TradeSport 180 - Septiembre 2010

opinión Raul Bernat (raul@tradesport.com) editorial DIRECTOR Jaume Ferrer (jferrer@tradesport.com) Una de las problemáticas que está generando más debate en los últimos años en nuestro sector es, sin duda, la proliferación de ventas a través de Internet. En los últimos cinco años, y a pesar de la desconfianza que generaba este tipo de venta al principio, se han multiplicado las webs online que venden material deportivo. Entre marcas, tiendas físicas que han apostado por esta fórmula, tiendas exclusivamente online y las poderosas webs privadas de descuentos, el volumen de ventas que se genera a través de la red ha alcanzado cifras que ni los más optimistas podían imaginar hace pocos años. Por si fuera poco, España todavía sigue siendo uno de los países donde menos fuerza tiene este sistema de venta, y lo más probable es que año tras año el protagonismo de la venta online siga creciendo a un ritmo importante. Quines visitamos la última edición de la feria OutDoor de Friedrichshafen, por ejemplo, tuvimos la sensación de que había más compradores vinculados a empresas de venta online que a comercios tradicionales. Y es muy significativo que ocurra esto justo en una de las pocas actividades en fase de crecimiento. De momento, no todas las marcas se están prestando a potenciar este tipo de comercio que, en la mayoría de casos, no disponen de tienda física o que, en caso de tenerla, sólo sirve para ayudar a superar los miedos y la desconfianza que generan este tipo de negocios puros de Internet. También es razonable, por otra parte, que estén apareciendo muchas empresas de nueva creación que prefieran utilizar Internet para crear un comercio online -con vocación regional o internacional-, sobre todo teniendo en cuenta que los costes de implantación son mucho más bajos y que no es necesario incurrir en unos costes físicos limitados en el espacio. Llegados a esta situación, es evidente que lo que para el comercio tradicional parecía bueno hace unos años -el aprovechar el canal Internet para comercializar sus productos abriendo, con ello, un nuevo canal complementario- ha pasado a ser la principal amenaza de los próximos años. El gran volumen del e-commerce de material deportivo estará, en un futuro no muy lejano, en manos de las tiendas de las marcas y de las grandes cadenas verticales como Decathlon. Ellos son los únicos que pueden permitirse crear y mantener tiendas online con todo tipo de propuestas: producto de campaña, exclusivo, personalizado (customización) y con los mejores precios. Y pueden, incluso, tener su propia web-outlet con una oferta amplia y buenos descuentos. El resto del mercado intentarán mantenerlo las actuales tiendas “generalistas” (Privalia, vente-privee, Buy Vip…), que regularmente proponen súper ofertas de alguna marca deportiva, y alguna excepción muy exclusiva. Al final, como siempre, el gran perjudicado será el pequeño detallista, no sólo porque apenas puede sacar provecho a su apuesta por Internet –si es que la ha hecho- sino porque, además de vérselas con Decathlon, tiene que ver como sus proveedores –las marcas- avivan la fuerza de las tiendas online con descuento (algunas, incluso, haciéndoles el picking y el envío) y promueven la venta a través de sus propias webs corporativas. El futuro es complejo. La venta a través de la red seguirá creciendo con fuerza y es probable que la cultura del descuento se afiance todavía más. Los detallistas tradicionales, los especialistas, ya no tienen fuerza a título individual para frenar este avance, pero si fueran capaces de aunar esfuerzos, hay alternativas, tanto para forzar una regulación del segmento como, sobre todo, para intentar construir algo juntas…con o sin el apoyo de las marcas. Las alternativas que ofrece Internet son infinitas, pero para aprovecharlas hace falta voluntad de ‘red’. El problema es que compartir no es, precisamente, el fuerte de nuestro sector. Competencia web Una de las cosas que más me sigue sorprendiendo de nuestro sector, sobre todo cuando lo comparo con otros sectores, es el desmesurado y peligroso individualismo que impera a todos los niveles, desde los despachos de las grandes marcas y de los principales grupos de la distribución –con algunas excepciones-, hasta el comercio. Es cierto que la crisis, seguramente, ha cambiado el punto de vista de muchos profesionales, algunos de los cuales se han dado cuenta que el individualismo es una losa difícil de cargar en un entrono tan complejo. Sin embargo, entre lo que uno piensa y lo que acaba haciendo hay un abismo, y pese a las buenas intenciones de algunos, los pasos para consolidar esta unión han sido insuficientes. Es cierto, para ser justos, que en algunos segmentos han surgido y se van consolidando, poco a poco, algunas asociaciones, pero lo que realmente necesitamos es disponer, a nivel sectorial, de una patronal fuerte que defienda los intereses de todos los detallistas y otra que haga lo propio con los fabricantes y distribuidores. Que pese al empeño de unos pocos aún no contemos con una asociación de detallistas decente es significativo. El panorama, además, no invita al optimismo, y es prácticamente imposible, con los precedentes que hay, que pueda llegar a consolidarse una asociación de estas características. Hay muchos tipos de tiendas y no todas defienden los mismos intereses. Es más, a veces estos intereses son antagónicos. Los que salen perdiendo, como siempre, son los comercios de pequeño y mediano formato; los grandes tienen capacidad y poder, a titulo individual o en patronales –que las hay- para defenderse. Y lo hacen. Los pequeños, en cambio, se resignan, convencidos de su debilidad y su nula capacidad de influencia. Y ese es su error. Es verdad que solos no irán a ninguna parte, pero si existiera una asociación que aglutinara a todas estas tiendas, otro gallo cantaría. Pero para que eso ocurra, el comercio tiene que creer en ello, y eso ya es más complejo. Si no cambiamos de mentalidad, ni siquiera vale la pena marcarse metas En cuanto a fabricantes y detallistas, es cierto que existe una Asociación con una larga trayectoria y que poco a poco ha ido reforzando su peso dentro del sector. Pero siendo sincero, que las empresas adheridas a la patronal no pasen del centenar es bastante decepcionante. Y aunque lo fácil sería culpar a la patronal de no “venderse” bien, la culpa no es, ni mucho menos, suya, sino de la larga lista de empresas que no se han preocupado de analizar las muchas ventajas que les supondría estar asociadas y, sobre todo, de algunos empresarios o dirigentes que, por intereses –muchas veces personales- no han querido remar en la misma dirección que sus competidores. El coste de estar asociado a esta patronal es irrisorio comparado con lo que se puede obtener, tanto a nivel de empresa como a nivel colectivo-sectorial. Quienes crean que sólo sacarán provecho de la patronal si exponen en ferias internacionales están muy equivocados y demuestran, además, que no han tenido el más mínimo interés ni en conocer que es Afydad ni en pertenecer a una asociación que puede defender sus intereses. Y así nos va. La patronal cuenta desde hace algunos meses con un nuevo equipo directivo Es gente con talento, con ganas de trabajar para el sector y que tiene muy claro que su principal objetivo es dar valor al asociado. No estaría de más que el sector aprovechase la ocasión. Muchos han dejado pasar demasiados trenes y quizás ya no haya más oportunidades de subirse a uno. Dispersión

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