uno de los grandes puntos de inflexión que ha experimentado el sector en los últimos 20 años. La gran ventaja de muchos deportes de montaña, sobre todo de los más accesibles en cuanto a exigencia física –trekkings ligeros, senderismo…-, es que son modalidades muy accesibles a nivel económico; basta con un buen calzado y ropa adecuada –es importante elegir prendas técnicas, pero no hace falta gastar más de lo estrictamente necesario-. Si lo que se quiere es plantarse en la cima de un ochomil o escalar paredes de hielo de 300 metros sí que hay que gastarse el dinero en lo mejor, pero si lo que busca es desconectar, hacer un poco de deporte y disfrutar de la naturaleza no es necesario tener una chaqueta con una columna de agua de 30.000 ni unas botas de 200 euros que han sido diseñadas para alpinistas expertos. La oferta ha crecido al mismo ritmo que la cifra de practicantes y el consumidor tiene a su alcance una amplia variedad de marcas que pueden responder a todo tipo de necesidades. Algunos pensarán que el outdoor en estado puro es el de alta montaña. El del riesgo; el de las grandes ascensiones. Puede ser. De todas maneras no es este perfil el que ha impulsado el segmento ni el que va a dar de comer a las marcas y a las tiendas en los próximos años. El principal target del segmento es el que practica modalidades más Light o el que, simplemente, quiere vestir con prendas outdoor –por su diseño y por su versatilidad-. Hay que apostar por las gamas más altas, pero es obvio que la tienda, incluso la más especializada, tiene que cuidar mucho a este perfil más bajo porque es el que da el volumen necesario para sobrevivir y seguir creciendo. Las marcas, lógicamente, se han dado cuenta de ello y prácticamente todas han potenciado sobremanera las líneas que responden a las necesidades de este perfil de consumidor. Las grandes han nacido y crecido con lo técnico, con lo extremo incluso, y todas han seguido apostando por esta tecnicidad para apuntalar su imagen de marca pero, a la vez, han desarrollado colecciones más “populares”. Más asequibles en precio, pero en las que no renuncian a sus bazas tradicionales: tecnicidad y funcionalidad. LA MODA DINAMIZA EL OUTDOOR Este cambio, que se ha dado en calzado y en textil, ha servido para que el look outdoor ganara presencia en las calles, incluso entre quienes no tienen interés alguno –los hayen disfrutar de la montaña. Caprichos de la moda, es cierto, pero para muchas marcas ha sido, es y será, una vía de crecimiento importante. Guste o no –y estoy convencido de que a marcas y tiendas les gusta- el llamado Urban Outdoor es una de las categorías que ha catapultado al mundo outdoor hasta los niveles en los que hoy se encuentra. Algunos dirán, no sin razón, que determinadas líneas no deberían ni siquiera considerarse outdoor, pero la realidad es que a pesar de que muchas de estas colecciones están más vinculadas –sobre todo por uso- con la moda, para el sector representa un porcentaje considerable del total de las ventas. Al final, lo que cuenta es vender. Y aunque es obvio que las marcas deben mantener su esencia técnica, no debemos preocuparnos ni un segundo de si quien compra quiere ir al Himalaya o pasearse en moto por su ciudad. Nuestra “obligación” es tener una oferta que pueda responder perfectamente a sus necesidades y, también, a sus deseos. Nadie necesita una chaqueta ultratécnica de 700 u 800 euros para ir a la oficina en moto, pero no somos nadie para apagar una emoción. Otro tema es si alguien aspira a subir al Montblanc en pleno invierno con una camiseta de manga corta y un polar de La crisis ha sido un bien aliado para el outdoor, especialmente para las modalidades más accesibles en gasto y exigencias físicas. El consumo ha caído en picado y la gente ha redirigido sus gastos hacia actividades más económicas –y saludables-. TS 29
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