TradeSport 152 - Febrero 2008

opinión De presiones En la mayoría de estados norteamericanos es relativamente fácil, por la estructura de su sistema político, judicial y legislativo, que las quejas de un grupo, por minoritario que sea, acaben en manos de algún congresista. No importa siquiera que las reivindicaciones sean trascendentales a nivel nacional y, por norma general, basta con que un pequeño grupo de presión se movilice un poco para que sus quejas sean escuchadas. Estas presiones para que un determinado tema entre en la agenda política se dan también -o sobre todo- a gran escala, a través de los llamados lobbys. Estos grupos de presión, que en un país como Estados Unidos tienen una influencia que aquí no alcanzamos a imaginar, son, en definitiva, quienes acaban marcando gran parte de la agenda política. A veces, incluso, tienen poder más que suficiente para condicionar la postura del país más poderoso del mundo ante aspectos claves a nivel social y económico e, incluso, en conflictos internacionales (¿o es que acaso alguien duda de las razones por las que Norteamérica apoya a Israel en el conflicto árabeisraelí?). Son, en definitiva, auténticos gobiernos en la sombra, y sus opiniones, sugerencias y, en ocasiones amenazas, son analizadas por el gobierno antes de adoptar cualquier medida. En los países europeos estos lobbys también existen y aunque a nivel nacional son bastante menos "perceptibles" sí existen varios grupos -reconocidos- que marcan la pauta en muchas iniciativas de la UE (se calcula que en Bruselas hay, al menos 4.000). Son grupos generalmente vinculados a la industria (automóvil, cosmética, alimentación…) y que por su fuerza -económica-, se han convertido en decisivos en el proceso de construcción europea. Uno de los lobbys más fuertes es el ERT (European Round Table of Industrialists), creado en 1983 para hacer avanzar los intereses de la industria en la Unión Europea. Su facturación de conjunto es de 950.000 millones de euros anuales, es decir, el equivalente al 60% de la producción industrial europea en su conjunto. Y con este poder, cualquiera se atreve a aprobar leyes que vayan en su contra No digo, ni mucho menos, que a nivel nacional el sector deba "constituir" uno de estos influyentes grupos, porque seguramente no tiene poder para hacerlo, pero entre este extremo y el silencio más absoluto en el que estamos inmersos hay un punto intermedio en el que, como sector, podemos intentar presionar a las autoridades para que tome medidas en algunos temas que, para nosotros, pueden ser determinantes a corto y, sobre todo, a medio y largo plazo. ¿Por qué no tenemos esa parcela de poder? Puesto que me cuesta creer que, con marcas reconocidas internacionalmente y con distribuidores líderes a nivel europeo, no tengamos el más mínimo poder de presión, lo lógico es pensar que, simplemente, ni lo hemos intentado. Y sinceramente, es bastante deprimente pensar que en un sector como el nuestro, que mueve miles y millones de euros cada año, las principales marcas y los grandes distribuidores (cadenas y, también, grupos) sean incapaces de sentarse juntos en una mesa y establecer algunos puntos fundamentales en los que presionar. La competencia, a veces, también puede ser un buen aliado, y aunque sea por interés, hay ocasiones en las que los beneficios de grupo deben ponerse por encima de los individuales. No hace falta que diga cuales deberían ser las exigencias prioritarias de un grupo de estas características porque más o menos las sabemos todos, pero podrían empezar intentando que el fomento de la práctica deportiva estuviera, de una vez, en la agenda política. De momento, en campaña, este fomento no parece un tema que preocupe mucho ni al PSOE ni al PP (más atentos en “contentar” al deporte de competición -y a los deportistas-). Y eso que nuestros índices de obesidad son los más altos de Europa y generan pérdidas millonarias a sanidad. Supongo que para ellos es más importante discutir sobre el significado de la palabra matrimonio… RAUL BERNAT Redactor (raul@gescode.es) El empresario detallista está acostumbrado a cobrar con tarjeta a través de datáfono. Este aparato es facilitado por los bancos, y además suele haber uno por banco. No es raro encontrarse hasta con cuatro datáfonos encima de un mostrador. Éstos se comunican con el banco a través de una conexión modem sobre una llamada analógica. Lo que implica llamar, establecer la llamada, transferir datos y concluir. Hay veces que este proceso puede tardar más de un minuto. Desde hace años ya existe una tecnología más avanzada denominada TEF (Transferencia Electrónica de Fondos). Es el tipo de cobro que encontramos cuando visitamos una gran superficie comercial. Nuestra tarjeta la pasan por una ranura que tiene el propio equipo informático de cobro. En este caso, la transmisión de los datos bancarios se realiza mediante RDSI, ADSL o GPRS (Internet Móvil), y se usa una línea/protocolo especial denominado X.25. Poner en funcionamiento y mantener un X.25 es tan costoso, que sólo se lo pueden permitir las grandes empresas. Ahora bien, ya hay empresas que alquilan su propio X.25 para que cualquier tienda pueda beneficiarse del nuevo sistema y poder “pasar” una tarjeta en tres segundos, sin que sea necesario introducir el importe. Esto además evita los errores al teclear la cantidad. Por otra parte, la llegada de las tarjetas con chip con la nueva normativa EMV, obligará a la autorización del cliente mediante la introducción de su código, evitando el riesgo de cobrar dos veces. La versión PRO del software de gestión de Gescode ya permite sin ningún coste adicional beneficiarse de esta tecnología TEF. De hecho fue requisito para ser homologada por AENA, ya que todas las tiendas que tienen nuestro software en sus aeropuertos han de tenerlo implantado obligatoriamente. Dicho todo esto, el dueño de una tienda que tenga un software que se lo permita, ya se puede plantear negociar condiciones con los distintos bancos, de cara a compensar la consiguiente cuota de alta del TEF, la compra del teclado que incorpora el lector especial de banda magnética y la cuota de mantenimiento mensual. Cómo prescindir de los datáfonos convencionales ALFONSO ORNILLA Director Comercial de Gescode

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