ESPECIAL ESQUÍ R.B. (Redacción) El esquí parece no tener tregua. Desde que en 2006 el segmento se viera fuertemente sacudido por la falta de nieve y por las altas temperaturas invernales, su historia está llena de altibajos, y pese a que el pasado invierno parecía que las cosas empezaban a estabilizarse, ha bastado un diciembre con mala climatología para frenar esta recuperación y acabar con el optimismo que generó el buen noviembre de 2010. Es cierto que febrero y los primeros días de marzo no han sido demasiado malos, y que con ello la temporada se podrá alargar un poco, pero en el balance final, y en las cuentas de resultados de marcas y, sobre todo tiendas, este último aliento llega tarde y no es suficiente. Empecemos por el principio. El sell-in fue bastante bueno. El invierno pasado cerró con buenos resultados para casi todo el mundo, y tanto tiendas como marcas y estaciones se dieron por satisfechas con la temporada. Las expectativas no eran muy buenas –desde la crisis de 2006 todo el mundo es mucho más precavidoy por poco que se ganase ya sería un logro importante. Cuando se depende tanto del tiempo, y después de haber pasado lo que se ha pasado, cualquier temporada que se cierre sin pérdidas debe darse como buena. Es el precio que hay que pagar cuando lo que marca el éxito o el fracaso de unos y otros es un factor que no podemos controlar. Dicho esto, como decíamos, los ánimos de los detallistas estaban bastante bien y el sell-in volvió a las cifras habituales. Las marcas estaban satisfechas pese a la prudencia de muchas tiendas y se afrontaba este invierno con muchas esperanzas. Y la verdad es que las cosas comenzaron muy bien. Noviembre, un mes clave, empezó con frío y nieve. Las estaciones abrieron pronto y con un porcentaje muy alto de pistas abiertas. Con estas condiciones no es raro que la venta fuese buena. O muy buena para algunos. Principio de temporada, frío y nieve, una crisis que sigue allí pero que asusta menos y precios bastante buenos para empezar. Un cóctel perfecto para generar tráfico y vender. Y así acabo noviembre y empezó diciembre. Como cada año, el Punte de la Purísima marcaba un punto de inflexión en la temporada. Para todos. Se llegaba muy bien… y se salió muy mal. Había nieve, muchas reservas y la gente había renovado su equipo, pero el tiempo jugó una mala pasada –otra- al segmento y agu´´o la fiesta –nunca mejor dicho- a muchos esquiadores. Lluvia, niebla y muy malas condiciones para esquiar. Resultado: estaciones vacías y colas para volver a casa antes de tiempo. Por si fuera poco la climatología siguió siendo adversa durante casi todo diciembre, y ni siquiera la campaña de navidad y los primeros días de rebajas ayudaron a mejorar las cosas. Enero como siempre, estuvo marcado por la cuesta –y no de las estaciones- y fue un mes flojo en ventas, sobre todo después de Reyes. La guerra de precios se acrecentó, las tiendas se empezaban a poner nerviosas con tanto stock y la venta se dinamizó un poco. Lo justo para levantar un poco el ánimo. Y llegó febrero, sin nieve pero con mucho frío. Aquí el problema tuvo más que ver con las percepciones que con la realidad. Los esquiadores habituales, los que suben cada fin de semana o un par de veces al mes, sabían perfectamente que las pistas estaban más o menos bien, pero el esquiador ocasional o el principiante, que representa un porcentaje muy importante de la venta de forfaits, cayó en el error de creer que sin nieve no hay pistas. Y no subió. Una suerte para los pocos que sí lo hicieron, pero una mala decisión para marcas y tiendas. Y llegado marzo, con frío todavía, y con nieve, seguramente es demasiado tarde para lograr que alguien se compre esquís o ropa para esquiar. La única solución, para variar, es abusar del descuento. Y muchos, ni así. Total, buen comienzo, acto central flojo y cierre con cierta angustia. Eso sí, la fiesta, como dicen, va por barrios, y hay comercios que han tenido una buena temporada. Algunos han vendido muy bien el material duro y otros han vendido mejor el textil. Encontrar a alguien que le haya ido bien todo es complicado. La marcha de esta temporada –que hemos resumido, lo acepto, de manera excesivamente general y, quizas, demasiado simplista- ha frenado, insisto, los buenos resultados del año pasado –buenos teniendo en cuenta de donde se venía- y ha abierto los ojos a los pocos que aún creían que se podría volver a las cifras de El esquí no vive una de sus mejores temporadas. Después de un par de campañas bastante aceptables, tanto en ventas como en esquiadores que acudieron a las pistas, la climatología ha vuelto a jugar una mala pasada al segmento. Diciembre marcó un punto de inflexión y acabó con las buenas expectativas que se habían generado al inicio de la temporada. La crisis no ha ayudado mucho, y aunque el frío y la nieve han llegado en marzo, para muchos ya era demasiado tarde para animarse a comprar. Temporada de altibajos Los problemas que arrastra el esquí, más allá de la falta de nieve que ha habido algunos años, tienen mucho que ver con el optimismo desmesurado del que en su día pecó todo el segmento, creyendo que podría “sufrir” una explosión como la que se dió en el bike, con las bicicletas de montaña, o la que ahora está experimentando el running. ts56
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