El mes de julio nos acercará más a Europa. Al menos en lo que a convergencia de tipos de IVA se refiere, ya que los consumidores sufriremos desde entonces dos puntos más de IVA en nuestra compras con carácter general, y un punto en los artículos con un tipo de IVA reducido. Aunque es cierto que este tipo puede no ser exagerado si lo comparamos con el tipo aplicado en otros países miembros -a pesar del incremento, España seguirá conservando una de las tasas más bajas del conjunto de la Unión Europea-, quizás el momento para aplicar esta medida no sea el más adecuado. La situación de crisis en la que nos encontramos está provocando que el consumidor tenga menos poder adquisitivo y menos confianza, por lo que esta nueva carga puede ser un duro revés para el consumo en el segundo semestre del año, un dato que, de confirmarse, provocaría un agravamiento de la mala situación que viene soportando la distribución en nuestro país en los últimos tiempos… y el alargamiento de la atonía actual. No es mi intención entrar en el debate acerca de si ésta era la medida idónea, de si debía haberse aplicado una subida de otros impuestos, de si esto sólo servirá para incrementar las arcas del Estado…. Mi único interés es abordar cómo puede afectar esta medida a los empresarios del sector, y las decisiones a las que deberán enfrentarse, en especial, los detallistas. Así, más allá de este hándicap de si el consumo se mantendrá o disminuirá, los comerciantes se deberán enfrentar a otro, que supondrá verdaderos quebraderos de cabeza en los próximos meses: qué decisión tomar para fijar los precios. En las últimas semanas muchas empresas y empresarios han apuntado la posibilidad de no incrementar los precios, aunque ello suponga la reducción de márgenes comerciales y de la rentabilidad de la empresa. Esta decisión se observa complicada en algunos sectores. Si nos fijamos en el IPC acumulado en los últimos dos años (febrero 2008- febrero 2010) nos encontramos con sectores cuyos IPC han descendido de manera evidente, siendo el grupo de vestido y calzado el que mayor caída ha asumido, en concreto, un 3% en este período. Si los puntos de partida para enfrentarse a esta decisión son el descenso de las ventas y la reducción de precios que se ha dado en los últimos dos años, -circunstancias que no han evitado la desaparición de bastantes establecimientos-, plantear un incremento de precios para el consumidor final, aunque ello no suponga un incremento del rendimiento empresarial de la empresa, no parece lo más aconsejable. Sin embargo, asumir un mantenimiento de precios para no penalizar el consumo, implica reducir el margen de maniobra de la empresa, pues el rendimiento será menor si sus proveedores mantienen sus precios de tarifa y no colaboran en este mantenimiento de precios. Si a esta nueva reducción le añadimos los datos que refleja la evolución del IPC en los últimos dos años, así como la posibilidad de que el incremento del IVA suponga una reducción de las ventas en general por el efecto que este hecho produzca en el subconsciente del consumidor (independientemente de que un establecimiento decida mantener los precios), la posición en la que quedan las empresas provoca una incertidumbre notable. Por lo tanto, todos los comerciantes que decidan llevar a cabo una política de mantenimiento de precios del stockaje acumulado antes del mes de julio, y cuyo IVA soportado ha sido del 16% en su adquisición, perderán en torno a un 5% de rendimiento neto en cada venta. Un dinero que irá a parar a las arcas del Estado, pues la venta habrá de efectuarse con un tipo de IVA del 18%. Y lo mismo sucederá si los proveedores deciden mantener sus tarifas, a las que sumarán un IVA dos puntos mayor si el comerciante mantiene el precio. Teniendo en cuenta que en el comercio deportivo es bastante habitual fijar el precio final aplicando un índice multiplicador sobre el precio de tarifa del fabricante, sin estimar el IVA, parece obvio que en el caso de que los proveedores mantengan los precios, circunstancia más que probable, será el comerciante el que asuma el mantenimiento de precios ya que el precio resultante es con IVA incluido. A no ser, claro está, que incremente el índice multiplicador. Ante esta situación caben dos posibilidades: que ante la coyuntura económica y la situación en que se encuentra la distribución deportiva en nuestro país, se planteen estrategias conjuntas proveedor – detallista para lograr que el consumo en las tiendas se mantenga (un hecho del que ambos saldrían beneficiados), o actuar mirándonos el ombligo, sin mantener estrategias conjuntas proveedor-detallista para mejorar la comercialización de los productos -algo bastante habitual en el sector- y, simplemente, incrementando precios o aceptando con resignación un estancamiento de éstos. Obviamente, al final, cada proveedor y cada detallista decidirá qué acciones debe seguir, pero aun así, creo que todos debemos asumir que los índices multiplicadores usados hasta ahora darán como resultado unos márgenes distintos a los que tenemos desde que hace 15 años hubo el último incremento del tipo de IVA, por lo que no estaría de más proceder a una revisión de los mismos. El nuevo IVA [ o p i n i ó n ] Más allá del hándicap de si el consumo se mantendrá o disminuirá tras la subida del IVA, los comerciantes se deberán enfrentar a otro, que supondrá verdaderos quebraderos de cabeza en los próximos meses: qué decisión tomar para fijar los precios. ts22 A partir del 1 de julio el IVA subirá dos puntos, hasta el 18%. Aunque tras este cambio España seguirá siendo uno de los países de la UE con el tipo más bajo, seguramente el momento en el que se aplicará esta revisión no sea el más adecuado CARLOS GRANDE Secretario general de andad
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