TradeSport 158 - Septiembre 2008

opinión Andrés de la Dehesa (adehesa@sportmas.com) editorial DIRECTOR Jaume Ferrer (jferrer@tradesport.com) Aprincipios de septiembre, el secretario de Estado para el Deporte y máximo responsable del Consejo Superior de Deportes, Jaime Lissavetski, llevó a cabo una conferencia en la que, bajo el título “El deporte español después de los Juegos de Pekín”, hizo un repaso a la situación actual del deporte en nuestro país. En su discurso, Lissavetski señaló como uno de los grandes objetivos de esta legislatura la extensión de la práctica deportiva. Desde hace varios años el CSD insiste en la necesidad de impulsar el deporte base no sólo como medida fundamental para mejorar la competitividad de los atletas españoles sino, sobre todo, como iniciativa imprescindible para lograr que la sociedad española, excesivamente sedentaria –y obesa-, se ponga en forma. El camino es largo y complicado. No sólo hay que seguir invirtiendo en infraestructuras, también hay que buscar soluciones para que los españoles, sobre todo los más jóvenes, entiendan las muchas ventajas que tiene el deporte, tanto individual como socialmente. La administración central no es la única que se está dando cuenta de la importancia que tiene el fomento de la práctica deportiva, y cada vez hay más gobiernos autonómicos que llevan a cabo proyectos para promover el deporte entre los ciudadanos. El último ejemplo lo tenemos en la Generalitat catalana, que ha aprobado una inversión de 2,5 millones de euros para dinamizar la práctica deportiva entre las mujeres. Iniciativas como estas son, por ahora, las únicas que pueden ayudar a conseguir un incremento de las ventas de producto atlético. Hace muchos años que el sector reclamaba este tipo de implicación por parte del gobierno, y aunque ahora por fin parece que las autoridades han “despertado”, esperemos que no sea demasiado tarde; el compromiso con lo atlético ha ido muy a la baja y demasiadas tiendas y marcas, ante la competencia de Decathlon y la falta de demanda, han abandonado su oferta de material deportivo en beneficio del sportwear. Y aunque este cambio de rumbo ha supuesto una transformación radical del sector, sería absurdo buscar culpables más allá del hecho de que la práctica deportiva en nuestro país se ha estancado en niveles muy bajos hasta el punto que España es el país de la Unión Europea con la tasa más baja de práctica deportiva (37%). En este sentido, no estaría de más que desde Afydad también se diera algún paso para apoyar al gobierno en su lucha para promocionar el deporte. Ha llegado el momento de que la patronal se esfuerce en aglutinar el sector no sólo para actuar como auténtica interlocutora sino, sobre todo, para erigirse como la principal catalizadora de un mercado cada vez más anárquico. No tendría lógica que el sector no se implicara en proyectos que, a la larga, pueden ser muy beneficiosos: es cierto que el objetivo del gobierno es que estos esfuerzos sirvan, a medio plazo, para incrementar los índices de práctica deportiva, pero para el sector, alcanzar estos objetivos significaría que el consumo en artículos deportivos, principalmente los más ligados al producto atlético, aumentaría. Sin embargo, si el sector sigue siendo incapaz de ir hacia una misma dirección, este consumidor potencial tendrá cada vez menos tiendas multideporte y especialistas en las que comprar este material atlético y, al final, como está sucediendo hasta ahora, no tendrá más remedio que comprar en Decathlon, quien, por cierto, ya controla el 25% del mercado nacional. Otra oportunidad Cada cuatro años uno de los acontecimientos más importante de la historia nos recuerda que el deporte vive; además del fútbol se practican otras muchas actividades deportivas; existe el tiro con arco, el lanzamiento de jabalina, la gimnasia artística... Durante décadas, la venta de artículos para la práctica deportiva constituía nuestra identidad. A pesar de ello, la evolución nos ha demostrado que no se puede vivir de lo que éramos y que la identidad también evoluciona, madura; aunque del mismo modo, la propia evolución nos demuestra que en ningún caso debería perderse. En estos momentos post-olímpicos, mi sensación es que la mayoría de detallistas han deslocalizado los artículos deportivos de sus tiendas, migrando hacia una identidad que ni ellos mismos saben realmente en este momento cuál es. De acuerdo con datos facilitados por Sport Panel, más del 59,02% de la cifra de negocio del sector en 2007, correspondió a la venta de artículos no vinculados con ninguna actividad deportiva. Perdurar en un sector, pendiente sobremanera de copiar lo que funciona, es bastante complejo. Pero además, la gravedad no estriba en la imitación, sino en hacerlo por puro mimetismo, acelerando de esta forma la caducidad del modelo de negocio por un exceso de oferta igual. El futuro de la identidad del sector está en manos de todos - fabricantes y detallistas-, y la pasión por el deporte no debe quedar relegada a los grandes eventos mediáticos, sino a la responsabilidad colectiva para propiciar educación y cultura deportivas. No debemos relajarnos, como tampoco podemos permitir que piensen por nosotros. Hay que propiciar las decisiones fundamentadas en la razón y en lo que verdaderamente queramos ser, sin basarnos en la imitación. Tenemos una gran responsabilidad si queremos conservar nuestra maltrecha identidad de comercializadores de artículos para la práctica deportiva, trabajando en aras de recuperar valores que, aunque minoritariamente, todavía nos pertenecen. Esta opinión fue publicada idéntica en septiembre de 2004. Me he limitado a actualizar el porcentaje de artículos vendidos no vinculados con ningún deporte, que era del 55% en el año 2003. Nuestros deportistas han escalado de la vigésima posición en el medallero de Atenas, hasta la decimocuarta de Pekín. Nosotros seguimos como estábamos, perdiendo nuestra identidad. Identidad

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