaba con creces la demanda, y cuando está cayó en picado pasó lo que pasó. Y no nos engañemos, aún hay marcas y tiendas que arrastran las consecuencias de esas campañas. Han pasado casi 5 años y hay quien aún no se ha recuperado. La guerra de precios está a la orden del día. Los almacenes de unos y otros están llenos de stocks-menos, por suertey ni siquiera los descuentos espectaculares que se llevan a cabo sirven para poder liquidarlos. Hasta 2005 el segmento estuvo marcado por la sobreproducción de unos y por las compras excesivas de otros, y cuando las ventas cayeron en picado, se pusieron en evidencia los fallos del sistema. Un sistema que no se ha recuperado y que, demasiado limitado por factores externos, aún tiene mucho que mejorar para estabilizarse. Marcas y tiendas parecen haber aprendido la lección. Los primeros producen de una manera más racional y ajustada a la demanda y los segundos compran con mucha más cautela y asumen muchos menos riesgos. Pero todavía queda camino, y en él, puesto que la demanda sigue siendo débil, se quedarán algunos. O muchos. POCO POTENCIAL… El esquí es un segmento importante. Y su peso, en el global del sector, hay que tenerlo muy en cuenta. El problema es que es un deporte demasiado maduro. Y lo es, además, desde hace tiempo. No en vano, la cifra de practicantes apenas ha sufrido grandes cambios en los últimos años. Han surgido nuevas modalidades que han tenido un papel clave a la hora de captar a nuevos esquiadores pero la verdad es que el boom que se esperaba se ha quedado en eso, en una esperanza. La sobredimensión de la que hablábamos antes tiene mucho que ver con el optimismo desmesurado del que en su día pecó todo el segmento, creyendo que el esquí podría “sufrir” una explosión como la que en su día se dio en el bike, con las bicicletas de montaña, o la que ahora está experimentando el running. Pero nada que ver. Es cierto que se ha dejado atrás –un poco- la imagen de deporte elitista, pero no nos engañemos, sigue siendo uno de los deportes más caros de practicar, tanto por el material necesario como por el coste que conlleva el desplazamiento (hoteles, restauración, forfaits…). ¿Por qué se esquía tan poco en España? La crisis, esta vez, no tiene toda la culpa. Es un problema de cultura; de tradición. No somos un país con una cultura sólida del esquí. Tenemos historia, es cierto, pero estamos a años luz de la mayoría de países europeos con estaciones de esquí. Y no creo que las cosas vayan a cambiar. El turismo, que podría ser una pieza clave para el esquí, cree que España es sólo un país de playa, y cuando descubre que también hay pistas de esquí –y muy buenas- se asusta con los precios. Habría que analizar cuantos esquiadores españoles se van fuera de nuestras fronteras porque las condiciones –de nieve y económicas- son mejores. Y con los datos en la mano, deberíamos tomar decisiones. Mucha gente quiere esquiar pero no todo el mundo puede dejarse 80 ó 100 euros (suponiendo que tenga el material) para pasar el día en la nieve. Y con este panorama, que muy poco tiene que ver con marcas y tiendas, las posibilidades de experimentar un fuerte boom de esquiadores son bastante remotas, casi tanto como las posibilidades de robar esquiadores a franceses, italianos, suizos o austríacos. De todas maneras, pese a esta crítica, también hay que reconocer el gran trabajo que están haciendo las estaciones, sobre todo en la última década, para competir con el resto de dominios de Europa. Lo hacen para captar público extranjero y, también, para que el “autóctono” no se vaya. El problema es que las fuertes inversiones que se llevan a cabo hay que pagarlas, y para hacerlo hay que mantener los precios de todo lo que rodea a una estación de esquí. La realidad, por mucho que las marcas se esfuercen en innovar y, sobre todo, en potenciar determinadas modalidades –especialmente las que atraen a un target joven- es que a día de hoy el margen de recorrido del esquí, en practicantes y en ventas, es bastante limitado. Y eso, para marcas y tiendas, es un handicap importante. También es cierto, para ser justos, que crisis aparte, el esquí es un deporte con muchos fieles, y que en los años que hay buena nieve, los resultados suelen ser muy buenos para todas las partes. Así, aunque es complejo que el esquí dé un salto en la cifra de practicantes, también lo es que sufra un descalabro. Quizás es difícil lograr que esquíe más gente, pero la que lo hace es muy fiel a este deporte. Las segundas residencias tienen mucho que ver, es cierto, por es muy complejo que quien esquíe deje de hacerlo. Otra cosas es si lo hará menos veces y cada cuánto renovará su material… De todas maneras, y por muy poco margen de crecimiento que creamos que hay, la media de 6 millones de visitantes que, El esquí es un segmento importante y su peso, en el global del sector, hay que tenerlo muy en cuenta. El problema es que es un deporte demasiado maduro. Y lo es, además, desde hace bastante tiempo. TS 51 trades-

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