opinión Raul Bernat (raul@tradesport.com) editorial DIRECTOR Jaume Ferrer (jferrer@tradesport.com) Por la cantidad de movimientos que últimamente acontecen en todos los ámbitos de nuestro mercado, quiero pensar que nuestro sector ha entrado en el punto más álgido de nuestra particular crisis. Es cierto que, por la cantidad de noticias que últimamente genera el mercado, podría pensarse que éste sigue vivo. Sin embargo, la gran mayoría de estas noticias o sólo crean mayor incertidumbre o, simplemente, son malas noticias. Pienso que es una mala noticia tener que comunicar los interminables cambios de distribuidor de reconocidas marcas, o -menos publicable- la incertidumbre de muchas otras. Son malas noticias el repliegue de filiales o el cierre de importadores, marcas nacionales y comercios. Son malos augurios tener que comunicar que varias centrales están a un paso de una suspensión de pagos por la reiterada falta de pago y por su mala gestión. Son malos augurios, también, tener que publicar el importante incremento de impagados, la anulación de pedidos e, incluso, la devolución de género en plena campaña. Tampoco es muy esperanzadora la constatación de que la mayoría de nuestras marcas han perdido el atractivo que habían tenido y que nuestro sector ya no marca tendencia (por no decir que ya no generan demanda). Y es peor noticia la espectacular caída de las ventas, que en 2008 superó el 4 %, llevándose la peor parte el comercio multideporte, con descensos de más del 10 %. Y podríamos hablar de malos augurios hasta llenar las 68 páginas de esta edición. Uno de los síntomas más preocupantes y que más me siguen afectando -por la parte emotiva que conlleva, tras muchos años de relación- es el reajuste de personal que la práctica totalidad de empresas han llevado o están llevando a cabo. Desde las bases, hasta las cúpulas directivas, pocas empresas se están salvando de aligerar estructura. Y a pesar de no poder –o no querer- publicarlo todo, la prensa del sector está últimamente llena de noticias sobre altos directivos que han sido cesados y sobre miles de personas anónimas, trabajadores de base, que también se han visto afectadas por este proceso de “depuración”. Uno de los colectivos que más está sufriendo las consecuencias de estos reajustes –a veces obligados y, a veces, oportunistas- ha sido el de los representantes. Tradicionalmente las redes de venta han pagado siempre los platos rotos cuando las cosas se han torcido, quizás porque en tiempo de crecimiento se han sobredimensionado, pero este año la crisis se está cebando especialmente con este perfil. Las grandes marcas están cambiando sus estrategias. Si hace algunos años apostaban por tener redes de ventas segmentadas, con agentes multicartera y con representantes con un campo de acción bastante limitado en extensión, la crisis ha hecho cambiar el modelo, y muchas de estas empresas están apostando por unir redes de venta, ampliar las zonas geográficas de sus representantes en nómina y prescindir de los multicartera. La situación del colectivo, por su importancia, es compleja, especialmente para quienes representan varias marcas. Se está trabajando con márgenes muy ajustados, que difícilmente superan el 7% y esto, en un sector a la baja, con tan poca rotación y controlado aplastantemente por cinco marcas, dificulta en exceso el trabajo de aquellos que tienen en su cartera marcas de segundo o tercer nivel. A pesar de mi debilidad por este colectivo, creo sinceramente que una gran parte de los proveedores del sector nunca ha valorado en su justa medida el peso real que deberían tener los representantes. En la mayoría de casos, son el único diferencial entre marcas. Son, el valor añadido. Valor añadido Como muchos de ustedes ya sabrán (y como podrán leer en este mismo número) el Gobierno presentó, a finales de junio, su nuevo Plan para dinamizar la práctica deportiva en nuestro país. Los objetivos que se marca el gobierno son, en esencia, los mismos que desde esta revista, y desde los otros dos medios del sector, reclamábamos cuando nos unimos para recoger firmas bajo el paraguas de www.eldeportesemueve.org. Una de las grandes bazas del nuevo plan es que cuenta con el apoyo de todo el mundo. De la oposición –con reparos, obviamente-; de las administraciones locales; y de los gobiernos autonómicos. Todos se han comprometido a seguir a rajatabla lo que estipula el Plan y prácticamente está asegurada su continuidad aunque los gobiernos cambien de signo, un aspecto mucho más importante de lo que a priori podría parecer porque asegura políticas a largo plazo, algo imprescindible para que la práctica deportiva remonte en los próximos años –no nos engañemos, será una tarea compleja y lenta-. Volviendo al Plan, es obvio que el objetivo prioritario es potenciar la práctica deportiva entre los españoles y, como se señala desde el CSD, “impulsar el acceso universal a una práctica deportiva de calidad”. Que los índices de población activa son irrisorios, situándose por debajo del 38% y a la cola de los países europeos, es una evidencia que el Gobierno no puede negar. Como tampoco puede negar que estos porcentajes representan un coste que la sociedad del bienestar no podrá asumir durante muchos años más. Y seguramente ésta es la razón –la única, no nos engañemos- por la que se ha decidido a apostar tan fuerte por la promoción del deporte: reducir, en la medida de lo posible, los gastos sanitarios que conlleva el sedentarismo crónico de la sociedad española, cada vez más inmóvil y cada vez más obesa. Pero poco importa el fin. La importante es que la administración, de una vez por todas, se ha implicado en el asunto y ha entendido que el deporte es algo más que Nadal, Gasol, Alonso y compañía. Quiere reducir el gasto sanitario, pero en el camino se ha propuesto potenciar el deporte en las escuelas y en las universidades, dar al deporte el peso social que realmente tiene, mejorar el acceso a las instalaciones deportivas o impulsar medidas para que, por ejemplo, los españoles caminen más o usen la bicicleta. Son objetivos muy ambiciosos. Y costosos. A corto plazo, sobre todo por la coyuntura económica, las cosas irán lentas, pero con el comprimido de todos, es probable que por una vez, las teorías no se queden sólo en eso. ¿Y que tiene que hacer el sector? Pues estar preparado y colaborar en todo lo que pueda. Es cierto que el Plan no hace referencia alguna al sector de artículos deportivos. No habla, en ningún momento, de medidas para facilitar el acceso al material deportivo (reducción del IVA, por ejemplo) ni de posibles incentivos –con las fórmulas que sea- para aquellas marcas o tiendas que apuesten fuerte por promocionar el deporte. Tampoco es probable que los expertos que han elaborado el plan hayan tenido en cuenta el papel que puede tener las marcas y el comercio deportivo en todo este asunto. Pero poco importa eso. La importante es que sepamos aprovechar el momento y saquemos partido a esta apuesta del gobierno. Como ya publicamos hace algunos meses, que los índices de práctica deportiva crezcan un 10% -algo factible a medio o largo plazo si el Gobierno se implica en ello- supondría, para el sector, un crecimiento anual de más de 1.500 millones de euros. Y creo que es un argumento lo suficientemente interesante como para que todos nos impliquemos en ello... El deporte se mueve (2)
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