opinión Vender deporte El deporte está inmerso en una profunda crisis. Y no sólo porque está sufriendo como tantos la adversa situación económica, sino sobre todo porque está perdiendo a pasos agigantados su identidad y su protagonismo. Atrás quedan las épocas doradas que vivieron proveedores y detallistas. Y lo que es peor, no se vislumbra, en el horizonte, ningún indicio de que vuelvan a vivirse tiempos como esos. Podremos buscar culpables en la coyuntura económica, en la moda, en las nuevas tecnologías –que monopolizan el gasto de los jóvenesy en un sinfín de factores externos, pero no estaría de más que también fuéramos capaces de asumir nuestros errores. Que han sido muchos. Absortos y confiados por la inercia de esos “maravillosos años”, hemos dejado que Decathlon convirtiese a España en su cuartel general. Lo ha hecho poco a poco y sin apenas resistencia, mientras quienes deberían haberle puesto freno –y no me refiero a las autoridades- se dejaban embaucar por los cantos de sirena de la cadena gala y de la moda. Por si fuera poco, cuando esta posible competencia ha despertado, no se le ha ocurrido nada mejor que copiar su modelo, ignorando por completo que el margen de maniobra de la cadena francesa está a años luz del de cualquier gran grupo o cadena, por muchas vinculaciones que se tengan con empresas o asociaciones internacionales. En cualquier caso, la raíz de muchos de los problemas que sufre el sector no debe buscarse en esta fallida reacción de grupos y cadenas, sino en los motivos que han propiciado que Decathlon haya desembarcado en España como lo ha hecho. Y básicamente, en uno de ellos: la falta de unión. ¿Por qué creen que no ha podido expandirse Decathlon en Alemania o en Inglaterra? Pues, simplemente porque el sector se lo ha impedido. Las grandes tiendas, asociadas o independientes, han ejercido una gran presión, poniendo unos límites muy estrictos. La cadena francesa, viendo el panorama, ha preferido volcarse en países donde estas trabas no existieran. Y como sabían que en España cada uno libra su propia batalla, pues la elección era fácil. Ni zona estratégica a nivel logístico, ni mercado con potencial ni otros argumentos que aduce la cadena. España es clave porque no hay trabas. Afortunadamente, el comportamiento del sector en los últimos años y la crisis actual nos han llevado hasta un límite donde es imprescindible comenzar a buscar soluciones. Y hay quien ya lo está haciendo. Poco a poco proveedores y detallistas empiezan a entender que solos no van a conseguir nada. El “divide y vencerás” sólo tiene sentido cuando tu ejército es el fuerte; pero cuando luchas contra alguien con más efectivos, lo que hace falta es sumar. Sumar para ganar fuerza, para liderar proyectos, para apoyar iniciativas sectoriales y, sobre todo, para “vender” deporte. Entre todos tenemos que conseguir que el deporte, desde la práctica hasta las marcas, recupere su atractivo. No conseguiremos vencer a Decathlon, pero tenemos que volver a recuperar nuestro espacio. Y sólo podemos hacerlo si tenemos los mismos objetivos y los mismos planes. Si no creemos en un futuro mejor, nunca lo tendremos. RAUL BERNAT (raul@tradesport.com) He recibido una invitación para ir a este evento y pienso asistir… ya os contaré. El principal motivo para decidir asistir ha sido la sugerente agenda: Oportunidades ante la crisis, Un nuevo club de negocios y La conquista del tiempo; porqué tal como están funcionando mis tiendas necesito abrir las ventanas para que corra aire fresco. Además he visto que proponen un coloquio para finalizar la jornada, y en él veo una gran oportunidad para poner en común mis preocupaciones, y contrastar que algunas ideas puedan ser viables si las adoptáramos sectorialmente. Coincidiendo con mis reflexiones ha llegado a mis manos una leyenda que quiero compartir con vosotros, porque veo en ella la esencia de lo que es y lo que debería ser nuestro sector, si no queremos ver como se desvanece. Hu-Song, filósofo de Oriente, contó a sus discípulos la siguiente historia: "... ‘Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña tea. Pero la luz que daba era tan escasa que aún así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendieran su propia tea y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó’. Uno de los alumnos pregunto a su maestro: ¿Qué nos enseña, maestro, este relato? Y su maestro contestó: Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario la hace crecer”. "El compartir nos enriquece en lugar de hacernos más pobres“. "Los momentos más felices son aquellos que hemos podido compartir". Francamente me siento sólo ante determinadas decisiones, y necesito compartir con mis colegas y con los proveedores mis preocupaciones y mis ideas, por eso espero veros. El deporte se mueve
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