TradeSport 183 - Diciembre 2010

Nuestras ciudades y administraciones han desperdiciado, durante muchos años, las oportunidades que nuestro excelente clima representaba para mejorar la movilidad en bicicleta y España todavía está a años luz de la mayoría de sus vecinos europeos en esta materia. Durante décadas, los que han intentado desplazarse con este vehículo han sido locos solitarios. Y casi siempre, además, han sido ninguneados en la calle y en las administraciones, del mismo modo que lo han sido aquellos que utilizaban la bicicleta para practicar deporte en nuestros caminos y carreteras sufriendo, muchas veces, los problemas que conlleva que este tipo de transporte no tenga chasis. En los últimos tiempos, cuando por fin parecía que nuestros políticos habían descubierto la bicicleta y habían comenzado a desarrollar carriles-bici y/o sistemas municipales de préstamo de bicicletas, buena parte de los proyectos y propuestas parecen desmoronarse. La crisis ha paralizado este desarrollo en muchos lugares, siendo Madrid, quizás, la punta de lanza –negativa- de este cambio: la Administracion ha paralizado el ambicioso Plan Director de Movilidad Ciclista de Madrid y, también, el sistema municipal de alquiler. Pero este no es el único caso: otras ciudades también tienen dificultades económicas y la bici ha entrado de lleno en los recortes presupuestarios. Jaén, por ejemplo, ha visto cómo el consistorio retiraba las bicicletas de alquiler ante la falta de presupuesto para afrontar su mantenimiento. Que los recortes presupuestarios afecten al posible desarrollo de la bici como elemento importante en la movilidad urbana de las ciudades puede resultar, hasta cierto punto, comprensible, siempre y cuando estos recortes sean justificados y similares a los que se pueden producir en otros modos de transporte. Sin embargo, muchos ciclistas tienen la sensación de que la crisis y los recortes han afectado a la bicicleta más que a ningún otro vehículo, y no sólo porque haya disminuido considerablemente la implicación de las ciudades en el desarrollo de este medio de transporte, sino sobre todo porque muchos ayuntamientos han desarrollado una dura normativa para el estacionamiento de bicicletas o el tránsito en aceras sin potenciar, paralelamente, aparcamientos para bicicletas ni una red más sólida de carriles bici. Si esta sensación fuera una realidad sería una desastrosa noticia. Tras haber conseguido -en un breve periodo de tiempo y de manera exponencial- hacer crecer el número de ciclistas y de tránsitos diarios en bici en nuestras ciudades, sería un error histórico rechazar o intentar contener el desarrollo de este movimiento beneficioso para la salud de la ciudad y de los ciudadanos, sobre todo teniendo en cuenta que nuestras ciudades tienen un potencial de crecimiento abismal en este campo. Mientras que en Madrid apenas el 0,6% de los desplazamientos son en bici, en muchas ciudades europeas este porcentaje supera con creces el 10% o, incluso, como en Copenhague, se sitúa por encima del 35%. No deja de ser sorprendente –por decirlo de alguna manera suave- que las ciudades españolas, a pesar de nuestro benigno clima, estén entre las grandes urbes europeas con menor tasa de uso de la bicicleta como modo de transporte. El uso de la bicicleta supone recuperar para los ciudadanos el espacio público como lugar de convivencia, eliminando de nuestras calles y de nuestro entorno numerosos vehículos ruidosos y contaminantes. Sin embargo, nuestros políticos parecen no observar esta realidad. Mientras en muchas ciudades españolas se recortan los presupuestos destinados a la bici como elemento de transporte urbano, otras ciudades europeas mantienen objetivos muy distintos. La ciudad de Munich, por ejemplo, ya cuenta con un 14% de su población pedaleando, y aun así, con el objetivo de incrementar esta tasa en el futuro, invierte cada año alrededor de 4,5 millones de euros en la expansión de sus estructuras y servicios para la bicicleta y cuenta, además, con una campaña de marketing para fomentar el uso de este medio de transporte y convertir a la ciudad bávara en la capital europea de la bici. Mientras ciudades como Munich –con un clima mucho más frío, sobre todo en invierno- siguen apostando por la bici, nuestras administraciones parecen seguir ancladas en el pasado o, peor aún, viendo un futuro poco objetivo. Sólo así se explica que el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio se vanaglorie de apoyar el vehículo eléctrico (un coche, evidentemente) como una forma de integrar energías renovables y reducir la emisión de gases de efecto invernadero y, sin embargo, jamás hable de la bicicleta. Este “olvido” podría ser justificable en el caso de la bicicleta que conocemos todos, la de tracción humana, pero sorprende que ni siquiera se hable de la bicicleta eléctrica. Todas las soluciones para mejorar la movilidad y la sostenibilidad del tráfico parecen apuntar únicamente al coche eléctrico y en los últimos meses hemos podido ver campañas de marketing apoyando este “nuevo coche” y anuncios como el que hizo no hace mucho el Ministro de Industria, confirmando que el Gobierno destinará 255 millones de euros en 2011 para fomentar el uso del vehiculo eléctrico, en especial en los tránsitos urbanos, con una subvención directa del 20% del coste de adquisición de estos coches. Lamentablemente, a esta subvención no podrán optar aquellos que adquieran una bicicleta eléctrica ,aunque su decisión será más beneficiosa para su salud y para la sociedad. Ese sentimiento de falta de implicación aducido, reside, también, en algunos aspectos como la dureza en el desarrollo y aplicación de normativas destinadas a ciclistas, como ha sucedido en Valencia, o el ninguneo que aquellos colectivos que representan a los ciclistas sufren en sus ciudades por parte de administraciones y poderes públicos. ¿Y qué me dicen del sangrante caso de Perico Delgado? Tras diez años en el Consejo Superior de Tráfico, el conocido ciclista y vencedor de un Tour de Francia ha abandonado el ente después de ver como año tras año sus propuestas caían en saco roto y no se le prestaba la más mínima atención. En resumen, a pesar de tener ante sí una oportunidad inmejorable para el desarrollo de un modo de transporte saludable y sostenible, nuestros políticos no parecen creer en él y no ven las oportunidades que sí han visto ciudades como Copenhague, Gronningen, Assen, Amsterdam, Ferrara, Malmoe, Basilea, Bolonia, Parma, Roterdam, Berna, Munich, Berlin, Cambridge, Estocolmo… donde la bicicleta es un transporte muy utilizado que convive perfectamente con otros medios de transporte y con los peatones. Por suerte para la bici, el colectivo que pedalea en España es cada vez más numeroso y organizado y cuenta, además, con un comercio especializado muy fuerte que apoya este movimiento… Pedaleando a ninguna parte Cuando por fin parecía que nuestros políticos habían descubierto la bicicleta y comenzaban a desarrollar carriles-bici y/o sistemas municipales de préstamo de bicicletas, buena parte de los proyectos parecen desmoronarse CARLOS GRANDE Secretario general de andad [ o p i n i ó n ] A pesar de tener ante sí una oportunidad inmejorable para el desarrollo de un modo de transporte saludable y sostenible, nuestros políticos no parecen creer en él y no ven las oportunidades que sí han visto otras ciudades europeas. ts20

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