TradeSport 178 - Junio 2010

opinión Raul Bernat (raul@tradesport.com) editorial DIRECTOR Jaume Ferrer (jferrer@tradesport.com) Cuando hace algo más de dos años la recesión dio sus primeros avisos, muchos expertos ya avisaron de que, a pesar de los muchos problemas que acarrearía la crisis, ésta también ofrecería muchas oportunidades a quien supiera aprovecharlas. El tiempo empieza a demostrar que aquellas empresas con base sólida y una estrategia clara, se están posicionado con mayor fuerza y beneficiándose del contexto actual. Esto ocurre en todos los sectores y, también, en el deporte. Ejemplos hay muchos, desde tiendas de pequeño y mediano formato que, apostando por la especialización, han logrado crecer y consolidarse en estos años, hasta las grandes cadenas que, gracias a su fuerza financiera, han sabido aprovechar estas oportunidades y han acelerado fuertemente su proceso de expansión. Vista la situación actual de nuestro sector, a muchos les resulta un tanto extraño que determinadas cadenas de la distribución como Decathlon (nueve tiendas nuevas en 2009, a las que hay que sumar dos Koodza y tres Decat’) o Sport Zone (veinte aperturas desde agosto de 2008) no dejen de expandirse en un momento con tanta contracción del consumo. O que El Corte Inglés, pese a la tormenta, apueste fuerte por la moda deportiva con Sportown (diez aperturas desde noviembre de 2009). Es cierto, como hemos dicho, que se trata de empresas con una fuerte y sólida base financiera, pero no menos cierto es que son cadenas donde las decisiones se analizan mucho y las inversiones están estratégicamente planificadas. A mi, personalmente, se me ocurren dos explicaciones que podrían justificar esta expansión aparentemente desmesurada de estas y otras cadenas en un sector que parece herido de gravedad. Por un lado, es evidente que apuestan decididamente por el sector deportivo a medio/largo plazo y que lo hacen, además, aprovechando el estallido de la burbuja inmobiliaria para estar en primera línea cuando el consumo se dispare (que lo hará). Es una apuesta arriesgada, porque nunca se sabe cuando repuntará el consumo o, si en caso de hacerlo, el deporte estará entre los sectores más beneficiados. Por otro lado, también existe la posibilidad de que estas cadenas, a pesar de las negativas cifras que ofrece el mercado, estén convencidas de que, incluso ahora, las cosas no están tan mal y el deporte y la moda deportiva tienen un potencial de demanda suficientemente importante como para justificar estas inversiones. Ahora bien, la cuestión es saber si estas cadenas tienen previsto crecer gracias al mercado -esperando que crezca en volumen o en gasto-, por un crecimiento de la práctica deportiva (difícil a corto plazo) o a costa de arañar cuota a la competencia. Si es así, si esperan ganar cuota “robándosela” a los demás, me temo que quienes están en el punto de mira, los que tienen las de perder, son los comercios multideporte de mediano y pequeño formato –generalmente ubicados en grandes poblaciones- que no han sabido evolucionar y que están poco especializados en producto y, sobre todo, en gestión. De todas maneras, es importante tener en cuenta que tanto a Decathlon y a El Corte Inglés –entre ambos controlan el 35% del mercado de artículos deportivos- como a otras cadenas que se posicionan con fuerza en nuestro país, como Sport Zone, cada día les va a costar más seguir ganando terreno. La cuota de mercado de este tipo de tiendas tiene un límite y a la larga, sobre todo si no crece la práctica deportiva, estas grandes cadenas y otras como Forum, Sprinter o Décimas, acabarán luchando sólo entre ellas, ajenas a cómo evolucionen los especialistas, que difícilmente perderán su 50% del mercado. Contradicciones Prometí no hablar más de Decathlon en esta columna –de momento- y lo voy a cumplir, pero me da la sensación de que muchos de aquellos que incluso cuando duermen oyen de fondo la Vie en Rose u otro de los clásicos de la música francesa, tienen que ir acostumbrándose, también, a escuchar algún fado. Si muchos andaban desesperados –no sin razón- por la fuerte expansión que había experimentado Decathlon en los últimos años, alcanzando a mediados de este 2010 las 80 tiendas y una cuota de mercado que perfectamente podría superar el 20%, el fuerte crecimiento que está experimentando la cadena portuguesa Sport Zone en nuestro país no hace más que agravar el pesimismo de quienes ven con terror el empuje de este tipo de cadenas. Hace apenas dos años, en agosto de 2008, el grupo Sonae, propietario de la cadena Sport Zone, lo volvía a intentar en España. Su primera prueba había salido mal. Abrió en Madrid en el año 2000 y tras algunas aperturas, decidió dar marcha atrás y cerrar sus tiendas. Ocho años después, y con una inversión inicial de 60 millones de euros, volvió al ataque. Y de momento las cosas no le van mal: en apenas dos años ya ha abierto 20 tiendas en las principales comunidades autónomas de España (Galicia, Madrid, Zaragoza, Andalucía, Cataluña, Valencia y Murcia). Sus tiendas tienen superficies que oscilan entre los 1000 y los 2500 metros cuadrados, generalmente ubicadas en centros comerciales o en áreas comerciales de los alrededores de las grandes núcleos urbanos. Su estrategia no es exactamente la misma que Decathlon, pues a diferencia de la cadena gala, las marcas de los proveedores tienen –todavía- un peso importante en la facturación total del grupo y sus marcas propias no tienen –afortunadamente- el poder de Quechua, B’Twin, Tribord y compañía. La gran baza de Sport Zone no es ni su formato –al que muchos no convence- ni sus ubicaciones: es la fortaleza del grupo que hay detrás, uno de los más poderosos de Portugal -y del mundo- y uno de los pocos que, en su mercado, ha logrado ningunear a Decathlon. En 2009 la compañía facturó en el país vecino alrededor de 200 millones de euros. Y esas cifras, en Portugal, son muy buenas, créanme. ¿Puede pasarle a Sport Zone lo mismo que hace diez años? Tal y como está el sector, asegurar que es imposible sería muy atrevido, pero sí que es cierto que, a pesar que los responsables de la cadena no han querido facilitar datos sobre la evolución de sus tiendas en España, sí que se han mostrado muy satisfechos por su crecimiento y han confirmado que su política de expansión sigue adelante. Es un tanto complejo entender porque Sport Zone lo ha vuelto a intentar ahora, con un mercado mucho más complejo que el que se encontró en el año 2000. Es probable que los responsables de la cadena portuguesa se hayan dado cuenta de que España es un paraíso para las grandes cadenas internacionales, a las que, no se sabe muy bien porque, se les ponen alfombras rojas y se les “regala” suelo a cambio de muy poco. También se habrá dado cuenta de que las administraciones, poco a poco, están matando al pequeño comercio (por muchos que intenten dar otra imagen) y que las grandes ciudades tienen cada vez menos zonas comerciales interurbanas. Las oportunidades son muy buenas para este tipo de cadenas, obviamente, y la culpa, al menos a estas alturas, no es ni de los proveedores ni de las tiendas. Fados

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