opinión Raul Bernat (raul@tradesport.com) editorial DIRECTOR Jaume Ferrer (jferrer@tradesport.com) A finales de noviembre, el Consejo Superior de Deportes presentó en Madrid un avance de los resultados de la última encuesta sobre los hábitos deportivos en España. Las conclusiones del estudio son muy satisfactorias para nuestro sector, pues la práctica deportiva ha experimentado un importante repunte en los últimos cinco años y, a día de hoy, se calcula que más de 16 millones de españoles hacen algún tipo de deporte. Eso representa un 43% de la población activa –mayor de 14 años-, seis puntos más que en 2005 (y más de 20 respecto a 1980). Aunque este estudio no profundiza en cuáles son los principales motivos que han propiciado este auge, creo que, después de analizarlo junto con otros estudios que van en la misma dirección, entre los muchos factores que han favorecido este crecimiento hay tres que han sido determinantes: los éxitos de nuestros deportistas; la crisis económica; y el fuerte crecimiento experimentado por Decathlon. Analizando detenidamente los repuntes que ha experimentado la práctica deportiva, en general y, sobre todo, por segmentos, veremos que hay una relación directa entre los logros de nuestros deportistas y el crecimiento de practicantes. Pasaba hace años, cuando Orantes, Santana, Delgado, Indurain o los grandes corredores copaban los podios y, lógicamente, pasa ahora, en una época dorada para el deporte español, con victorias individuales de prestigio, como las de Alonso, Gasol o Nadal, o con los éxitos de nuestros equipos, tanto a nivel de clubes, como de selecciones. Que deportes como el tenis y el pádel, el fútbol, el baloncesto o el ciclismo, hayan logrado ganar adeptos no ha sido casualidad ni fruto de una moda. Además, estoy convencido de que estos logros han tenido un “efecto motivador” más general, de manera que también han incidido en el crecimiento de otras modalidades como el running o el outdoor. En cuanto a la crisis económica, poco que decir. Es obvio que ésta ha transformado completamente los hábitos de consumo y, también, de práctica deportiva. Con o sin razón, muchos españoles se han visto obligados a reducir considerablemente sus gastos, sobre todo los destinados al ocio. Muchos de los que antes gastaban parte de su sueldo en restaurantes, cines, teatros o viajes, han preferido buscar alternativas más asequibles para ocupar su tiempo de ocio, y el deporte se ha convertido en uno de los grandes beneficiados. Y no sólo porque el coste, generalmente, es muy bajo, sino porque, además, tiene una vinculación muy estrecha con el wellness, muy de moda en estos momentos. Por último, pero no por eso menos importante, está el papel clave que está jugando Decathlon en este crecimiento. La cadena gala, aunque a muchos no les guste admitirlo, está siendo, entre los operadores del mercado, el principal dinamizador de la práctica deportiva, sobre todo en los últimos cinco años, cuando su crecimiento se ha acentuado considerablemente. El gigante francés, con su fuerza, y a base de precios muy asequibles, ha conseguido que mucha gente se acerque al deporte y, además, ha sido determinante para dar respuesta a uno de los principales targets de nuestro sector, el del principiante o practicante ocasional que no quiere llevar a cabo grandes inversiones en material deportivo. Los datos están demostrando claramente que allí donde Decathlon abre un centro, la práctica deportiva -y la venta- experimentan un crecimiento importante. A estas alturas no podemos ignorar que la oferta de Decathlon es un buen reclamo –seguramente el mejor- para empezar a hacer deporte. Es complejo saber lo que va a pasar en los próximos 5 años. Confío en que los deportistas españoles seguirán dándonos alegrías; confío, también, en que a pesar de que superemos la crisis, la gente haya aprendido el papel fundamental que puede jugar el deporte en sus vidas; y confío, incluso, en que Decathlon encuentre, en las marcas y en las asociaciones, más aliados para lograr que los índices de práctica deportiva sigan subiendo. Seis puntos; tres razones Quienes como yo crean que la salud de un sector puede medirse por el peso que tienen sus ferias, pueden ser optimistas con el devenir de nuestro sector. Seguramente habrá quien crea que esta afirmación no tiene mucho sentido teniendo en cuenta que en los últimos años muchas ferias vinculadas directa o indirectamente al deporte han desaparecido, pero creo que esta realidad, más que a un problema estrictamente sectorial, responde al complejo estado en el que se encuentran las ferias tradicionales, abocadas a la extinción si no cambian su formato. Cuando digo que podemos ser optimistas lo hago pensando en los nuevos modelos de feria que ganan terreno en el sector y, sobre todo, en la fuerza que año tras año sigue demostrando ispo, que incluso en plena crisis económica, sigue acumulando récords; la edición de 2010, que tuvo lugar en uno de los momentos más álgidos de la recesión, fue un éxito, y este 2011, de cumplirse las previsiones, tiene todos los números para convertirse en la edición más exitosa de la historia. De momento, cuando falta poco más de un mes para que ispo habrá sus puertas, ya se han inscrito más de 2.000 empresas -entre las que se encuentran, obviamente, todas las grandes marcas deportivas - y están reservados alrededor de 100.000 metros cuadrados de superficie de exposición (un 12% más que en 2010). El crecimiento que ha experimentado ispo en estos últimos años –y que sólo se ha visto ligeramente frenado por causas externas (dos inviernos pésimos)- es un ejemplo muy significativo, seguramente el mejor, de la gran paradoja en la que parece inmerso el sector, que en plena crisis económica global, está logrando, poco a poco, superar su propio vía crucis. La crisis, no sólo no se ha cebado con el deporte, sino que ha sido uno de nuestros mejores aliados. Obviamente algunas empresas (proveedores y detallistas) se han visto obligadas a cerrar por culpa de la drástica caída de las ventas, pero en general, el sector ha levantado cabeza. Y lo ha hecho, además, en un entorno muy hostil. Muchos temían las consecuencias que podría tener para el sector la profunda crisis económica en la que estaba inmerso el planeta, pero la realidad es que a punto de acabar 2010, y con un 2011 al que muchos ven como el año de la recuperación, son pocas las empresas que han caído por el camino. Es más, estoy convencido de que la mayoría de empresas del sector acabarán este año con buenos resultados –o, como mínimo, mejores de los que podían pensar hace 12 ó 18 meses-. Decía Eugenio Trías que en esta vida hay que morir para renacer, y que las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra. No sé muy bien qué puede pasar este 2011, pero sí que estoy convencido de que lo mal que lo hemos pasado en los años precedentes a la crisis nos está ayudado a superar sin excesivos problemas la coyuntura actual y comenzar una nueva época. Casi sin quererlo hemos aprendido a pescar en río revuelto. O, al menos, a nadar contracorriente. Renacer
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