TradeSport 189 - Junio 2011

años, a comprar el material en una tienda especializada. De todas maneras, tampoco conviene caer en el más absoluto de los pesimismos. Es cierto que muchos comercios se han equivocado y que lo están pagando, pero no menos cierto es que es un poco tarde para cambiar e intentar volver a los orígenes. Una tienda no puede ir dando volantazos en función de cómo vaya el mercado. Tiene que definir una identidad. Un estilo. Quienes apostaron por la moda deportiva y sobreviven, tienen que aguantar. Las cosas ya están cambiando, y de la misma manera que las ventas han caído en picado cuando las cosas han ido mal, también parece lógico que vuelvan a dispararse cuando se supere el bache. Y quienes no renunciaron a la moda deportiva y se mantuvieron firmes y fieles al cambio que habían hecho pronto empezarán a ver la luz de nuevo. Y su fidelidad, seguro, tendrá premio. A estas alturas es complejo saber si quienes apostaron por la moda deportiva y dejaron de lado el deporte se equivocaron o acertaron. A algunos les habrá ido bien y a otros mal. El error no es volcarse en la moda; el error es creer que la moda y el deporte se parecen en algo. Las diferencias entre un mundo y otro se han estrechado, es cierto, pero no porque la moda comenzase a creer en las marcas de deporte, sino al contrario; porque muchas marcas de deporte vieron que la única manera de crecer era ganando peso en el canal moda. Y para ello era fundamental comenzar a diferenciar sus divisiones de deporte y de moda deportiva. Moda… deportiva La moda podrá venderlo como más le convenga, pero hay una realidad que no puede negar: el sportwear, el lifestyle, el casual o como quiera llamarse a la moda deportiva (que, al fin y al cabo, es tendencia), es un estilo que se ha impulsado desde el deporte. La moda, es cierto, la ha impuesto con fuerza en las calles, y muchas veces con marcas no deportivas, pero quien ha marcado el camino, quien ha inspirado este look, ha sido, lógicamente, el deporte. Y tiene que aprovecharse de ello. De momento, son pocas las marcas que lo han logrado. La moda ha sabido llevar el partido a su terreno y, sobre todo, ha sabido marcar muy bien las fronteras con el deporte, dejando pasar a su territorio a muy pocas marcas deportivas. Los escaparates de las principales tiendas de moda están repletos de marcas de moda deportiva, pero muy pocas son marcas de deporte. El boom del estilo sport hizo que a un ritmo vertiginoso –ellos pueden-, las marcas más representativas de la moda empezasen a desarrollar sus colecciones sport. Y a medida que estas ganaban peso, los trajes y vestidos dieron paso a tejanos, polos, chaquetas sport y, sobre todo, calzado sportwear. Pero eran marcas de moda. No de deporte. En ese momento la moda vivía uno de sus mejores momentos y eso, obviamente, despertó el interés de las marcas deportivas. Muchas empezaron a apostar por la moda deportiva no sólo para ganar terreno en el canal sino, sobre todo, para intentar entrar en el mundo de la moda. Craso error. Como hemos dicho antes, las cosas no eran tan fáciles. No bastaba con intentar colocar un chándal cool a alguna boutique de las zonas fashion de las grandes ciudades. Eso sólo valía para ganar terreno en el canal deporte, y lo que algunas –muchas- querían, era ganarlo en el mundo de la moda. Había que entender, antes que nada, que para entrar en el mundo de la moda no tenían más remedio que convertirse en marcas de moda. Aquellas que lo hicieron –que se pueden contar con los dedos de una mano- han conseguido, poco a poco, ser aceptadas en el mundo de la moda. Este claro rechazo de la moda hacia las marcas deportivas –en algunos casos más que comprensible- obligó a unos y a otros a definir claramente sus fronteras. Y en este contexto fue donde toda la batería de anglicismos que hacían referencia a la moda deportiva comenzaron a ganar peso. La necesidad de diferenciar estilos y, también, tipologías de tiendas donde pudieran encajar, forzó al mundo de la moda y al del deporte a establecer diferencias -aunque no las hubiera- entre colecciones. Lo que empezó conociéndose como moda deportiva se había segmentado en un sinfín de categorías cuyas diferencias, insistimos, eran a veces imperceptibles. Desde la moda se empeñaban -y se empeñan-, en utilizar aquellos anglicismos donde la palabra sports está omitida –básicamente casual o lifestyle-. Esta dualidad, y el auge de la moda deportiva, han marcado el ritmo y el devenir del sector en los últimos años. Como hemos explicado antes, muchas –demasiadas- tiendas cambiaron radicalmente en oferta y concepto creyendo que el poder de la moda deportiva sería eterno. Y creyendo, también, que por el simple hecho de apostar por la moda deportiva las marcas del mundo de la moda picarían a su puerta desesperadas. Pero no fue así: la moda tiene una lista larguísima de defectos, pero si algo ha sabido hacer durante muchos años ha sido cuidar su imagen y ser fiel a su identidad. Ellos, mejor que nosotros, han entendido que el volumen no es lo primero. ¿Qué debe hacer el deporte? Pues partiendo de la base de que es probable que a corto o medio plazo la moda deportiva recupere parte del terreno perdido, es importante que sepa aprovechar sus bazas. Como hemos repetido en varias ocasiones el canal ofrece suficientes oportunidades como para no obsesionarse en enDurante algunos meses la moda deportiva –de marcas deportivas-, y con algunas excepciones, ha estado en la UVI, en coma profundo. Eso si, con la certeza de que tarde o temprano se recuperaría. Una recuperación que algunos expertos anuncian que ya ha llegado y que muchas tiendas, poco a poco, están comenzando a comprobar. La moda es moda, y como tal, vive constantemente en una montaña rusa.

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