TradeSport 154 - Abril 2008

opinión Sin festivos Como muchos de ustedes ya habrán leído, algunos con más preocupación que otros, la Comunidad de Madrid aprobará, antes de verano, la llamada Ley de Modernización del Comercio, que permitirá a los comercios madrileños abrir las 24 horas del día y los 365 días del año. El objetivo de esta iniciativa es que el comercio madrileño “se modernice y se adapte a los hábitos de compra de los ciudadanos”. Pese a la libertad absoluta que establece la ley, en la práctica, probablemente, sólo servirá para alargar los cierres de la mayoría de tiendas hasta las diez de la noche y para que éstas abran, también, domingos y festivos. Los consumidores, lógicamente, ven con muy buenos ojos esta iniciativa del gobierno madrileño. La manía que hay en España de partir la jornada laboral y alargarla hasta las 7 o las 8 de la tarde conlleva que muchos consumidores sólo puedan ir a comprar cuando la mayoría de tiendas están empezando a cerrar. Y en un país donde, a diferencia de la mayoría de Europa, no se suele cenar antes de las diez, alargar el horario de cierre daría un margen de 2-3 horas para poder ir de compras. Lo del domingo ya es otro tema. Personalmente creo que, para el bien del comercio tradicional, tendría mucha más lógica permitir la libertad en festivos sólo si se limitara el horario entre semana. O, al contrario: dejar que los horarios fueran completamente flexibles de lunes a sábado, pero prohibir la apertura en festivos. La mayoría de gente compra los fines de semana porque no tiene tiempo de hacerlo entre semana. Pero, ¿y si tuviera tiempo de comprar entre semana? ¿Seguiría “perdiendo” su escaso tiempo libre comprando el sábado y, ahora, el domingo? Yo tengo mis dudas. Y más ahora que el consumo va a la baja. En cuanto al comercio, los grandes de la distribución, que han sido los verdaderos impulsores de esta iniciativa, y que generalmente están ubicados en zonas privilegiadas, lo ven, obviamente, con muy buenos ojos. Alargar un par de horas sus horarios entre semana y abrir el domingo entero les supondrá muchísimos más ingresos que costes. El mediano y, sobre todo, el pequeño comercio, no lo ve con tanto optimismo. Al contrario; esta medida les obligará o bien a sacrificar aún más su vida familiar o bien a pagar más sueldos -algo que muchos de ellos no pueden permitirse-. Es cierto que tienen la opción de seguir con su horario de siempre, y seguramente los comercios de las calles menos transitadas lo harán (en muchas ciudades ya ni siquiera abren el sábado por la tarde), pero tal y como están las cosas también hay muchos comercios que no pueden desaprovechar una oportunidad así, aunque sea a costa de su calidad de vida. Habrá que ver qué consecuencias tiene esta iniciativa, pero los más pesimistas auguran que la nueva ley será una “puntilla definitiva” al comercio tradicional. Y seguramente llevan parte de razón. Entre la cultura del Mall, cada vez más asentada en nuestro país, y esta libertad horaria, el pequeño comercio esta condenado a desaparecer…o a reinventarse. También habrá que ver cómo se soluciona el problema con los dependientes. Si ya cuesta encontrar personal con los horarios actuales, imagínense si hay que trabajar hasta más tarde y/o los domingos. Los sueldos no compensan el sacrificio y el comercio tendrá que buscar otras fórmulas para “acontentar” a los trabajadores. Y no estoy seguro de que las haya. En cualquier caso, habrá que esperar a ver como responde el consumidor y como lo hace el comercio, porque pese al optimismo de unos, y al pesimismo de otros, no hay ninguna certeza de lo que puede pasar. No olvidemos que hace algunos años, con el Decreto Boyer, que permitía abrir los 365 días del año, los innumerables cierres de comercios y la desaparición de miles de puestos de trabajo obligaron al gobierno a cambiar la Ley por otra que no fuera tan permisiva. RAUL BERNAT Redactor (raul@gescode.es) Ayer terminaron de instalarme el nuevo programa informático que he comprado, QuickSports PRO. Con franqueza, durante todo el proceso de decisión, desde que contacté con ellos para informarme, hasta que finalmente me decidí y lo instalaron, sentí una sensación extraña. No era miedo, ni temor, sino un sentimiento de inseguridad frente a mis propios conocimientos y capacidades, así como los de mis empleados, y con la duda de si verdaderamente íbamos a saber abordar con éxito este nuevo reto para mejorar nuestra gestión y la rentabilidad de nuestro negocio. Éramos plenamente conscientes de que para que el ordenador fuera útil, en primer lugar había que afrontar un importante trabajo: introducir todos los datos necesarios para que el programa nos aportara después la información que precisamos en todo momento; qué hemos comprado, qué hemos vendido, qué nos queda en el stock, cuánto nos ha comprado este cliente o aquel otro, e incluso qué nos deben. La otra gran incógnita a despejar en esta nueva ecuación –la informática en mi tienda- era nuestra capacidad para transformar toda la información que nos facilitaba el programa en conocimiento, motivo fundamental por el cual compramos QuickSports PRO, y así poder tomar las decisiones más acertadas o menos equivocadas, según se mire. La gran ventaja fue que el programa informático ya despejaba en gran medida esa incógnita con un considerable número de listados, creados en colaboración con muchos detallistas que trabajan desde hace años con QuickSports. Analizando los diferentes parámetros (márgenes, rotación, franjas de precios, rentabilidad por actividades deportivas… y un largo etcétera) obtuvimos por primera vez en la historia de nuestra tienda una impresionante radiografía del auténtico negocio. Con el tiempo hemos aprendido, y no dejamos de aprender, que esta desconocida herramienta, que pensábamos honestamente que no iba a servirnos para nada, nos ha cambiado del todo la forma de trabajar y de relacionarnos, tanto con nuestros proveedores como con nuestros clientes. Mi primer día con la informática

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