TradeSport 176 - Abril 2010

opinión Raul Bernat (raul@tradesport.com) editorial DIRECTOR Jaume Ferrer (jferrer@tradesport.com) En apenas un mes, Sports Unlimited Valencia celebrará su segunda edición. Como en la primera, los preparativos no les están siendo precisamente fáciles. El sector se encuentra en un momento complejo y la caída de las ventas ha sido un freno importante –otro- para que las marcas apostasen por este nuevo punto de encuentro. Aun así, la lista de expositores es lo suficientemente atractiva, sobre todo las vinculadas al mundo del fitness (con la presencia de todas las marcas líderes y de muchas otras empresas), como para atraer a muchos de los grandes compradores. La edición del año pasado, seguramente más “austera” que la de este año, demostró que la calidad está muy por encima de la cantidad, y el balance final fue bastante satisfactorio, tanto para los expositores como para las marcas. De un tiempo a esta parte han desaparecido muchas de las ferias tradicionales vinculadas, directa o indirectamente, al deporte. Algunas lo han hecho para siempre y otras, viendo el contexto económico, han decidido aplazarse hasta que las cosas vayan mejor. El modelo tradicional, donde los expositores muestran sus novedades y los detallistas van a conocerlas, ha quedado completamente desfasado y hoy por hoy sólo ispo, por su internacionalidad, su historia y su oferta, puede sostener este formato. El futuro viene marcado por la especialización -en segmentos- y, sobre todo, por nuevos modelos que, como Sports Unlimited, no ponen al producto como eje del encuentro. El modelo que propone Sports Unlimited es innovador. Quizás demasiado para un sector tan tradicional como el nuestro, pero estoy convencido de que con el paso del tiempo, con ciertos ajustes y la constancia de sus organizadores, ganará protagonismo. Las nuevas herramientas de comunicación y de gestión pueden acabar con el modelo tradicional de feria, pero aun así será fundamental que el sector, al menos una vez al año, se reúna para compartir aspectos que van más allá de la venta. Y ése es, precisamente, el objetivo con el que nació Sports Unlimited Valencia. Quienes llevamos años en el sector no nos sorprende nada este cambio que se está dando en el panorama ferial. Lo que empieza a ser preocupante es el inmovilismo y la falta de unión que hay en estos últimos años y, sobre todo, la poca predisposición de los grandes grupos de la distribución a la hora de apoyar encuentros sectoriales. Son muy pocos los que se mueven por el sector y eso nos impide evolucionar. Ahora más que nunca, por la complejidad del mercado, es fundamental que vuelvan a fluir las sinergias entre unos y otros, porque el tiempo ha demostrado que solo no se llega a ninguna parte. Tenemos que empezar a darnos cuenta de que, para avanzar más rápidamente, el sector tiene que caminar hacia una misma dirección. Hay que apostar por nuevos modelos de gestión, de compra, de venta… pero sobre todo hay que compartir. Y aquí es donde Sports Unlimited Valencia puede convertirse en una herramienta estratégica. Puede, como creen algunos, que el modelo no se haya acabado de explicar bien o que sea excesivamente “moderno” para el sector, pero estoy convencido de que con el tiempo demostrará su validez y su eficacia, y se consolidará como el gran punto de encuentro nacional. El empeño que han demostrado sus organizadores, tanto Reed como Feria de Valencia, merece, como mínimo, un voto de confianza por parte de los principales agentes del mercado. El sector saldrá reforzado, que buena falta nos hace. Segundo asalto Parece que poco a poco la crisis se aleja. Aunque aún hay indicadores que insisten en señalar que todavía estamos en plena travesía por el desierto, cada vez hay más señales de que los brotes verdes que se ven en el horizonte no son un espejismo. Seguramente es el momento de que desde la Administración y, sobre todo, desde los medios, se empiecen a lanzar mensajes más positivos. La crisis ha sido fuerte, pero la psicosis, seguramente, ha sido excesiva, y muchos consumidores han dejado de consumir más por miedo que por necesidad. Pero ese es otro tema. En cualquier caso, lo más importante, ahora que parece que las aguas bajan, al menos, más tranquilas, es que todos, tanto marcas como detallistas, hayamos aprendido la lección. Y sobre todo, aunque puede parecer una perogrullada, es fundamental que proveedores y detallistas asuman que, cuando la crisis se aleje, las cosas seguirán siendo complicadas. Hace unos días, un conocido experto en economía explicaba, en referencia a la crisis y a un posible final de ésta, que el peor error que podría cometer la gente –desde los gobiernos hasta la distribuciónsería confundir una tormenta con un terremoto. Explicaba, en este sentido, que aunque el panorama que dejan puede ser igual de desolador, después de una tormenta siempre viene la calma, pero en cambio, después de un terremoto, suele haber algunas réplicas. Seguramente de menor intensidad, pero también peligrosas. Y la crisis actual, concluía, había sido un terremoto de gran intensidad del que costaría mucho rehacerse y que nos obligará a estar muy atentos y a ser muy precavidos durante los próximos meses. A veces, leyendo según qué declaraciones en los medios, me da la sensación de que más de un empresario del sector cree que la culpa de cómo le están yendo las cosas es única y exclusivamente de la crisis, y me temo que no tardará en descubrir que el problema no es es... y que comenzó bastante antes de que la economía cambiase de ciclo. El sector hace años que está completamente inmóvil, incapaz de reaccionar a los cambios que se están dando a nivel de consumo y de venta. El fuerte crecimiento que hubo a mediados de los 90 dejó hipnotizados a unos cuantos, y cuando parece que han despertado - obligados-, su capacidad de maniobra, por tiempo y por conocimientos, es nula. Su excusa, insisten, es la crisis, pero cuando las aguas se calmen se encontrarán un mar en el que ya no saben cómo navegar. Y lo peor es que, en muchos casos, estos empresarios están al mando de un transatlántico con muchos pasajeros. Crecer en la bonanza es muy fácil. Demasiado. Es en la adversidad donde se demuestra quién puede y quién no puede liderar proyectos. Y esta crisis ha demostrado que en nuestro sector hay demasiada gente que sólo sabe navegar en aguas calmadas. Hace poco me llegó uno de estos correos en cadena que circulan por la red. Le presté poca atención, pero en la última página había una frase que me quedó grabada y que viene a explicar muy bien lo que deberíamos aprender de esta crisis: “Lo importante no es sobrevivir a la tormenta; lo importante es aprender a bailar bajo la lluvia”. Bailar bajo la lluvia

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