TradeSport 164 - Marzo 2009

ts18 Después de dos años en los que la nieve había caído en cuentagotas –sobre todo en el invierno 06/07- y con la estela de la alarma que causó en su momento el cambio climático, poca gente podía imaginar que esta temporada sería una de las mejores de los últimos 30 años en lo que a nevadas y venta de forfaits se refiere. Ni las previsiones más optimistas hubieran predicho un inicio de temporada tan bueno como el que hemos tenido, con estaciones abiertas y funcionando a pleno rendimiento desde mediados de noviembre. Las previsiones, además, apuntan a que será una de las temporadas más largas y algunas estaciones ya tienen claro que no cerrarán hasta finales de abril o, si es posible, hasta mediados de mayo. Y aunque pueda parecer descabellado, viendo los grosores que hay en algunas estaciones, es más que probable que bien entrada la primavera aún podamos seguir disfrutando de unas buenas condiciones de nieve en la gran mayoría de estaciones. Y aunque no sea así, y por mal que se dé la cosa en lo que resta de campaña, parece claro que se van a pulverizar las mejores cifras de los últimos años. ¿Cómo ha “afectado” esta buena campaña de nieve –y frío- a los detallistas deportivos que trabajan el segmento de los deportes de nieve? Después de dos años muy malos y con muchos comercios rezando para que no hubiera un tercero, el balance no puede ser más que positivo, tanto en material duro como, sobre todo, en textil. Sin embargo, hay dos factores que han condicionado sobremanera las ventas: por un lado, la acumulación de stocks –por las pésimas ventas de 2007 y 2008- ha obligado a muchos comercios a realizar importantes descuentos; y por otro lado, la crisis económica global ha supuesto un freno importante para que el segmento pudiese aprovecharse de esta gran temporada invernal. Más adelante analizaremos estos aspectos con un poco más de profundidad. UN MERCADO MADURO E INESTABLE Aunque este año los esquiadores hayan acudido en masa a las estaciones –después de dos años con poca nieve el “mono” era considerable-, el esquí sigue siendo un deporte demasiado estable en cuanto a practicantes y en los últimos años el crecimiento en esquiadores ha sido casi nulo. Aunque en sus comienzos el esquí fue considerado un deporte elitista por el elevado coste de su práctica (material, desplazamiento, alojamiento…), poco a poco se fue popularizando y ganando adeptos. Desde mediados de los 70 la cifra de practicantes comenzó a crecer a un ritmo relativamente bueno. Las estaciones mejoraban su oferta, los precios se ajustaban. Todo hacia presagiar un crecimiento similar al que en su día –hace muchos años- se había dado en países como Francia o Italia. Las cosas, sin embargo, no han evolucionado como muchos creían y España está a años luz de consolidar una cultura del esquí como la que tienen Alemania, Austria, Suiza o, incluso, Francia e Italia. Además, sigue siendo un deporte muy caro para la mayoría de españoles. El trabajo de las estaciones para cambiar esta evidencia ha sido, en los últimos años, muy importante. Se han llevado a cabo inversiones millonarias tanto en la mejora de las pistas (kilómetros esquiables, remontadores, telecabinas…) como en los servicios de las estaciones (restauración, accesos…). Muchas de estas inversiones se han realizado con la ayuda de las administraciones –locales, regionales y centrales-, un apoyo que viene a constatar la importancia económica del esquí más allá del deporte, sobre todo en un país, como España, donde el turismo es una de las fuentes de ingresos más importantes. Sin embargo, y pese a que la mayoría de estas estaciones no tienen nada que envidiar al 99% de las estaciones de los Alpes, el esquí no ha acabado de arraigar en la población española, y la cifra de practicantes está estancada desde hace algunos años. La ausencia de nieve en los últimos dos años no ha ayudado mucho a que los deportes de nieve siguieran ganando adeptos. Y aunque es muy complejo que a corto y medio plazo este deporte experimente un boom de practicantes, sí es bastante probable que se de un crecimiento más o menos regular, especialmente entre los más jóvenes, gracias al auge de modalidades como el snowboard o el freeride. SEMANA BLANCA: UN IMPULSO AL SECTOR Hace algunas semanas Ernest Maragall, Conseller de Educació de la Generalitat de Catalunya, propuso un cambio del calendario escolar, adelantando el comienzo de las clases a la primera semana de septiembre y estableciendo una semana de fiesta a mediados de febrero. Semana que muchos colegios podrían destinar a fomentar el esquí. Las estaciones de esquí y el sector del que depende esta industria en general, lógicamente aplauden y apoyan la propuesta de Maragall. Y no es de extrañar: con esta propuesta, los establecimientos hoteleros y las estaciones de esquí verían como estos días de vacaciones se convertirían en una segunda Semana Santa tanto en cuanto al volumen de trabajo como de facturación. En Francia, donde esta semana de fiesta hace años que se lleva a cabo, puede llegar a representar entorno al 50 y el 60% de la facturación de toda la temporada para las estaciones, siendo incluso más fuerte que las fiestas navideñas. Estos días no lectivos también se organizan en otros países europeos, que ven como el turismo y otros negocios toman un fuerte dinamismo. El esquí recupera los ánimos a pesar de las adversidades [ESPECIAL DEPORTES DE NIEVE] A pesar de las buenas perspectivas de crecimiento que tenía el segmento, las cosas no han evolucionado como muchos creían y España está a años luz de consolidar una cultura del esquí como la que tienen Alemania, Austria, Suiza o, incluso, Francia e Italia. Además, sigue siendo un deporte muy caro para la mayoría de españoles. Tras dos años muy malos, el esquí ha vivido una de sus mejores temporadas de nieve de los últimos años. La crisis y la acumulación de stocks han marcado las ventas de un comercio que coge un poco de oxígeno

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