TradeSport 194 - Diciembre 2011

Se acaba 2011, y con él, el tercer año de una crisis fuertemente instalada en el mundo occidental, y en especial en nuestro país, donde contamos con la tasa de paro más grande de toda la Unión Europea, muy por encima de las principales economías mundiales. Y a estas alturas, y nadie duda de que a nuestro país le va a costar desprenderse de esa importante tasa de paro, que supone, sin lugar a dudas, una menor capacidad adquisitiva de la ciudadanía. Independientemente de las mejoras que nuestra economía pueda lograr, fruto del contagio de las economías de nuestros socios europeos, del buen hacer del colectivo empresarial y ciudadano de nuestro país o del impulso que pueda realizar el nuevo gobierno, el sector debería replantearse su funcionamiento interno y hacerlo más eficaz, fundamentalmente en lo que se refiere a eliminar rigideces. Es evidente, que el sector ha abordado ajustes económicos y muchas empresas se han visto obligadas a recortar muchos gastos, sin embargo, estas adaptaciones han sido exclusivas de cada operador y no cambios estructurales del sector que supongan una mejora en la organización y funcionamiento del mismo. Los principales cambios y novedades de estos tres últimos años han estado dirigidos a salvar la situación propia, la de las tiendas por su lado, las centrales de compra por el suyo y las marcas por otro distinto. Hasta tal punto se ha vinculado la situación a la coyuntura económica desde una perspectiva exclusiva, y las soluciones que se han encontrado, muchas veces, han ido contra el sector. Y podemos encontrar decisiones o acciones en todos los ámbitos que suponen descapitalizar el sector. Nadie duda de que cada empresa debe mirarse el ombligo y salvar su situación, pero en ciertos casos, como los de las marcas, ha de subyacer en sus actos un respeto y un ánimo de fomento del sector en su conjunto, ya que este es el que les va a aportar la notoriedad y profundidad necesaria para crecer (a no ser, claro, que se decida utilizar otros mecanismos para este fin, dejando al sector “tradicional” al margen de las pretensiones de las marcas y distribuidores, principales locomotoras del sector). La corriente principal de este colectivo de operadores del sector ha sido continuar con su política de programación, sin incrementar la posibilidad de reposiciones, avanzar en la liquidación de stocks al margen del canal que les programa aprovechando la extensa oferta de portales de este tipo que han aparecido, profundizar en la atención a clubs y agrupaciones deportivas sin apoyarse en el canal sino actuando al margen del mismo, estratificar el acceso a sus colecciones, etc. Circunstancias, todas, que en este tiempo se han generalizado, incluso, en operadores no habituados a llevar a cabo este tipo de actuaciones anteriormente. De este modo, tres años después, no se ha observado ningún cambio estructural en el sector, que sigue situando como uno de sus motores la voluntad y el compromiso de programación de las tiendas minoristas pero que, sin embargo, no busca en ellas soluciones a los problemas, ya sean de stock, de ventas, o de otro tipo (para eso se buscan canales alternativos a los que dirigirse). Estos detallistas que programan y aseguran la producción cuentan con demandas específicas para sus proveedores, los cuales no parecen tener interés por las mismas, pues ni las atienden ni intentan acomodar su actuación a ninguna de estas demandas. En mi opinión, con crisis o sin ella, nada cambiará en el sector mientras no haya, por parte de aquellos quienes tienen el poder de hacer que la situación cambie, un posicionamiento claro para que eso suceda. Y me refiero básicamente a las tiendas, que, aunque parezca mentira, son las únicas capaces de cambiar el modelo. Son ellas quienes, a través de la toma de decisiones (en cuanto al stock que posicionar en su establecimiento, en cuanto a la necesidad de disponer de reposición, en cuanto a la posibilidad de reducir los plazos y necesidades de programación o en cuanto al acceso a las colecciones de las marcas), pueden provocar movimientos. Las marcas ya han demostrado que a pesar de tres años de crisis y dificultades no están dispuestas a modificar las rígidas estructuras que gobiernan nuestro sector. Por lo tanto, son las tiendas, aquellas que tienen el compromiso de compra y de pago, las que han de provocar cambios, fortaleciendo su relación con aquellos operadores que mejor se adapten a sus necesidades, y enfriando o cancelando sus vínculos con aquellos otros proveedores que no se sientan identificados con sus problemas y sus vicisitudes. Los detallistas han de tomar conciencia, de una vez por todas, de su fortaleza y de su poder para generar cambios. También tienen que darse cuenta de la capacidad que la tienda tiene para dirigir la compra del cliente.. como la gran enseña francesa se ha empeñado en demostrar, y como el comercio especializado de deporte nos demuestra temporada tras temporada. Es evidente que una sola tienda no será capaz de modificar la acción ni siquiera de la marca más pequeña, pero no lo es menos que si las tiendas asumieran su mayoría de edad y decidieran actuar en consecuencia, prescindiendo de manera radical de unas u otras marcas y proveedores en función de sus condiciones, actuaciones y márgenes -como ya sucede en la moda o en cierta medida en el comercio deportivo especializado-, la situación sería muy distinta. Estoy convencido de que, rápidamente, se produciría una reacción, no sólo por parte de los proveedores afectados de manera más importante, sino, también, por la gran mayoría de marcas y distribuidores, que seguramente entenderían que las condiciones habrían cambiado y que tendrían que actuar y atender de otro modo a las necesidades de las tiendas si quieren que sus productos estén presentes en ellas. Con crisis o sin crisis, nada cambiará en el sector mientras quienes tienen el poder de hacer que las cosas mejoren no demuestren un posicionamiento claro para que eso suceda. Y me refiero básicamente a las tiendas, que, aunque parezca mentira, son las únicas capaces de cambiar el modelo. Los detallistas tienen que tomar conciencia, de una vez por todas, de su fortaleza y de su poder para generar cambios. Y, sobre todo, tienen que darse cuenta de la capacidad que la tienda tiene para dirigir la compra del cliente. 2012: Pulsar reset ARTÍCULO DEL MES Carlos Grande Secretario general de ANDAD TS 24

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