TradeSport 161 - Diciembre 2008

Fútbol es fútbol. O el fútbol es así. Estas son dos de las originales frases que dejan caer los jugadores cuando se les pregunta sobre cualquier cosa relacionada con un partido. Y la verdad es que este tópico, usado hasta la saciedad para justificar cualquier asunto, también sirve para explicar el comportamiento de este segmento dentro del sector de artículos deportivos. Fútbol es fútbol. Y, además, es el deporte rey también en el sector. Mueve millones de aficionados en todo el mundo y volúmenes de negocio que no alcanzamos a imaginar. Y la venta de artículos deportivos relacionados con este deporte es una parte de todo este negocio. Pequeña, comparada con otros aspectos como el patrocinio, la venta de derechos de imagen o, incluso, los sueldos, pero no deja de representar unos volúmenes, en unidades y valor, del que ningún segmento atlético puede presumir (aunque sume algunas pérdidas, como en este 2008). Tampoco parece que a corto y medio plazo su hegemonía como deporte con más licencias peligre. Sigue a la cabeza con más de 730.000 federados, muy lejos de la Caza, segunda en el ranking. Además es la actividad deportiva más practicada –pese a la insistencia de las estadísticas en darle este “premio” a la natación -, y eso, lógicamente, significa un volumen de ventas mínimo a tener muy en cuenta. Son artículos, además, que no suelen tener un precio medio excesivo –es de los deportes atléticos que menos inversión requiere- y, por lo tanto, la frecuencia de renovación de material es bastante elevada, sobre todo en lo que a equipaciones se refiere –los clubes suelen renovarlas anualmente-. Además, hay que tener en cuenta que el fútbol es uno de esos deportes donde los practicantes utilizan calzado específico, de manera que, si tomamos como referencia las estimaciones que señalan que alrededor de 2.000.000 de españoles juegan a fútbol –una cifra que probablemente no tenga en cuenta a quienes juegan en el recreo-, es obvio que hay que ser optimistas. Es complicado, viendo lo que acabamos de ver, que los augurios de muchos expertos, vaticinando un declive de las actividades colectivas, afecte al fútbol. Su dimensión trasciende lo estrictamente deportivo, y difícilmente quien juegue al fútbol dejará de hacerlo. Puede que no encabece rankings de actividades más practicadas por los “nuevos deportistas”, que seguramente se decantarán por otras modalidades, pero es prácticamente imposible que hay un descenso importante de practicantes. En las nuevas generaciones hay quien quiere ser Nadal, quien quiere ser alonso y quien quiere ser Gasol, pero siguen siendo excepciones, y casi todos los niños lo que quieren es ser Messi, Raul o el Kun. Y pese a la fuerza que tiene el baloncesto escolar, el fútbol sigue siendo, con diferencia, el deporte más practicado por los más pequeños. Es cierto que no es un deporte aconsejable a partir de según que edades y, por lo tanto, la cifra de practicantes a partir de 3035 baja en picado, a favor de otras modalidades menos físicas y competitivas como el tenis, el golf o alguna disciplina outdoor, pero la cifra de nuevos practicantes –los más pequeños-, equilibra con creces esta caída. Sea como sea, es obvio que la cifra de practicantes, profesionales y amateurs, que tiene este deporte, es una garantía para el sector de artículos deportivos en general y para determinadas marcas en particular. Y no sólo porque garantiza un volumen mínimo de ventas, sino porque, pese a la estabilidad que reina actualmente en el segmento, las posibilidades de crecer están muy por encima de las de perder, de manera que marcas y detallistas tienen un estímulo para seguir luchando y superar la larga y preocupante –sobre todo para los más pequeños- estabilidad de los últimos años, como la crisis económica que estamos atravesando actualmente. Además, hay que tener en cuenta que, pese a la regularidad de los últimos años, el fútbol ha experimentado un nuevo boom –no en ventas pero si en practicantes- con la progresiva consolidación del fútbol sala y la proliferación de liguillas amateurs. Respecto a lo primero, pese a que seguramente no se ha alcanzado el reconocimiento que muchos auguraban hace una década, sí es cierto que a nivel de practicantes, sobre todo amateurs, el fútbol sala ha ido ganando adeptos. Su impacto mediático, pese al esfuerzo de algunas marcas, es diminuto si lo comparamos con el fútbol, pero a nivel de ventas y de inversión por parte de las marcas, la diferencia entre ambas modalidades ya no es tan abismal. El fútbol sala amateur mueve muchos practicantes y eso, obviamente, implica muchas ventas. Además, hay que recordar que es uno de los deportes preferidos por los inmigrantes, un dato a tener en cuenta si analizamos el porcentaje de inmigración que hay en España y sus hábitos de compra, dónde el deporte y, en especial, el fútbol, tiene mucho más protagonismo que en los consumidores españoles. Una de las pruebas más concluyentes del peso del fútbol sala dentro del segmento es la implicación de las grandes marcas del fútbol en esta subfamilia, donde apenas hay patrocinios y esponsorizaciones y lo que importa –y vale- son las ventas. La rentabilidad, seguramente, es mucho mayor que en el fútbol. También es una prueba inequívoca de su peso la importancia que ha El deporte rey, un mercado maduro [ESPECIAL FÚTBOL] ts20 Nike y adidas dominan en fútbol, pero en otras categorías emergentes, como el fútbol sala o las equipaciones, tienen cuotas sensiblemente más bajas y luchan contra marcas especializadas que poco a poco están cogiendo mucha fuerza Sigue siendo el deporte con más practicantes y el que mayores ventas suma; es, también, el que más seguidores tiene y el que más dinero mueve. Y seguramente también es el que menos altibajos ha sufrido en los últimos años, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva

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