TradeSport 167 - Junio 2009

opinión Raul Bernat (raul@tradesport.com) editorial DIRECTOR Jaume Ferrer (jferrer@tradesport.com) El pasado 2 de junio Unipreus abrió una nueva tienda en Barcelona. Hacía tiempo que la cadena leridana quería instalarse en la capital catalana, pero las trabas burocráticas que pone la administración catalana (y que pueden no acabarse con la nueva ley comercial), han retrasando esta apertura más de lo que se esperaba. Al final, sin embargo, la cadena ha logrado su ambicioso objetivo de “probar suerte” en una zona tan compleja como Barcelona. El valor de esta apuesta toma mayor dimensión, si cabe, cuando se ve la tienda. Tanto por su dimensión, como por su oferta. La nueva Wala –así es como la cadena ha decidido bautizar esta nueva apuesta- está ubicada en una antigua fábrica de Philips en la Zona Franca de Barcelona y ocupa una superficie de venta de 4.800 metros cuadrados (a los que hay que añadir unos 3.000 más de almacén y servicios). Cuanta con tres plantas: una albera un parking de 400 plazas, otra una zona “outlet” con una amplia variedad de oferta a precios muy competitivos, y finalmente, en la planta superior, a la altura de la calle, se encuentran, en zonas perfectamente delimitadas, las secciones de niño, moda, moda deportiva y material atlético. La apuesta de Unipreus es una demostración clara y contundente de que no sólo Decathlon puede permitirse abrir tiendas de gran formato en Barcelona. Además, el haberlo hecho en un momento en el que la coyuntura económica no es la más adecuada, es un golpe en la mesa que demuestra que la confianza en un proyecto está por encima de los condicionantes. Los responsables de la cadena habrán estudiado al detalle el potencial de esta apertura, y si la han llevado a cabo es que confían plenamente en su rentabilidad. Creen en el deporte y en sus posibilidades. Y por desgracia, esto no es muy habitual en nuestro sector. Otro mérito de Unipreus es no haber entrado en el juego de Decathlon. La cadena sabe perfectamente que es complicado, casi imposible, luchar contra la cadena francesa con sus mismas armas, de manera que ha apostado por un modelo muy diferente donde la marca tiene un protagonismo importante. Tanto en moda como en deporte atlético se apuesta por las grandes marcas, con una amplia oferta a precios muy competitivos (gracias al volumen). Es cierto que hay una zona de oportunidades –Low Cost- donde prima el precio e, incluso, se apuesta por algunas marcas de primer precio –en la oferta más vinculada al sportwear-, pero el objetivo de Wala es captar, también, al deportista habitual, al marquista. Estamos en un momento en el que lo atlético gana terreno a la moda deportiva y en el que los especialistas crecen a costa del comercio multideporte, que en los últimos años se ha volcado en la moda abandonando, en muchos casos, el material técnico. Quizás va siendo hora de que cambiemos esta tendencia. Obviamente no todo el mundo tiene la oportunidad de llevar a cabo inversiones como la que ha hecho Unipreus (que ha sido de los pocos que ha sabido guardar caja en épocas de bonanza), pero no es necesario que así sea. Wala es un modelo a seguir por su concepto, no por sus dimensiones. Una tienda de formato medio también puede ser muy rentable si se gestiona adecuadamente. Hay que confiar en ello y, sobre todo, hay que adaptarse a la demanda real. El comercio multideporte tiene que especializarse y/o segmentarse. Puede apostar por lo atlético –centrándose en uno o varios deportes en función del espacio-, por la moda deportiva o, incluso, por ambos. Pero en cualquier caso, tiene que saber diferenciar su oferta y, sobre todo, definir una identidad. Wala lo ha hecho, y aunque es pronto para saber como evolucionará, esperemos que para el sector sea un buen ejemplo a seguir. Wala Del 19 al 21 de mayo se celebró, en Valencia, la primera edición de Sports Unlimited, un nuevo punto de encuentro sectorial, ideado como un club de negocios con agendas cerradas. Más allá de las particularidades de esta nueva plataforma y de las conclusiones que puedan sacarse de esta primera edición, hay un aspecto que el sector debe valorar mucho: su celebración. Y no porque fuera necesario volver a tener un punto de encuentro –que lo era- , sino, sobre todo, porque se llevó a cabo a pesar de que su celebración generó pérdidas a la organización. Desde el comienzo, y pese a la incertidumbre que generaba este nuevo modelo –al que la coyuntura económica no ayudó demasiado-, tanto Reed como Feria de Valencia, apostaron a ciegas por él. Las cifras de expositores no eran, ni de lejos, las esperadas, pero no desistieron en sus esfuerzos. Ni siquiera hicieron caso a los que, pocas semanas antes, les aconsejaron anularla para evitar “quemar” el modelo. Su postura fue clara y valiente: había que sacrificar beneficios. Se corría el riesgo de dañar la imagen del salón; pero también se corría el riesgo, en caso de anularse, de que no hubiera jamás una segunda oportunidad. Y al final, vistos los resultados, es obvio que la decisión de los organizadores fue la más acertada. Seguramente no fue la más racional (o lógica, desde el punto de vista económico), pero por suerte los responsables pensaron más con el corazón que con la cabeza –o la cartera-. Este sacrificio no es muy habitual. Ni en nuestro sector, ni en los demás. Lo “normal” es que cuando un salón corre el riesgo de sumar pérdidas se posponga. Al fin y al cabo, casi todos se conciben como un negocio. La crisis económica en la que estamos inmersos ha propiciado que este año se hayan anulado muchas ferias. En todos los sectores (y en el deporte la lista es larga…). El modelo tradicional de feria hace tiempo que está en entredicho y la coyuntura no ha hecho más que demostrar que para muchas empresas, estos puntos de encuentro, tal y como están concebidos, son hasta cierto punto prescindibles. Sobre todo si hay que ajustarse el cinturón. De todas maneras, es importante tener en cuenta que la crisis económica es un factor importante pero no determinante. Es cierto que la coyuntura dificulta sobremanera la contratación de espacios –que, generalmente, son bastante caros-, pero el comportamiento del sector y/o del segmento, tienen aún mayor peso. Puede que, al final, sea un problema más relacionado con el modelo de feria y con lo que en ella se expone, que con la economía global. Sólo así se explicaría que en los últimos años ferias vinculadas, por ejemplo, a los segmentos bike o outdoor, no hayan parado de crecer; ferias como Eurobike u OutDoor, que este año conseguirán cifras récord de visitantes y expositores, o como Bike Expo, que en plena crisis, tiene todos los números para consolidarse en su primera edición. La segmentación que han llevado a cabo las ferias no parece suficiente para que vuelvan a tener el protagonismo de antaño y es probable que la mayoría no tengan más remedio que variar el modelo. La alternativa planteada por Sports Unlimited puede ser una oportunidad. Sobre todo si los organizadores feriales priman la calidad a la cantidad y son capaces de entender que hay resultados que no necesariamente deben obtenerse a corto plazo y que algunas inversiones que, a priori sólo generan pérdidas, pueden acabar siendo muy importantes para su sector -y para ellos-. Al fin y al cabo, una feria tiene que estar al servicio del mercado. A largo plazo

RkJQdWJsaXNoZXIy Njg1MjYx