Estamos viviendo unos años en los que los valores éticos tradicionales están en peligro de extinción. Hoy, cuando se habla de alguna persona, no es raro oír comentarios sobre su fortuna, sus bienes inmuebles o sus lujosos coches. El rápido crecimiento económico del que hemos sido testigos en los últimos 20 años ha provocado que se hayan generado grandes fortunas prácticamente de la nada. Un porcentaje muy grande de ellas tienen mucha relación con la promoción inmobiliaria y la construcción, y la mayoría de ellas han tenido mucha relación con la especulación y la política, especialmente a nivel urbanístico. Afortunadamente, en los últimos años, han salido a la luz algunos escándalos y la justicia va tomando medidas aunque muy lentamente. Nuestro sector no ha sido ajeno a este cambio de valores. Siempre me ha sorprendido la falta de personalidad de muchas personas en colectivos como centrales de compras, donde es habitual que se valore a los asociados en función del número de tiendas o metros cuadrados que tiene. Parece que para tener buenas ideas hay que tener muchas tiendas. No hace mucho tiempo un socio de una central me confesó como un alto directivo estaba indignado porque en la junta general, y en el apartado de ruegos y preguntas, un socio que no tenía ni muchas tiendas ni muchos metros, tuvo la osadía de ejercer su derecho a preguntar y cuestionó algunas de las políticas que se anunciaban. Otro fenómeno que también me ha llamado la atención, es el comportamiento de los asociados de estos colectivos. En estos grupos suele haber tres tipos de grupos claramente diferenciados. El grupo de los dirigentes. Suelen ser los que tienen más tiendas y más metros. Son admirados y odiados en la misma proporción, sobre todo por los otros socios de su entorno. Muchos de ellos forman parte del consejo de administración y son los que controlan el grupo. Haciendo un símil, podemos decir que son los pastores que han de guiar a las ovejas. Nunca he entendido la relación entre ser un buen tendero y un buen directivo. Las habilidades que se necesitan son diferentes. Es muy habitual que un excelente vendedor sea ascendido a jefe de ventas y fracase. O que un jefe de ventas sea ascendido a director comercial y le suceda lo mismo. Ya lo dice el principio de Peter: En una empresa, entidad u organización las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad una y otra vez hasta que alcanzan su nivel de incompetencia. Luego está el grupo de los críticos. Estos son los únicos que tienen la osadía o el valor de criticar públicamente a los dirigentes. Suelen ser personas independientes y con las ideas claras de lo que quieren, pero sobre todo de lo que no quieren y muchas veces son vistos como los replicantes. ¡Ya está otra vez este pesado! La crítica es casi siempre vista como desconfianza a la cúpula dirigente. Finalmente está el grupo mayoritario, la gran masa social. Este grupo muchas veces no está de acuerdo con los dirigentes pero no tiene el valor de criticarlo y prefieren hacer los comentarios entre dientes. No están dispuestos a que los dirigentes crean que los critican. Muchas veces, a pesar de que estén descontentos, no tienen el valor para intentar hacer algo que implique un mínimo riesgo personal y ponga en peligro su status de buen socio. Algunos piensan, incluso, que cualquier cosa que digan los directivos tiene que estar bien porque son los que más saben y por eso están en el consejo. Otras veces -muchas veces-, simplemente pasan y siguen en la central por pura inercia y porque creen que es mejor estar en un grupo que no estarlo, incluso cuando, al hacer cuentas, ven que el resultado de estar en el grupo es lo comido por lo servido. Estos tres grupos suelen estar perfectamente identificados y no suele haber sorpresas aunque de vez en cuando hay movimientos entre los grupos antagónicos. Es curioso que a veces alguno de los más críticos se convierta en una dócil oveja, y no se canse de alabar a los pastores. Además, estos parabienes suelen ser públicos y notorios para que quede claro que ya no se es crítico. También es habitual que surjan conflictos entre los pastores pero que la mayoría de las veces se solucionen: ante todo hay que ser pragmático. No sé si estarán o no de acuerdo con las ideas que expongo en este artículo, pero tanto si lo están como si no, me gustaría decirles que cuando decidimos formar parte de algún colectivo tenemos todo el derecho a discrepar y, sobre todo, a exponer libremente lo que opinamos, independiente de que guste o no a los dirigentes. Espero que entiendan que el ejemplo del rebaño es un símil y mi intención no es herir a nadie sino relatar de una forma original algo que todos sabemos y que todos vemos como normal…aunque no debería serlo. [ o p i n i ó n ] ts18 Tanto tienes... ¿tanto vales? En las grandes centrales hay actualmente tres grupos claramente diferenciados: los dirigentes, los socios críticos y los que prefieren no levantar la voz y, por conformidad o comodidad, acatan todas las decisiones Siempre me ha sorprendido la falta de personalidad de muchas personas en colectivos como las centrales de compras, donde es habitual que se valore a los asociados en función del número de tiendas o metros cuadrados que tiene Manuel A. Castro Hermida Socio Director de CMG www.cmgconsultores.com mcastro@cmgconsultores.com
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