sujeta a unas condiciones de salud que, en sí mismas, la incapacitan para realizar con facilidad ejercicio físico y deporte. Tal es su situación que los problemas de salud, junto con la edad (un 34% y un 14%, respectivamente), son sus principales obstáculos para practicar deporte. También los escasos recursos económicos de buena parte de los pensionistas influyen en su reducida dedicación al ejercicio físico. En este sentido, la gratuidad del paseo determina bastante el éxito de esta actividad entre el colectivo. Y es que, pese a que sólo 2 de cada 10 personas mayores de 65 años practica deporte, también es cierto que los miembros de este colectivo pasean en una proporción considerable (6 de cada 10, un 64%). Incidencia de la falta de actividad física Los resultados obtenidos en el presente estudio hacen que los autores vean el futuro con cierto grado de preocupación. El creciente sedentarismo, junto con las dietas calóricas y los nuevos hábitos de ocio, inciden en la salud y en la calidad de vida. Según el Observatorio Español de Sostenibilidad (OSE), la tasa de obesidad entre los menores de 24 años es la más alta de Europa. De cada 10 niños y jóvenes, 4 padecen obesidad o sobrepeso. Además, los problemas de salud que provocan estas patologías ya suponen el 7% del presupuesto que el Gobierno destina a sanidad, es decir, unos 2.500 millones de euros al año. Por otro lado, las enfermedades cardio y cerebrovasculares provocan alrededor de 130.000 muertes al año en España, un 30% más que las causadas por tumores y un 96% más que las ocasionadas por accidentes de tráfico. Entre los mayores, preocupa que el aumento de su esperanza de vida y la mejora de los servicios médicos no se vean acompañados de la sensación de que mejoran también sus condiciones físicas de salud y bienestar. Entre los jóvenes inquieta aún más la fuerte tendencia hacia el sedentarismo, y es preocupante el hecho de que su bajo nivel de participación y la baja frecuencia en la práctica de deporte y de ejercicio físico puedan provocar en un futuro no muy lejano un progresivo empeoramiento de sus condiciones de salud y bienestar. Además, el estudio ha comprobado que la ausencia de salud es el peor enemigo para intentar mejorarla, ya que limita la realización de actividades físicas. En definitiva, los especialistas advierten que podría producirse un efecto bucle. Los nuevos hábitos laborales y de ocio condicionan la práctica deportiva de la población, y la escasa actividad física y su incidencia en la salud suponen una carga para las administraciones públicas y empresas, perpetuando las condiciones socioeconómicas de los españoles. Recetas contra el sedentarismo Los expertos proponen la adopción de medidas que vayan dirigidas a promocionar y consolidar la práctica de ejercicio físico. Estas implicarían un mayor esfuerzo por parte de las administraciones públicas, pero también de instituciones deportivas, educativas, sanitarias y empresariales para sensibilizar y concienciar a la población sobre la necesidad de integrar la actividad física en la rutina diaria. En primer lugar, para incidir en las nuevas generaciones, las administraciones educativas y los mismos centros escolares deberían ampliar las horas que se dedican a la educación física en los colegios y mejorar la oferta de actividades deportivas. En este sentido, los expertos proponen establecer convenios entre los centros educativos y los gimnasios privados con el fin de externalizar ciertos servicios y garantizar la práctica deportiva entre los estudiantes. Por otro lado, es necesario actuar en el ámbito familiar. Las instituciones con responsabilidad en la promoción del deporte –clubes profesionales, federaciones deportivas...– deberían diseñar planes y programas que permitan promocionar el deporte en familia y ayuden a conpatibilizar la vida familiar con el cuidado personal. También las empresas deberían implicarse en el fomento de la actividad física facilitando la conciliación laboral y deportiva. En este sentido, podrían, por ejemplo, facilitar el acceso de sus trabajadores a instalaciones deportivas propias o concertadas u organizar ejercicios en el mismo centro de trabajo. Esta medida podría evitar muchas bajas laborales y aumentar el rendimiento y la productividad laboral. Algunos estudios apuntan que un trabajador deportista puede ahorrar 600 euros anuales a la empresa. Por último, las administraciones responsables de la sanidad, junto con los centros de salud, deberían –apunta el estudio– introducir la figura del médico deportivo con el fin de ofrecer un servicio especializado entre los pacientes que lo requieran, así como establecer líneas de colaboración entre los médicos de atención primaria y los profesionales de las ciencias del deporte. Los expertos reivindican la necesidad de fomentar el deporte para frenar la subida de los índices de obesidad –que en la última década se han triplicado en España y que ya consumen el 7% de la inversión del Gobierno en sanidad– y de las enfermedades cardiovasculares.
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